Ignacio Walker, excanciller: “Esta es la gota que rebasó el vaso... No podemos seguir con esta política amateur”
El exministro de Relaciones Exteriores además resiente que el bochorno del audio filtrado socave el prestigio de la diplomacia chilena, construido desde 1990. "No podemos comprometer eso por una suerte de infantilismo progresista que contamina la conducción del Estado", afirma el exsenador.
El excanciller Ignacio Walker dice que no recuerda ningún episodio como el del audio filtrado que haya afectado a la Cancillería desde 1990 hasta la fecha. “Si hay algo que uno sabe cuando asume responsabilidades en ese nivel, es que las formas son todo en el ámbito de la política exterior. Por lo tanto, hay que ser particularmente cuidadosos en lo público y en lo privado, en lo formal y en lo informal”, dice el exsenador.
Por lo mismo, Walker pide que se haga una investigación interna que alcance a todos los responsables. Además, es enfático en asegurar que el gobierno necesita una “rectificación profunda” en marzo y llama al Presidente Gabriel Boric a entender que debe actuar más como jefe de Estado. “No se puede vivir tapando hoyos, dando explicaciones, haciendo autocríticas, asumiendo que hay desprolijidades, eso no puede ser el estado permanente de la función pública”, comenta el exdecé.
—¿Cuál es la gravedad que le asigna a esta filtración?
Seguimos sin saber por qué se grabó, quién lo grabó, cómo es que existe un audio de una conversación privada, cómo trascendió a la prensa. Esas son cuestiones que tiene que aclarar la Cancillería en la investigación interna que seguramente está haciendo, porque evidentemente este tema no se puede dar por resuelto con la renuncia de la encargada de prensa.
—¿En qué pie queda la canciller y su equipo de confianza después de vivir un bochorno como este?
Se resienten las confianzas. Esta no era cualquier reunión, era de trabajo, preparatoria del viaje del Presidente Boric a Argentina para reunirse con el Presidente Fernández en el marco de la Celac, lo que hace todo más complejo. Cuando uno está en una reunión de trabajo preparatoria para una gira internacional, encabezada por la propia canciller, quien no sabía que la estaban grabando, donde está presente un diplomático de carrera como el secretario general de política exterior, donde está presente el director de planificación estratégica junto con el equipo más cercano de la ministra incluyendo la jefa de gabinete y la jefa de prensa, son signos de que es una reunión importante, donde se está tratando de deliberar para fijar una política respecto del único país que realmente tiene una importancia estratégica para Chile como es Argentina. No es una reunión más, no es una reunión social, no es un cóctel, es una reunión de trabajo en sede estatal. Todo eso, sin dramatizar, pero tampoco sin minimizar, hace que todo esto requiera de una investigación muy a fondo.
Evidentemente este tema no se puede dar por resuelto con la renuncia de la encargada de prensa.
—¿Cree que la canciller y su equipo debería renunciar?
Yo jamás haría siquiera una insinuación así, ni menos pautear al Presidente de la República por la prensa. Tengo mucho respeto por el Presidente Boric y por la canciller Urrejola, pero han sido demasiados los episodios, incidentes y desprolijidades que ha habido en materia de política exterior y de política interna.
—¿Cree que lo ocurrido es reflejo de algo más profundo?
Yo voy a dos problemas de fondo. ¿Hasta qué punto estas desprolijidades en materia de política interna y externa dan cuenta de una permanente improvisación en las materias de gobierno, de una política amateur en las tareas de gobierno? El segundo problema de fondo es que aquí lo que está en juego es la dignidad de la función pública en política interna y externa. Cuando uno revisa el primer año de gobierno, la pregunta que yo me hago es cuál es el estatus de la dignidad de la función pública bajo el gobierno del Presidente Boric. Mi impresión es que estamos muy al debe y que hay un déficit muy grande en esta cuestión que es tan importante.
—Respecto de lo primero, uno podría entender un error, pero cuando el asunto es reiterativo en el tiempo, la inferencia que se puede hacer es que hay un problema estructural que no ha sido corregido. En ese escenario, ¿cómo corregir el rumbo?
La única respuesta, no solo en la Cancillería, sino que en el gobierno, es una rectificación profunda. Yo creo que la proximidad de cumplirse el primer año de gobierno es la ocasión para una rectificación profunda en la forma de gobernar. Superar este amateurismo, esta permanente improvisación, esta sucesión de desprolijidades, este descuido de las formas. Hay que entender que la función pública y la conducción de los asuntos de Estado requieren de mayor profesionalismo. Yo asumo que aquí hay una generación joven que no tiene experiencia previa en los asuntos de la conducción de la política de Estado, con excepciones por su puesto como Mario Marcel, Carlos Montes y otros que tienen experiencia previa, pero eso no puede convertirse en una excusa para hacer las cosas mal.
