Grau, Rojas, Jara y Pardow: los ministros de Boric bajo asedio amigo

Los cuestionamientos dan cuenta de un fenómeno nuevo, distinto a las críticas esporádicas y aisladas que suelen recibir secretarios de Estado por incidentes puntuales. Ahora, jefes de carteras han perdido piso en sus propias filas.


Casi simultáneamente en que el ministro de Energía, Diego Pardow (Convergencia Social), exponía en la Comisión de Minería del Senado sobre el nuevo proyecto de estabilización de tarifas eléctricas, un grupo transversal de diputados, encabezados por la legisladora comunista Karol Cariola salió a criticar la propuesta.

Si bien en el punto de prensa realizado en la Cámara también había legisladores de oposición y de sectores no alineados, había cuatro diputados oficialistas: Marisela Santibáñez (ex-PC), Jaime Araya (Ind.-PPD) y Marcela Riquelme (Ind. Convergencia Social), además de Cariola (PC).

La parlamentaria comunista cuestionó que el proyecto aumentara las tarifas en vez de reducirlas. “A las personas que tienen mayor consumo, que no son necesariamente los más ricos, son las pymes, son los negocios de los barrios, son las familias que viven hacinadas. Y la solución que nos da el ministro es precisamente lo que dijimos que no era solución; más endeudamiento, un endeudamiento hasta el 2035″, dijo.

La arremetida contra Pardow automáticamente dejaba al titular de Energía ubicado en una suerte de banquillo de secretarios de Estado que en las últimas semanas han estado sometidos a un intenso “fuego amigo” desde las propias filas de la alianza gubernamental. Entre ellos, figuran los ministros de Economía, Nicolás Grau (Convergencia Social); del Trabajo, Jeannette Jara (PC); y de Medio Ambiente, Maisa Rojas (Ind.).

Ello daba cuenta de un fenómeno nuevo, de alcance más global, en esta administración, distinto a las esporádicas críticas que reciben ministros, especialmente del comité político, por incidentes puntuales, por ejemplo, los cuestionamientos que recibió el titular de Vivienda, Carlos Montes (PS), por su manejo en el caso de traspasos de fondos públicos a fundaciones.

El lobby

El caso de Pardow, en todo caso, es un poco distinto. Él no figura en la lista de invitados por el exalcalde y lobista, Pablo Zalaquett (UDI), quien organizaba encuentros en su residencia entre autoridades y empresarios, que no eran transparentadas como audiencias de lobby. Al departamento de Zalaquett acudieron al menos una vez Grau, mientras que Rojas y Jara estuvieron en tres ocasiones.

Además, las críticas contra el titular de Energía -enmarcadas en un tema político técnico- aunque están repartidas en distintos grupos, todavía son aisladas, a diferencia de los casos de Grau, Rojas y Jara, que están sometidos a un severo juicio transversal por una falta de índole política y ética, incluso de parte de sus propios partidos o de grupos que eran tradicionalmente su sustento.

Por ejemplo, la ministra del Trabajo concurrió la semana pasada a la comisión política del PC a exponer sobre la reforma de pensiones, donde hizo un mea culpa en vista de un profundo malestar que había en la colectividad.

En una entrevista al Diario El Siglo, el presidente del PC, Lautaro Carmona, dejó entrever el malestar. “Cuesta poco decir que fue un absoluto error político... Me quedo con la primera reacción de la ministra (Jara) cuando dijo que siempre las cosas se pueden hacer mejor. Quiero leerlo como una manifestación autocrítica de corrección... Nosotros somos un partido que se forma en los valores de la probidad, de la honradez, de la transparencia”, dijo.

Grau, por su parte, quedó sin ningún respaldo político, luego de que la semana pasada concurriera, junto a Maisa Rojas, a la Comisión de Medio Ambiente, donde admitió que en la cita con representantes de empresas salmonicultoras, ellos le expusieron su visión de cómo esperaban que se desarrollara la industria. Con esa versión, conceptualmente, de acuerdo a la ley, lo que sucedió en esa reunión podría ser interpretado como lobby.

Desde su partido, en tanto, han evitado criticarlo en público, pero ya desde antes había incomodidad en Convergencia Social por la justificación de Grau y de todo el gobierno para no declarar esas audiencias. Por ejemplo, en el programa de Estado Nacional, de TVN, el diputado Gonzalo Winter (Convergencia Social) fue consultado respecto de si la decisión de participar en el encuentro fue un error. “Yo creo que sí... debería haberle dicho (a Zalaquett) ‘hagámoslo en horario laboral, en mi oficina’, o algo por estilo... En horario laboral y en la oficina eso queda registrado”, respondió el legislador frenteamplista.

Producto de la confesión de Grau, el miércoles de la semana pasada, La Moneda tuvo que dar un giro en su postura inicial de avalar que los ministros, que habían concurrido a la casa del lobista, no transparentaran sus encuentros.

El jueves, el Presidente Gabriel Boric llamó a los ministros cuestionados para pedirles que publicaran sus reuniones, a pesar de que ya estaban fuera del plazo para no incurrir en una falta legal.

La situación de Rojas, sin embargo, se complicó aún más, luego de que el miércoles en la mañana revelara que había asistido a dos citas más en la casa de Zalaquett, que no fueron tampoco advertidas a la Comisión de Medio Ambiente en la misma sesión en la que Grau reveló que hubo exposiciones de los salmoneros.

Por ello, los integrantes de la misma instancia legislativa reaccionaron con indignación el último miércoles cuando recibieron a la ministra, quien ese día iba a presentar un proyecto que fortalece la fiscalización medioambiental. En aquella jornada, transversalmente, los diputados desde el PC, el Frente Amplio hasta UDI y el Partido Republicano, le hicieron ver a Rojas que se habían roto las confianzas. Y, en un inusual acto de desaire, dieron por terminada la sesión y no dejaron exponer a la secretaria de Estado.

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