En qué está y por qué lo hace Pamela Jiles: Su rol en el segundo retiro del 10% y el modus operandi que incomoda al FA
El “me tiene podrida” que le lanzó a Briones en la Cámara ha sido la última escena de un estilo que no despierta reacciones en gris. Con el nuevo proyecto para retirar fondos de pensiones busca reeditar el triunfo del primero votado en julio, cuando corrió emulando a Naruto en el Congreso. Convicción y cálculo político para ella, agresividad sin miramientos para sus detractores, ahora pretende competirle al FA y meterse a la desordenada grilla presidencial.
Que el martes volviera a revolver el ambiente legislativo con eso de “quiero decirle presidente, por su intermedio muy respetuosamente que el ministro de Hacienda, señor Briones, me tiene podrida, me tiene chata” en la comisión de Constitución de la Cámara donde pasó su primera valla el proyecto del segundo retiro del 10′% de pensiones, es la más fresca escena que ayuda a leer en algo en qué anda la diputada PH Pamela Jiles Moreno (59).
La andanada verbal contra Briones después sacó ronchas porque en el gobierno notaron que los parlamentarios de Chile Vamos no salieron a defenderlo con un ímpetu proporcional a lo dicho ahí. Y dentro del Ejecutivo también dejó su estela: en Hacienda tomaron nota de que el titular de la Segpres, Cristián Monckeberg, tampoco paró en seco a la diputada. Cierto es que tampoco estaban todos los titulares. El Evópoli Luciano Cruz-Coke se ausentó y se hizo reemplazar por su correligionario Sebastián Álvarez, que (esto es otra historia) votó a favor de la norma y por tanto en contra de su ministro, del mismo partido.
El asunto es que el avance del segundo retiro del 10% es uno de los frentes en que la periodista ha puesto enérgicamente sus fichas, siguiendo el guión que se ha trazado y aplicado desde que llegó al Congreso. Es decir, impugnar por encima de las formas -lo que para ella es convicción, para sus detractores es agresividad y distancia con toda corrección política- a todo lo que le huela a elite, sin frenarse si para ello tiene que a veces unir fuerzas con la derecha si cree que solo así avanzan sus apuestas.
Y todo en una líquida lucha presidencial en la que quiere meterse de lleno, aspirando a ser un peso desequilibrante en la romana y girar a cuenta del bolsón de nuevos votantes jóvenes que -lee- salieron del clóset electoral en el plebiscito del domingo.
Jiles es una de de las autoras de los distintos proyectos sobre el tema que llegaron a la comisión que preside el DC Matías Walker, a cuya izquierda figuraba sentada el martes. Hay ahí una controversia por la paternidad genuina de la idea porque el diputado Karim Bianchi sostiene que él fue el primero en presentarlo y que ella terminó corriendo con colores propios después que él la invitara a adherirse al suyo; el equipo de ella refuta esa versión.
Como sea, el asunto es que después de haberse convertido en meme corriendo de lila de lado a lado del hemiciclo emulando a Naruto cuando en julio se aprobó el primer retiro del 10%, la diputada no va a soltar esa presa. El martes unió fuerzas con el diputado RN Jorge Durán (en la Cámara cuentan que la abrazó para festejar). Para el primer retiro, el mismo donde los legisladores gobiernistas votaron a su antojo y aceleraron la caída del gabinete Blumel, Jiles -según algunas versiones- no se privó de negociar y articular con la facción de RN del hoy ministro de Defensa, Mario Desbordes.
El entonces diputado fue culpado por la UDI, Evópoli y parte del gobierno de abrir la puerta para que el proyecto avanzara, el que él y varios de los suyos terminaron votando a favor después de que ese 10% superara los 2/3 en el Senado. En la Cámara algunos aseguran que Jiles habría negociado entonces con Desbordes para que unieran fuerzas. En ese grupo, la diputada RN Ximena Ossandón -con quien comparten representación en el distrito 12- integra el ranking de los legisladores que la periodista incluiría en su top 3 de cercanos, si tuviera uno.
En esa nómina también está -según su gente- el presidente del Partido Ecologista, Félix González, y el diputado RD Pablo Vidal, que se sienta a su derecha en la sala (a su otro costado tiene el pasillo). Al otro lado le bajan medio cambio a eso porque Vidal, si bien tiene una relación de convivencia cordial con ella, también se cuida y evita retuitearle sus post cuando ella las ha emprendido contra Gabriel Boric, Giorgio Jackson y Vlado Mirosevic, el triunvirato del Frente Amplio.
