Itziar Linazasoro, la enfermera y brazo derecho de Mañalich que ahora está en la mira de la fiscalía

Itziar

Su exjefa de gabinete figura como imputada en la investigación que tiene al exministro de vuelta al centro de la polémica. Aún no ha declarado. Es extremadamente fiel al médico y goza de su confianza, pero no dejó el Minsal tras su caída.


En el Ministerio de Salud dicen que no la han visto trabajando allá. Cuando su jefe, Jaime Mañalich, tuvo que salir de su cargo el 13 de junio, la enfermera de la Universidad Católica Itziar Linazasoro Huerta (42) también debió cesar como su jefa de gabinete, cerrando de golpe un crítico ciclo durante el que contó con su extrema confianza. A poco sus amigos aseguraban que se iba a “reubicar” como jefa de gabinete del subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, con quien se conoce y es cercana desde que ambos trabajaron para el doctor en su primer paso por la cartera, en Piñera Parte I. Pero eso nunca ocurrió, aseguran tanto en el Minsal como en La Moneda.

La última pista suya que dicen tener en Palacio es que se quedó unos días más, cerca de una semana, facilitando el traspaso de mando con el jefe de gabinete que trajo el ministro, Juan Carlos Ríos; después no han vuelto a saber de ella. En el Minsal sí detallaban en esos días -y lo reafirman, hechas las consultas esta mañana- que luego de eso Linazasoro se tomó vacaciones o un receso y que no la han visto de nuevo. Pero en los registros de Transparencia Activa ella siguió figurando como funcionaria a contrata después de la salida de Mañalich, recibiendo la misma renta bruta mensual que le pagaban en su antiguo cargo ($6.401.888), aunque nominalmente ya no como jefa de gabinete, sino que como “profesional gabinete ministerial, grado 2” y con “una asignación de funciones críticas”.

Pero tanto en la Casa de Gobierno como en la cartera son tajantes: desde entonces, ella no volvió a trabajar en el gabinete ministerial. Qué ha sido de sus pasos laborales, qué funciones ha desempeñado todo este tiempo, son preguntas que hasta el momento de publicar esta nota no han hallado respuesta. El mismo registro de Transparencia dice que su contrata expiró el 11 de agosto.

Poco más de tres meses después de la caída de Mañalich, Linazasoro figura ahora como imputada en la investigación que lleva a cabo el Ministerio Público que busca dilucidar el manejo de la pandemia bajo la administración del nefrólogo. Su lealtad a ultranza con él y la confianza mutua la tuvo durante los meses más crudos del virus dentro del exclusivo y reservado anillo con que el ministro conducía la crisis. Era ella quien llenaba personalmente de datos las presentaciones en Powerpoint que acompañaban los balances matinales. Y mientras la defensa del médico alega que ha habido “filtraciones” de testimonios, algunos de los que han circulado aluden y describen directamente el rol que tuvo la profesional en todo esto.

Hasta ahora Linazasoro no cuenta con abogado, pero cuando se le cite a declarar deberá tener un defensor para enfrentar este proceso judicial. De momento, no ficharía a Gabriel Zaliasnik, que representa al ministro. Pero en la defensa de Mañalich creen que cuando la enfermera atestigüe, será una potente contraofensiva que -esperan- desvirtúe los flancos contra el exministro. En La Moneda algunos cercanos al Presidente miran esto con interés: leen que las declaraciones de la ex jefa de Epidemiología y hoy jefa de División de Planificación de Salud (Diplas), Johanna Acevedo (ver subtítulo), describen “bien” el papel que jugó ella.

Pero otras voces sostienen lo contrario: que Acevedo habría “hablado por la herida” porque estaba ya cuestionada en su labor y que por eso la reemplazaron por Rafael Araos. Esta versión también tiene un contrapunto: cercanos a la jefa de Diplas dicen que su redestinación fue un ascenso y no una degradacióny que no tiene problemas con su sucesor en Epidemiología porque son cercanos y porque ella lo llevó al Minsal. Los dos comparten oficina.

Entre toda esta selva de intrigas que ha resultado ser el Minsal (algunas y algunos veteranos dicen que nunca ha sido muy distinto), está el férreo nexo entre Mañalich y Linazasoro, que se remonta al cuatrienio piñerista 2010-2014.

Al contrario de lo que suele creerse, el exministro no la llevó al Minsal al asumir esa vez porque ya habían tejido vínculo cuando ambos trabajaron en la Clínica Las Condes (CLC). Ella fue enfermera clínica y enfermera jefa subrogante del pabellón central de la CLC entre el 2007 y el 2010; antes estuvo en el Hospital del Salvador. Los que conocen la historia detallan que si bien se ubicaban desde ahí, la confianza vino después. A Linazasoro la llevó al gobierno la doctora Liliana Jadue, la primera subsecretaria de Salud Pública de Piñera, porque se la recomendó su entonces jefa de gabinete, Carmen Mena, ingeniera comercial de la Universidad Católica y amiga de la enfermera.