—Si pensamos en el factor juventud, eso no aplica para la canciller Urrejola, quien tiene una larga trayectoria en los gobiernos de la Concertación desde el retorno a la democracia.
Yo tengo mucho respeto por la canciller Urrejola. Muchas de las cosas que han ocurrido en política exterior, desde la asunción del mando con el incidente con el rey de España, pasando por la situación de la presentación de credenciales del embajador de Israel, lo de John Kerry en California, entre otros, no son de responsabilidad de la canciller. El Presidente de la República, por quien siento mucho respeto, tiene que asumir y entender que él junto con ser líder de una coalición y el jefe de gobierno, es jefe de Estado. En materia de política exterior él no conduce como líder de una coalición o como jefe de gobierno, sino que como jefe de Estado. Él tiene todas las condiciones para hacer una diferencia en esta oleada izquierdista en América Latina en la cual él aparece como una persona seria, responsable, en un país serio.
—La canciller Urrejola dijo que no va a renunciar. ¿Cuánta credibilidad tiene para seguir liderando las relaciones exteriores de Chile?
Mientras la canciller permanezca en el cargo, hay que apoyarla. Esa es la disposición de todos los excancilleres. Ella sabe que cuenta con el apoyo de todos nosotros y el Presidente de la República, para qué decir, pero no se puede vivir tapando hoyos, dando explicaciones, haciendo autocríticas, asumiendo que hay desprolijidades. Ese no puede ser el estado permanente de la función pública y del manejo de los asuntos del Estado, del gobierno ni de las relaciones con el Parlamento. Espero que en febrero tengamos una pausa en el mes del receso legislativo, que podamos tomar un nuevo aire, gobierno y oposición, y enfrentar desde marzo las tareas ineludibles e impostergables que tenemos de cara a la ciudadanía. No quiero hacer leña del árbol caído, ni llorar sobre la leche derramada, pero sí llamar la atención sobre lo que aquí está en juego, que es la dignidad de la función pública, la cual ha sido demasiadas veces, tanto en política interna como externa, perforada.
—La canciller Urrejola reconoció que fue grabada sin su consentimiento y eso es un delito. ¿Al ser funcionaria publica debió haber denunciado el hecho en la Fiscalía?
No tengo elementos de juicio como para emitir una opinión sobre esa materia. Puede haber aspectos delictivos, pero más que criminalizar este episodio, no basta con la renuncia de la jefa de prensa, hay que hacer una investigación a fondo, hacer efectivas las responsabilidades que correspondan desde el punto de vista político, administrativo y eventualmente penal. La verdad es que esta es la gota que rebasó el vaso y es señal de un déficit en la conducción de la política exterior e interna que es muy grave. Insisto en que esto no es solo en la política exterior, es también en la política interna. Aquí hay una cierta normalización de algo que es anómalo y que no es propio de la conducción de los asuntos de Estado y de gobierno. Es ahí donde se tienen que concentrar los esfuerzos para que entremos en marzo en otra etapa, porque aún ni siquiera hemos cumplido un año de gobierno.
—Usted habla de iniciar una nueva etapa y de tener una rectificación profunda, ¿eso se traduce en un cambio de gabinete grande que incluye a la canciller?
Quiero apoyar al Presidente Boric y a la canciller Urrejola. Ese es el predicamento de todos los excancilleres y no puedo ir más allá porque no soy quién para empezar a hablar de cambios de gabinete, no es mi estilo. Es demasiado evidente para la gente que más allá de las desprolijidades aquí hay una gran cuestión sobre el manejo de los asuntos públicos, sobre la dignidad de la función pública, sobre la política exterior entendida como política de Estado. El gobierno claramente tiene que asumir que aquí tiene un déficit acumulado que es tan evidente que requiere de una rectificación muy profunda. Yo llego hasta ahí.
—¿Cree que esto hecha por la borda el prestigio de la diplomacia chilena?
No podemos seguir en este estado permanente de improvisación, de desprolijidades, de una política amateur que le hace mucho daño a Chile. La política exterior chilena llegó a un gran nivel de prestigio. A mí me tocó ser canciller del Presidente Lagos en los años 2000, luego vino la Presidenta Bachelet. Ese fue el momento de máximo prestigio internacional de Chile y estos episodios desgraciadamente ponen en tela de juicio ese prestigio ganado producto del gran profesionalismo y sentido de Estado que se le dio a la política exterior desde la recuperación de la democracia en 1990. No podemos comprometer eso por una suerte de infantilismo progresista que contamina la conducción del Estado.
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