Ignacio García-Belenguer, director del Teatro Real de Madrid: “En vez de caer en la autocompasión, debemos pensar que esta crisis pasará”
El director general de uno de los teatros más importantes de Europa habla de la polémica por la distancia entre el público que obligó a cancelar una función de la ópera Un Baile de Máscaras y de cómo esa situación hizo cambiar la normativa española. Con sus espectáculos reactivados casi al 100%, asegura que harán lo posible por no modificar la programación artística y que afrontan el futuro financiero con optimismo.
La programación del Teatro Real de Madrid expele vigor. Su calendario exhibe una actividad notable: el coliseo se está adaptando al impacto del Covid evitando suspender sus espectáculos. Así, el fin de semana pasado, las funciones que tenían de La Historia del Soldado (Stravinsky), en el ciclo El Real Junior, para colegios y público familiar, las redestinaron con un objetivo solidario: el sábado fue para personal de la salud, y el domingo, para policías, bomberos y cuerpos de emergencia.
El lunes pasado, en tanto, se concretó uno de los espectáculos más esperados en Madrid: el concierto ¡Viva Vivaldi!, con el famoso contratenor Philippe Jaroussky y Le Concert de la Loge. Porque el cierre de Madrid no impide la llegada de elencos internacionales.
“Frente a la situación sanitaria, el propio Jaroussky ha ofrecido duplicar la función y hacer dos funciones el mismo día”, comenta a La Tercera Ignacio García-Belenguer, director general del Teatro Real. “Queremos poner de relieve el carácter solidario de los cantantes. En julio, se dobló las funciones de La Traviata; estaban previstas 14 e hicimos 29, con una apuesta por parte de los cantantes, donde doblaron su actividad sin incremento ninguno de caché, sin cobrar más, simplemente porque consideraban que había un púbico al que le debían esa función y con esa misma solidaridad se ha comportado Jaroussky, cuando le planteamos que el aforo se reducía”, agrega.
Asimismo, hasta el 14 de octubre continúa presentándose Un Baile de Máscaras (Verdi), el primer título de su temporada 2020-2021 y que en su primera función para el público general, el 20 de septiembre, sufrió un contratiempo que dio la vuelta al mundo. Desde el sector superior del teatro, conocido como Gallinero o Paraíso, hubo reclamos a viva voz, de que la distancia entre los asistentes no era suficiente. Como resultado del escándalo, esa función se canceló.
¿Cómo interpreta hoy lo que sucedió en ese momento?
Creo que aquí probablemente hubo una disonancia normativa. La ley española, como consecuencia de la situación fitosanitaria, permitía un 75% de ocupación, pero el Teatro Real, por autocontrol, decidió que en vez del 75% fuera el 65% de ocupación del aforo. Sin embargo, hubo una parte del público que no se sentía cómodo con la normativa que existía, y generó esa discusión que llevó a la cancelación de la función. El Teatro Real ofreció a todos los asistentes que no se sentían cómodos la devolución de las entradas y la reubicación, así lo hicieron unos 100 espectadores, y les hemos reubicado en otras funciones de otro día, pero hubo personas que decidieron permanecer; estaban enfadados, acalorados, disconformes y quisieron de alguna manera, en un momento social en España un poquito complicado por las noticias de confinamiento que existían y a pesar de que en el llamado Paraíso o Gallinero que ocupa 572 personas no había más de 40 o 50 personas. Esas personas siguieron protestando y, con la acústica de este teatro, seis, ocho o 10 personas son capaces de generar una sonoridad tan grande que no permitieron al director musical oír a los cantantes. Así, llegó un momento en que el director musical tuvo que tirar la toalla.
Pero, ¿había un metro de distancia entre las butacas ocupadas? ¿Cuál era la norma de distancia que operaba en ese momento en España?
El Teatro Real cumplía las medidas de seguridad establecidas por la legislación. Al final, lo que ocurrió en el teatro ha contribuido a reforzar las medidas de seguridad, pues el legislador se ha hecho eco del sentir de los ciudadanos y del público, y ha introducido medidas adicionales para garantizar esa distancia social. El lunes 28 de septiembre entró en vigor una nueva normativa que exige una butaca vacía entre unidad de comprar o unidad familiar. Así se garantiza un distanciamiento de las personas que incomprensiblemente no se da en los aviones o los trenes. Desgraciadamente o por suerte para la cultura, y eso le valorará el tiempo, se les pide unas exigencias a teatros que en ocasiones no se piden a otros entornos.
¿Cuál es la distancia que garantiza la nueva normativa en vigencia?
Establece un aforo máximo de un 75% y que entre unidad familiar o una unidad de personas que compran butacas de manera conjunta, y que pueden ser hasta seis personas, tengan una butaca entre ellos, a cada lado. Además, se exige a todo el mundo llevar mascarilla durante la presentación".
Se siguen manteniendo las otras medidas: flujos de ingreso y salida del público, y una desinfección profunda del foso y del escenario durante el intermedio de 40 minutos, en cada espectáculo.
En las próximas semanas, además de funciones de Un Baile de Máscaras, la Compañía de Antonio Gades presentará en el Teatro Real de Madrid Fuego, ballet inspirado en El Amor Brujo, de Manuel Falla.
“El 12 noviembre estrenamos Rusalka que es una nueva producción del Teatro Real, es una apuesta por una nueva creación artística, un título excelente. Todos estamos deseando escuchar ese Canto a la Luna que tanto añoramos y tanto nos gusta”, adelanta García-Belenguer.
Se trata de una coproducción de esa ópera de Dvorák con la Staatsoper de Dresde, el Teatro Comunale de Bolonia, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, que contará con la dirección musical de un especialista: Ivor Bolton, y con dirección escénica de Christof Loy.
