Israelism: el documental que muestra la transformación de jóvenes judíos estadounidenses que ahora abogan por los palestinos

Israelism
Simone Zimmerman sostiene banderas estadounidenses e israelíes que hizo cuando era niña en una escuela judía diurna en Los Ángeles. Foto: Nick Damants

Los directores judíos estadounidenses Erin Axelamn y Sam Eilertsen -que esta semana visitarán Santiago como parte de la gira de la productora Tikkum Olam Productions- conversaron con La Tercera sobre la cinta que da cuenta de la transformación que viven jóvenes judíos estadounidenses que desafían lo que se les enseña en sus colegios, donde se borra la existencia de los palestinos.


En un contexto marcado por intensos debates sobre la identidad, la memoria colectiva y el conflicto en Medio Oriente, la película “Israelism” buscar dar cuenta del enfoque de la comunidad judía en Estados Unidos en relación a la educación sobre Israel en los colegios judíos del país, al tiempo que critica lo que describe como el “establishment judío norteamericano” por su adoctrinamiento de jóvenes judíos.

Estrenada antes del 7 de octubre de 2023, día del ataque de Hamas contra Israel, la cinta inicia su viaje con un espectáculo de canto y baile en Jerusalén, organizado por Birthright Israel, una iniciativa que proporciona viajes gratuitos a jóvenes judíos de todo el mundo. La película argumenta que a algunos judíos estadounidenses se les cuenta una historia -sobre judíos que escapan de la persecución y el genocidio para regresar a su patria ancestral- que prácticamente borra por completo la existencia de los palestinos.

A través de esta obra, los directores judíos estadounidenses Erin Axelman y Sam Eilertsen -que esta semana visitarán Santiago como parte de la gira de la productora Tikkum Olam Productions- invitan a la audiencia a reflexionar sobre su propia experiencia como judíos estadounidenses y el impacto de una narrativa en la percepción global del Estado de Israel y sus relaciones internacionales.

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Foto: Sam Eilertsen

Los protagonistas principales de “Israelism” son Simone Zimmerman y un exsoldado estadounidense de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), identificado únicamente como Eitan. Zimmerman se graduó de una escuela judía diurna y comenzó sus estudios universitarios en la Universidad de California en Berkeley como activista proisraelí, pero con el tiempo se convirtió en antisionista.

“Es principalmente una película judía. Las historias de Sam y yo no son exactamente iguales a las de los personajes principales, pero son muy similares. Tuvimos la misma transformación: al principio veíamos a Israel como un milagro de la historia judía, sintiéndonos increíblemente orgullosos de sus logros. Pero luego, tras entrar en contacto con las narrativas palestinas y aprender mucho más sobre la historia palestina, nos dimos cuenta de que, por desgracia, la historia israelí es muy similar a la estadounidense. Israel se creó expulsando a cientos de miles de personas que vivían en esa tierra. El Estado de Israel nunca ha considerado a sus habitantes como seres humanos plenamente iguales. Así que nuestra historia de transformación, de entrar en contacto y aceptar realmente la narrativa palestina, es, diría yo, la historia que define a la comunidad judía estadounidense en este momento”, dijo Axelman en conversación con La Tercera.

“Esta transformación que Sam y yo vivimos es increíblemente común en la comunidad judía estadounidense. Todas las encuestas parecen sugerir que estamos esencialmente divididos en dos: aproximadamente el 50% de los judíos estadounidenses apoyan incondicionalmente a Israel y el otro 50% está horrorizado por las acciones de Israel y se da cuenta de que para vivir nuestros valores judíos y honrar la opresión y el apartheid que enfrentaron muchos de nuestros antepasados debemos luchar por la libertad palestina, en gran medida porque vemos que la lucha de los palestinos y la opresión que enfrentan es muy similar a la opresión que enfrentaron muchos de nuestros antepasados”, sostiene.