Entonces Jadue tenía alrededor de seis asesores, casi todos provenientes de la cantera gremialista de la Fundación Jaime Guzmán. Linazasoro tuvo cercanía con ese movimiento durante sus años universitarios -recuerdan algunos conocidos suyos- aunque no hizo carrera de dirigente estudiantil. Y aparece en el directorio que publicó la FJG a mediados de esa administración para destacar a sus cuadros que estaban en el aparato público.

De esa época que la conocen con distinto grado de profundidad -según su gente- nombres como el ministro vocero Jaime Bellolio y el también UDI diputado Javier Macaya; el ex UDI y hoy Republicano Arturo Squella; el director del Servicio Civil, Alejandro Weber; el expresidente de la Feuc 2001 e ingeniero comercial, Alejandro Arrau; y la asesora del director de Presupuestos, Carmen Soza.

Jadue no alcanzó a durar un año y renunció luego de conflictos con Mañalich. En el intertanto también se habían ido algunos de sus asesores, recuerdan. Y una versión rememora que el ministro tuvo que prescindir de su primera jefe de gabinete a medio camino, y que entonces estas condiciones habrían propiciado que ambos se acercaran.

Después del 2014, la enfermera volvió a la CLC, pero a la dirección médica, y el 2017 fue fichada como subgerente comercial de la Clínica de la Universidad de Los Andes. Luego de eso volvió al Minsal con Mañalich. Su estilo también había contribuido a la confianza entre ambos, leen algunos.

Linazasoro es descrita por la mayoría de los consultados como una persona que tiene un lado dedicadísimo al trabajo -no tiene hijos-, pero por otro distante de otras personas. En lo primero, describen que el ministro debió haber valorado que sea “muy ejecutiva”, “meticulosa”, “muy eficiente” y “detallista”: en el gobierno recuerdan que a veces llamaba uno por uno a los directores de Salud para contrastar datos. Salvo ella y Mañalich, muy pocos tenían acceso al procesamiento y divulgación de cifras de contagios y fallecidos, flanco que terminó enredando la gestión de la pandemia.

El reverso de su perfil habla de una personalidad retraída, reservada, seria, más introvertida que extrovertida y desconfiada, entre otros rasgos. Otros testimonios la pintan como algo avasalladora y de carácter fuerte.

Pero la máxima era que ella “hacía solo lo que le decía Mañalich”, recuerdan testigos del trato entre ambos. Linazasoro lo acompañaba usualmente a las sesiones matinales del comité de crisis en La Moneda, pero “solo hablaba cuando se lo pedían y solo sobre tasas de contagios, cifras y otros aspectos técnicos". Dicen que nunca la vieron comentando alcances políticos ni menos discutiendo o interviniendo en pugnas, como la que protagonizaron una vez el ministro y la entonces ministra vocera Karla Rubilar.

Con esta última sí tuvo un microepisodio que ya se contó, aunque esta vez con un detalle adicional. Después de entregarle el Minsal a Paris en el Salón Matta de La Moneda, Mañalich bajó a dependencias del primer piso de Palacio junto a su equipo, Linazasoro entre ellos. En un momento dado, Rubilar se fue a despedir de ella (el ministro no estaba presente), haciendo el gesto de extender los brazos. Ella se negó.

Por qué la investiga la Fiscalía

Cuando el juez Darwin Bratti, del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, decidió visar la petición que le había hecho el fiscal de Alta Complejidad Marcelo Carrasco para allanar el Ministerio de Salud e incautar de sus servidores, internos y externos, los correos de Mañalich y de la actual subsecretaria Paula Daza, venía además la petición de ordenar dicha medida intrusiva en contra de Linazasoro, un personaje más bien desconocido. Para ello debió estudiar los antecedentes con los que contaba el Ministerio Público para dirigir una pesquisa de este tipo en contra de ella.

Para que su calidad en esta investigación pasara a la de imputada resultaron clave las menciones que hace la actual jefa de la División de Planificación de Salud (Diplas), Johanna Acevedo, quien antes ocupó el cargo de jefa de Epidemiología en esa repartición.

La profesional instala a la jefa de gabinete de Mañalich como una mujer de confianza del secretario de Estado y que participaba activamente en las estrategias sanitarias y comunicaciones que el Minsal entregaba en sus reportes sobre la pandemia. Si había alguien que podía tener conocimiento de esta eventual brecha –que denuncia Acevedo- entre las cifras de fallecidos y contagios expuestas en el reporte oficial era ella.