“No ha habido brotes en el Teatro Real”
Desde que se desató la pandemia, fue el primer teatro europeo en reabrir al público, el 1 de julio. Ese mes presentaron 29 funciones de La Traviata (Verdi), su último título de la temporada 2019-2020. “Había que dar un paso adelante. Los restoranes empezaban a abrir, también los bares y los hoteles, las líneas aéreas empezaban a funcionar, y los trenes se ponían en marcha. Era una apuesta por la ejemplaridad, por la cultura, por seguir vivos; era una apuesta por recuperarnos a nosotros mismos”, dice el director del Teatro Real.
Esa apertura de julio, reconoce, fue un “grandísimo aprendizaje”. Para definir sus protocolos biosanitarios convocaron a cinco grandes epidemiólogos de España, para definir “las condiciones higiénico sanitarias que tenía que tener el público, en cuanto a geles hidroalcohólicos, alfombrillas, controles de temperatura, grifería en los aseos, distancia, cadencia en la entrada de las personas, catering, distancia en las butacas”.
Ignacio García-Belenguer es enfático sobre posibles contagios de los elencos y equipo del Teatro Real: “No hemos tenido ningún brote. Hemos tenido algún caso aislado que se ha controlado. Hicimos test en el mes de julio e hicimos test en septiembre antes de que nadie se incorporase y detectamos algún caso vacacional, que no llegó a incorporarse al teatro en su actividad laboral”.
Además, tienen un protocolo bien estricto: “Todos los empleados del Teatro Real, elenco, coro, orquesta, se someten diariamente a un test médico, un autotest, y luego semanalmente se someten a pruebas serológicas o de PCR. Por suerte este sistema está funcionando adecuadamente como medida de control”.
Considerando que el MET de Nueva York decidió suspender la temporada 2020-2021, ¿cómo ven el escenario a futuro si hubiera rebrotes?
Hay una expresión en España; que es “Partido a partido”. Juguemos cada día lo que nos toque jugar. Desde el teatro apostamos por continuar, seguir abiertos. Apostamos por crecer en la cultura, por el principio de que el espectáculo debe continuar. En la medida en que las circunstancias lo permitan, que la legislación española lo aconseje y en la medida en que nos sintamos con fuerzas, pues seguiremos manteniendo el teatro abierto porque ésa es la vocación de un teatro. Ofrecer un espectáculo y que los ciudadanos y espectadores pues puedan asistir. No está en agenda un momento en el que cerrar, a no ser que las circunstancias nos obliguen a ello.
García-Belenguer destaca los fuertes lazos que tiene el Teatro Real con Chile, que se expresan a través de un “trato cotidiano” con el Teatro Municipal de Santiago y su directora Carmen Gloria Larenas, la participación del espacio español en OLA, Asociación Latinoamericana de Ópera y su colaboración con el Teatro Municipal de Las Condes, además del hecho de que “Álvaro Saieh es un miembro muy activo de nuestro consejo internacional en el Teatro Real”.
Asimismo, enfatiza el rol de la plataforma My Opera Player: “Tenemos 1850 butacas, pero nuestra actividad tiene que ser mucho más allá de eso, poder llegar a través My Opera Player, a un público mucho más amplio, a los continentes americano, asiático, ruso, australiano. Es el futuro, y a través de este confinamiento que todos hemos sufrido, hemos descubierto que la tecnología en vez de ser un enemigo de lo vivo, de la presencia en un espectáculo, es el gran complemento para conseguir hacer crecer la cultura”.
La estructura de financiamiento del Teatro Real es de tres tercios, que provienen de aporte estatal, patrocinadores y auspiciadores, y entradas. ¿Cómo les ha impactado en lo financiero la crisis del Covid-19?
Han sido meses duros, sin duda. Mantener un teatro cerrado durante cinco meses requiere unos ajustes presupuestarios. Afrontamos el futuro con optimismo, considerando que hay que sumar todos, tienen que sumar las administraciones públicas y el Estado pues, para apoyar al Teatro Real en estas dificultades financieras, y debe de apoyar y así lo está haciendo también el patrocinio y las empresas privadas, y lo están haciendo los abonados viniendo al teatro. Frente a la adversidad el mejor antídoto es el optimismo, y por lo tanto hay que afrontarlo con fuerza, con ganas, sabiendo que esto es una crisis, una situación que va a pasar. Debemos de pensar que las cosas volverán a la normalidad, los teatros se volverán a llenar, disfrutaremos de la cultura; tenemos que trabajar con ese horizonte, en vez de caer en la autocompasión y la depresión por la situación.
¿No ven con preocupación el equilibrio financiero del Teatro Real?
Lo vemos con la responsabilidad que una situación de éstas merece. Sería ingenuo y probablemente osado pensar que no estamos preocupados, el teatro asume la responsabilidad, pero con la seguridad de que estas cosas van a mejorarse en el futuro.
En mayo, usted declaró a La Tercera que la situación era dura y que “requerirá los ajustes necesarios de programación”. ¿Cuáles son los ejes de esos ajustes?
Sin duda puede ser que se haga algún tipo de ajustes, pero apostamos por mantener la programación porque creemos que la excelencia en la programación es la clave del éxito, y al final tienes que defender el proyecto, la calidad, las ideas artísticas, y desde el Teatro Real creemos que haríamos un flaco favor a la cultura si como consecuencia de esta crisis cambiásemos el modelo cultural de la institución. Hay que intentar en la medida de lo posible, mantener la programación tal y como está inicialmente prevista. Somos un referente de calidad y de excelencia, y eso es lo que nuestro público desea.
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