Al ser consultados sobre la narrativa palestina a la que accedieron, Axelman cuenta que su historia no es exactamente igual a la de los personajes principales. “Fui a una escuela secundaria pública y había una clase donde podías estudiar lo que quisieras durante el último año. Un profesor que no era judío ni palestino me dijo: ‘¿Sabes algo sobre la historia palestina?’. Y empecé a pensar en ello y me di cuenta de que los libros israelíes que leía, escritos por autores israelíes, no hablaban para nada de los palestinos. Cuando me hizo esa pregunta empecé a pensarlo y me di cuenta de que las narrativas que leía no hablaban realmente de los palestinos. Así que me interesó y durante mi último año me dio muchos libros de historiadores palestinos muy destacados, especialmente Rashid Khalidi y Edward Said. El autor más importante que leí fue Tom Segev, quien es un historiador israelí, y su libro sobre la guerra de 1967 y el comienzo de la ocupación israelí fue muy importante para mí, porque habló sobre estos fenómenos, sobre la ocupación y la Nakba, no como propaganda antiisraelí, sino como eventos reales en la historia de Israel, al igual que la colonización de las Américas y la esclavitud son fenómenos reales en la historia estadounidense”, señala.

“Luego pasé mucho tiempo en la Cisjordania ocupada. Eso fue en 2011, cuando tenía 21 años. Como judío estadounidense, o simplemente como estadounidense en general, se te permite ir a cualquier lugar en Israel y Palestina, mientras que los palestinos están segregados y no se les permite viajar a ciertos lugares. Al observar Cisjordania de cerca se hace evidente enseguida que se trata de un sistema de apartheid. Es un sistema en el que las personas nacidas de padres palestinos no tienen acceso a los mismos derechos que las familias de padres judíos, incluso si viven a 50 o 100 metros de distancia. Ver ese apartheid de forma tan evidente y tan cercana, y ver cómo afectó a mis amigos palestinos y limitó sus opciones y libertades, me horrorizó. Estados Unidos fue un Estado de apartheid hasta los años 60. Los estadounidenses negros no tenían los mismos derechos. Y me sentí muy orgulloso de que mi familia luchara contra el apartheid estadounidense”, cuenta Axelman.

Una imagen muestra una vista del asentamiento israelí de Beni Hever, con la aldea palestina de Bani Naim en una colina más allá, cerca de Yatta, al sur de la ciudad de Hebrón, en Cisjordania, el 12 de febrero de 2022. Foto: Archivo

En cuanto a la transformación de Eilertsen, esta ocurrió en la universidad cuando tomó cursos de historia sobre Israel, Palestina y Medio Oriente, que eran, indica, “historia objetiva y no solo la versión proisraelí”. Además, “cuando éramos estudiantes de primer año, un exsoldado israelí de Rompiendo el Silencio (ONG israelí de veteranos de las Fuerzas de Defensa de Israel) visitó nuestro campus. Y el hecho de escuchar las descripciones de la situación como una ocupación y que hablara de participar en allanamientos de casas palestinas sin orden judicial y de las detenciones sin motivo, etc., esas eran cosas objetivamente horrorosas y violaban los valores que aprendemos como estadounidenses, que son parte de la democracia”.

“Y el hecho de que Israel estuviera violando los derechos fundamentales de los palestinos, negándoles el derecho a vivir una vida normal, y a tener las libertades básicas que valoramos, fue realmente perturbador. Me llevó a un viaje similar al de Erin, tratando de determinar la verdad”, añade Eilertsen.

Al ser consultado sobre las dificultades que han tenido para promocionar el documental, que fue hecho antes de los ataques de Hamas, Eilertsen dice que se encontraban en medio de una gira por los campus universitarios justo antes del 7 de octubre. “Fue un momento muy difícil porque teníamos miembros israelíes y palestinos en nuestro equipo. Conocíamos gente que había perdido amigos o familiares el 7 de octubre. Conocíamos gente que estaba perdiendo a alguien o que tenía gente en peligro en Gaza y Cisjordania. Y al mismo tiempo, de repente nuestra película se convirtió en blanco de intentos de censurar las voces propalestinas. De repente, los campus universitarios donde proyectábamos nuestra película empezaron a recibir miles de correos electrónicos y llamadas pidiéndoles que no la proyectaran, con acusaciones ridículas, diciendo que era antijudía y antisemita, a pesar de que somos cineastas judíos y la película trata sobre el pueblo judío. Algunas universidades intentaron cancelar las proyecciones o implementaron medidas de seguridad muy estrictas. Así que tuvimos que lidiar con el hecho de que la gente intentaba silenciarnos, censurarnos y silenciar nuestras voces”, concluye.

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