La rivalidad que tiene con Boric es notoria, sobre todo en su activa cuenta de Twitter. “Izquierdista de pacotilla, el irrelevante e inmoral, el que pactó y firmó para salvar a Piñera" (13 de agosto 2020); “Boric es el candidato express q intentan levantar en lo q queda del FA (...) Un candidato q no puede salir a la calle porque lo funan. Un candidato q entregó al pueblo movilizado” (27 de septiembre de 2020).
En el FA algunos leen que sus críticas al magallánico algo tienen de factura personal. Pero otros lo niegan: dicen que ella no tiene la culpa de que él se le atraviese en su cruzada de impugnar a la vieja política. La cosa es que eso se remonta al menos a los créditos iniciales de Piñera, Parte II, cuando un debutante Gonzalo Blumel en la Segpres quiso abrir diálogo con el colectivo e invitó a Boric y otros diputados a una reunión. Fueron. Era recién marzo. Jiles no la dejó pasar y los motejó de “Blumel Lovers”. El ministro respondió a La Tercera que “los únicos Blumel-lovers que conozco son los que están en mi casa”.
Twitter es su arma principal y sus contrincantes lo saben. Incluso hay voces en la Cámara que atribuyen a su influencia la fuerte presión que han recibido en terreno en iniciativas como el retiro del 10% de las AFP. La siguen más de 471 mil cuentas y sus leales calculan que si fueran votos eso da para cuatro diputados. Desde ahí habla sin freno y todo indica que tampoco sin filtro, pero también hay una mezcla de cálculo político y la experiencia en leer y armar discursos que tiene luego de décadas como periodista y comunicadora. Desde ahí la “abuela” predica sus postulados y les habla a sus “nietitos”, una masa inorgánica medio imposible de cuantificar -aunque a veces se ha reunido con algunos grupos- y que muchas veces ha aplaudido sus fuertes críticas y funas virtuales a parlamentarios y políticos cada vez que estima que se cuadran con su enemigo: la elite.
Claro que no lo hace sola. Trabaja en tándem político con su pareja, el periodista Pablo Maltés. En él delega varias conversaciones y negociaciones con otras fuerzas políticas, como cuando tuvieron que gastar esfuerzos para impedir que la sacaran de la Comisión de Constitución de la Cámara, dado que como el PH se había marginado del FA (por el acuerdo del 15/N), en el bloque estimaron que entonces tenía que entregar el cupo en dicha instancia.
Además de Maltés, Jiles cuenta con el apoyo de Aliwén, su hija trans fruto de una pareja anterior a Maltés, y a quien considera su ideóloga. Es historiadora del arte y ha sido uno de sus cables que la han conectado y ayudado a entender los códigos de una generación demasiado joven donde circula la ideología Otaku, el K-Pop y otros planetas que cree que se unieron a la Primera Línea y parte de la masa que salió a las calles el 18/O del 2019.
Jiles y los suyos piensan firmemente que ese mundo es su respaldo para una aventura presidencial, la que ven con preocupación entre las filas del Frente Amplio. El PH ya la declaró como carta, y su entorno cuenta con que no la marginen porque creen que si no la empujarían a ir a primera vuelta.
Las encuestas dicen que Cadem la fijó en octubre como el segundo nombre mejor evaluado, detrás de Izkia Siches y delante de Joaquín Lavín. En Criteria aparece mencionada espontáneamente en el rango del 3% (el año pasado estaba en 1%). Cristián Valdivieso, de esa consultora lee que “está instalada en la presidencial, aunque marginalmente”.
Maltés irá de candidato a gobernador por Santiago, donde chocaría con el RD Sebastián Depolo. Y una hija suya, Valentina, postulará a convencional por el distrito de la diputada. Pase lo que pase, Jiles no tiene pensado bajarle cambios a su estilo y discurso porque cree que eso es lo que funciona, y por tanto sus leales dan por hecho que en una eventual primaria trazará una zanja entre ella y el resto de los competidores: si son de partidos, les enrostrará que son parte de la cocina política tradicional. Era que no. Si funciona o no, será otra cosa.
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