“Desde el 2 de marzo levantamos una plataforma para realizar la notificación de los casos sospechosos de Covid-19. La fuente de información de casos notificados y sospechosos es Epivigila. Las autoridades en general no tienen clave de esta plataforma, pero el ministro Mañalich nos pedía remitirle de manera periódica las bases de datos por correo a él y a su jefa de gabinete. Hay dos niveles, la data interna y la data púbica, Mañalich tenía una jefa de gabinete Itziar Linazasoro para elaborar la reportería pública diaria”, sostuvo Acevedo ante el fiscal Carrasco.

Asimismo, la mujer apuntó a que había dos componentes o tres, una era la data pública que salía de epidemiología, que a su juicio “tenía cierta riqueza de información” y que eran los reportes constantes. “Otra son los anuncios diarios de nuevos casos, etc. En ese sentido, el ministro definió que la responsable de la reportería pública desde cuando comenzó esto fuera su jefa de gabinete. Desde febrero yo le reportaba diariamente a Itziar los casos nuevos, viajeros, de dónde venía, etc. Luego los casos sospechosos, lo mismo, y después los casos cuando comenzaron”.

La jefa de Diplas, entonces, apuntó a su responsabilidad en la creación de un sistema distinto para organizar la información sobre la pandemia. “El sistema tenía cierto desfase según el ingreso a planillas y requería que los sujetos estuvieran notificados. Entonces ella decidió un sistema paralelo para llevar la información pública, que era llamar por teléfono a la Seremi para que le informara los casos y yo enviaba en paralelo los reportes nuestros”.

Tras exhibir unas planillas al fiscal, Acevedo dice “aquí hay un extracto que muestra lo que se envió de manera constante a la jefa de gabinete, subsecretaria etc. Número de viajeros, cuántos ingresaron desde China, si fue contactado, localizado, si hay seguimiento activo. Esto fue hasta el 30 de abril, cuando ya había transmisión comunitaria y debíamos focalizar los esfuerzos. La tasa de viajeros con contagio era poca y teníamos muchos contagios, así que se mantuvo la vigilancia de viajeros, con un registro, pero no seguimientos desde esa fecha. Están todos los informes, que fueron desde el inicio y todos los días mandaba a Itziar la base de datos de los casos confirmados, todos los días”.

Sobre los criterios con los que Linazasoro definía para la información del reporte diario y si estos eran consultados al consejo asesor, al jefe de epidemiología o a ella como jefa de Diplas, Acevedo sostuvo que “desconozco sus criterios”. Agregó que “en términos generales eran números similares a los míos y probablemente incluso más actualizados. Después el volumen eran demasiado importantes y yo creo que se dieron cuenta de que tenían que recurrir a la fuente oficial de la data y nos pidió a nosotros que informáramos”.

Es ahí cuando se revela la “brecha” en la información interna que manejaba el Minsal y lo que Mañalich daba a conocer en los reportes Covid-19 a la población, y que es blanco de la investigación del Ministerio Público y en particular al rol de la jefa de gabinete del titular de Salud. “Yo mandaba mis datos, no estaba muy preocupada de lo que ella decía o el reporte público, pero tengo constancia de un correo el 29 de abril donde existió la primera gran diferencia con 90 casos menos a los enviados por mí que el número reportado. De hecho el correo dice ‘dejo constancia’. El correo lo envié el 29 de abril y luego el 19 de mayo nos pidieron a nosotros empezar a hacer el reporte público. Nos lo pidieron por palabra”, declaró Acevedo.

Una vez que el juez Bratti visó la medida intrusiva en contra de Linazasoro, esta se transformó en imputada en el caso. De hecho en la petición de allanamiento del fiscal Carrasco, que luego el fiscal regional Xavier Armendáriz hizo suya para obtener los correos negados por el Minsal mediante intervención de la Corte Suprema, el investigador apunta: “que el ministro Jaime Mañalich y su jefa de gabinete Itziar Linazasoro, habrían decidido implementar un sistema sui generis para la recolección de datos esenciales para la correcta gestión de la pandemia”.

Para el Ministerio Público entonces resulta vital acceder a las comunicaciones que ella tuvo con su jefe, el titular de Salud, pues para el fiscal Carrasco -en su petición para incautar los correos- “más allá de los cuestionamientos que pueden provenir desde la prensa o desde distintas ONG, lo cierto es que, en este caso, la funcionaria encargada del procesamiento de la información es la que advierte de manera constante que el ministro Jaime Mañalich y su equipo no toman en consideración los antecedentes de propia elaboración y prefieren otros sin una aparente justificación técnica”.

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