El problema de los tres diputados: la valla legislativa que tendrá que sortear la reforma al sistema político de Elizalde

Carlos Bianchi, Rubén Oyarzo y Miguel Angel Calisto

Los independientes Carlos Bianchi, Rubén Oyarzo y Miguel Ángel Calisto son exponentes de aquello que el gobierno busca modificar. Hoy ellos encabezan las estratégicas comisiones de Hacienda, Constitución y Gobierno Interior. Al menos por una de estas instancias (si es que no todas) tendrá que pasar el proyecto.


La imagen se posó en el atribulado rostro del ministro secretario general de la Presidencia, Álvaro Elizalde (PS), el sábado pasado, cuando el Presidente Gabriel Boric comenzó a hablar de las reformas políticas durante su cuenta pública.

Precisamente, en su discurso, el Mandatario encomendó a Elizalde la misión de construir un consenso para poder sacar -a más tardar en un año- un cambio al sistema político para atenuar la “fragmentación” del Congreso.

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El ministro Elizalde en la cuenta pública presidencial, en el instante del anuncio de la reforma política.

“La confianza de nuestros compatriotas en el Congreso, los partidos políticos, los gobiernos y la propia democracia es decreciente” debido a que “en lugar de ofrecer soluciones a sus problemas, están enzarzados en conflictos políticos internos que los llevan a torpedearse mutuamente sin ponerse de acuerdo. La capacidad del sistema político chileno de alcanzar acuerdos se ha erosionado, con lo cual las demandas de la ciudadanía quedan sin respuesta y se postergan decisiones que son fundamentales para el desarrollo del país. Considero necesaria una reforma al sistema político que, sin sacrificar representatividad, evite la fragmentación y fortalezca la democracia”, dijo Boric.

Dado que se trata de una reforma que tendrá que sacarse en un plazo relativamente breve para un cambio de esta naturaleza, en el gobierno y en los partidos políticos tradicionales, que son básicamente los que están empujando esta iniciativa, la propuesta tendrá que ser acotada a dos o cuatro temas máximo.

Sin embargo, en su trayectoria legislativa, la reforma de Elizalde ya avizora objetivamente una valla importante: tres diputados que, de alguna forma, son exponentes de aquello que se busca modificar y que circunstancialmente hoy encabezan las estratégicas comisiones de Hacienda, Constitución y Gobierno Interior.

De partida, la idea es que una nueva norma fortalezca y aglutine a los partidos, debilite a los independientes y termine el fenómeno de legisladores que renuncian a su colectividad.

Por ejemplo, dentro de los ejes que baraja Elizalde figuran las órdenes de partido, la pérdida del escaño a quien renuncie a un partido, fijar un umbral de entrada (5% o un 4% de los votos) para que las colectividades que obtengan candidatos electos conserven el escaño y la federación de partidos

Uno de los que indirectamente serían aludidos con esta reforma es el diputado Carlos Bianchi, veterano legislador magallánico e independiente, quien desde su época de senador (2006-2022) ha mostrado una excepcional habilidad para subsistir y crecer electoralmente al margen y a pesar del sistema partidario.

De hecho, fue el primer independiente que logró romper el antiguo sistema binominal para llegar al Senado, sin respaldo de ningún partido. Fue vicepresidente del Senado en dos ocasiones, primero en alianza con la derecha y luego con las fuerzas de la Concertación. Debido al límite a la reelección que le impidió competir en la última elección senatorial, postuló exitosamente a la Cámara, siendo elegido con la mayor votación de su distrito: un considerable 40% (el segundo más votado en su región, Christian Matheson solo sacó 11%).

En su reemplazo, su hijo Karim Bianchi, quien fue asumió como diputado en 2018, fue elegido senador para el período 2022-2030, en una suerte de enroque familiar.

En este período, fue vicepresidente de la Cámara de la mano del actual oficialismo, y tras las negociaciones que permitieron elegir a Karol Cariola (PC) como nueva titular de la corporación Bianchi terminó siendo elegido sorpresivamente nuevo presidente de la Comisión de Hacienda, a cambio de darle su voto a la legisladora comunista.

Desde Hacienda, a Bianchi le correspondería dirigir el debate de cualquier cambio político que implique una alteración del gasto fiscal, aspecto que podría ser sorteado si es que el proyecto de Elizalde no toca el modelo de financiamiento de los partidos y las candidaturas.

Aun así, hay otras dos comisiones, de las cuales al menos una sería insoslayable, dependiendo de cuál sea la estrategia de tramitación: Gobierno o Constitución. Incluso, si hay presión de los diputados, la norma tendría que pasar por las dos instancias.

La Comisión de Gobierno Interior, que tradicionalmente revisa los cambios electorales, es encabezada por Rubén Oyarzo, hoy independiente, quien renunció hace dos meses al Partido de la Gente (PDG), colectividad que comenzó el período con seis diputados y hoy solo cuenta con una legisladora. Los antiguos miembros de la bancada del PDG hoy están dispersos en tres bancadas.

Oyarzo fue elegido con el 1,48% de los votos, gracias a que sus compañeros de pacto, beneficiados por el apoyo del expresidenciable Franco Parisi, también sumaron votación y, entre todos, aseguraron un escaño por el distrito de la zona poniente de Santiago.

Si hoy existiera una disposición constitucional como la que se quiere impulsar, en contra de aquellos que renuncien al partido con el que fueron elegidos, Oyarzo, quien hoy está distanciado de Parisi, sería uno de los damnificados.

Otro de los que también hipotéticamente habrían sido afectados es Miguel Ángel Calisto, hoy independiente asociado a la bancada del Partido Demócratas. Representante de la Región de Aysén, fue elegido en un cupo de la Democracia Cristiana, partido donde era uno de sus referentes. Prueba de ello es que la bancada falangista le asignó un cupo en la codiciada Comisión de Constitución y era una de las cartas para presidir la Cámara.

Sin embargo, en 2022 fue tentado por la derecha para ser elegido ese año como titular de la corporación y levantarle competencia a la carta oficialista, que inicialmente era Cariola (PC). Sin embargo, tras un repentino cambio de nombres, la alianza gubernamental levantó al liberal Vlado Mirosevic, quien se impuso a la candidatura de Calisto, quien meses después terminó renunciando a la DC.

A mediados de 2023, Calisto y los otros diputados de Demócratas (en su mayoría exmilitantes democratacristianos) firmaron un pacto con el PC para votar en la próxima elección de presidencia de la Cámara por la carta comunista. Pero, tras la presión de la directiva del Partido Demócratas, estos legisladores se negaron a cumplir ese acuerdo y, con el apoyo nuevamente de la derecha, levantaron la candidatura de la diputada Joanna Pérez (Demócratas, ex-DC), quien fue derrotada por Cariola (PC) el pasado 15 de abril.

No obstante, a modo de revancha, días después, Calisto (quien hoy está en conversaciones con la oposición para llegar al Senado) fue elegido presidente de la Comisión de Constitución con los votos de la derecha y del independiente René Alinco (ex-PPD, amigo y compañero de distrito de Calisto), quien concurrió en reemplazo de la integrante titular, Pamela Jiles (indep.).

Si bien el Partido Demócratas no tiene una definición contraria a la reforma al sistema político, la permanencia de Calisto a la cabeza de la Comisión de Constitución está condicionada también por el apoyo de la dupla Jiles-Alinco, quienes son el voto dirimente en esta instancia.

El problema de Elizalde es que particularmente Jiles es abiertamente contraria a la reforma política.

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