Integración tributaria y equidad

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¿Elimina esa brecha el sistema semi-integrado? No. Si, como se ha dicho, el argumento es que las rentas altas nunca retiran (o lo hacen en mucho tiempo más), entonces la tasa adicional de 9,45% del semi-integrado aporta nada. En cambio, como el 9,45% se aplica a todos los tramos de ingreso, empeora significativamente la equidad horizontal.



La crítica al proyecto tributario del gobierno se ha centrado en la integración. Se dice que ella implica un retroceso en equidad horizontal, esto es que dos personas que ganan lo mismo, paguen lo mismo en impuestos. ¿Es esto así, particularmente comparado al sistema semi-integrado de la administración Bachelet?

Recordemos los elementos básicos de ambos sistemas. En el integrado el impuesto pagado por la empresa (27%) sirve de crédito contra el impuesto personal de su dueño. En el semi-integrado este crédito es solo parcial (17,55%), por lo que pagará 9,45% adicional.

Se esgrime que la integración trata más favorablemente al ahorro del empresario que al de un trabajador ya que el primero solo termina de pagar sus impuestos cuando retira utilidades. Ahí radicaría la inequidad horizontal. Amén de que esta crítica no tiene que ver con la integración, sino que se refiere a la tributación en base a retiros que también plantea el gobierno, veamos qué hay de cierto en ella.

El empresario tendrá un tratamiento favorable si y solo si, por cada peso que ahorra, tributa a una tasa menor que la del trabajador. Con una tasa personal creciente, esto solo ocurre a partir de ingresos con una tasa marginal superior a la corporativa de 27%. Por sobre ese monto -unos $50 millones al año- cada peso ahorrado por el trabajador tributará a una tasa entre 27% y 35% (tasa personal máxima), mientras que el empresario lo hará temporalmente a la tasa corporativa más baja de 27% (una vez que retire pagará lo restante). En contrapartida, entre personas con rentas inferiores al monto señalado (98,5% de los contribuyentes), el que la base sea de retiros no compromete en nada la equidad horizontal: al igual que el trabajador, el empresario puede ahorrar tributando a su tasa personal que es menor que la corporativa.

En suma, la enarbolada brecha de inequidad horizontal se da: i) solo entre personas de rentas altas que representan 1,5% de los contribuyentes y ii) solo respecto de una parte de sus ingresos (lo que esté por sobre una tasa personal de 27%) y con una brecha máxima de 8% sobre ese monto (35%-27%). A su vez, y esto es clave, esta brecha debe ser evaluada en el periodo completo hasta el retiro de utilidades. Si el retiro es en el corto plazo, la brecha tiende a desaparecer. Si se posterga indefinidamente, la brecha se mantiene.

¿Elimina esa brecha el sistema semi-integrado? No. Si, como se ha dicho, el argumento es que las rentas altas nunca retiran (o lo hacen en mucho tiempo más), entonces la tasa adicional de 9,45% del semi-integrado aporta nada. En cambio, como el 9,45% se aplica a todos los tramos de ingreso, empeora significativamente la equidad horizontal. Particularmente para empresarios de rentas más bajas o para quienes tienden a retirar sus utilidades hoy o en el corto plazo (que presumiblemente son también los de rentas más bajas). Ahí dónde un trabajador paga un impuesto de 0%, el empresario pagará 9,45%; dónde paga 10%, el empresario 19,45% y así.  La inequidad se hace evidente.

Al final del día, si de equidad horizontal se trata, debiera ser bastante claro que la propuesta del gobierno y el fin del sistema semi-integrado apunta en la dirección correcta.

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