Karina Oliva: la caída de una estrella fugaz de la izquierda
Tras un vertiginoso ascenso al interior del Frente Amplio, en mayo del año pasado la derecha acudió a votar en masa por Claudio Orrego para impedir que se transformara en gobernadora metropolitana. Meses después, cuando las encuestas coincidían en que sería la candidata a senadora más votada de la RM, denuncias de pagos millonarios a un grupo de asesores volvieron a dejarla en el camino. ¿Podrá volver a ponerse de pie la dirigenta que en los últimos años le dobló varias veces la mano a Boric?
Era la semana previa a las elecciones presidenciales y parlamentarias del año pasado, y Karina Oliva, la candidata a senadora de Comunes que figuraba en las encuestas como la más probable primera mayoría en la Región Metropolitana, sabía que venía un reportaje sobre las rendiciones de los candidatos a la Gobernación Metropolitana en los comicios de mayo (donde había competido), que podría provocarle ruido. Sin embargo, Martín Miranda, su administrador electoral, le había asegurado que sus rendiciones estaban en orden y que le había entregado todos los datos a la periodista de Ciper.
Por ello, la dirigenta oriunda del sector Bajos de Mena, en Puente Alto, y quien había logrado un vertiginoso ascenso al interior del Frente Amplio, jamás imaginó la avalancha que caería sobre ella al conocerse que siete colaboradores suyos habían presentado boletas por $137 millones por servicios realizados en su campaña.
Rápidamente la noticia llegó a los matinales y encendió las alarmas en el comando de Gabriel Boric, desde donde le pidieron a Oliva que saliera a enfrentar las acusaciones inmediatamente, de lo contrario, al candidato presidencial no le quedaría otro camino que quitarle su apoyo, como finalmente ocurrió.
Oliva no se encontraba preparada para salir a explicar las cosas, reconocen hoy en su entorno, y sus declaraciones en las que admitió que pagó altos honorarios con financiamiento fiscal a siete colaboradores para compensar el trabajo ad honorem de ellos en su precampaña ahondó la crisis y la puso cuesta arriba.
La directiva liderada por Jorge Ramírez (expareja de Oliva y padre de su hija Emilia) encargó una encuesta flash a Pulso Ciudadano para que midiera el impacto de la denuncia. El resultado fue demoledor: el 70% de los votantes de Oliva habían dejado de apoyarla.
La disidencia de Comunes, liderada por las diputadas Claudia Mix y Camila Rojas, vio una inmejorable oportunidad de ajustar cuentas pendientes con el “olivismo” que, a juicio de ellos, se había apropiado del partido, los había perjudicado en la designación de candidatos y de recursos en las últimas elecciones y, por sobre todo, no habían sido leales con Boric, al oponerse en forma persistente a una alianza de él con el Partido Socialista y otros sectores de la ex Concertación, como se intentó hacer en primarias.
Según cuentan cercanos a Oliva, este mismo grupo opositor a ellos en Comunes hizo una jugada maestra para apoderarse de la colectividad, al proponerle a Ramírez que renunciara a la presidencia (lo cual hizo) y se echara la culpa para “salvar” a Oliva. Sin embargo, según cuentan las mismas fuentes, al mismo tiempo Oliva, Ramírez y su entorno de confianza eran pasados al Tribunal Supremo y se congelaba su militancia.
Esta era la segunda vez en menos de seis meses que un triunfo electoral se le escapaba a Oliva en los metros finales de la campaña. Meses antes, en la elección de gobernadores realizada el 15 y 16 de mayo, en plena pandemia, la cientista política había logrado conectar con los votantes jóvenes de izquierda, especialmente mujeres, obteniendo 704.227 votos, pero no le había alcanzado para vencer a Claudio Orrego.
Navarro, Mix y Jadue: sus padrinos
En 2010, al salir de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Oliva y su entonces pareja, Jorge Ramírez, desembarcaron en el MAS del senador Alejandro Navarro, que comenzaba a forjar -fuertes pero secretos- lazos con el chavismo.
Recién titulada, Oliva con 25 años, llegó al Congreso como asesora legislativa de Navarro, fascinándose con el poder y coincidiendo con Claudia Mix, quien se convertiría en una de sus madrinas políticas (hoy ambas se encuentran distanciadas y no se hablan a raíz de diferencias irreconciliables sobre el rol de Comunes en el FA).
En 2012, Oliva enfrentó su primera elección como candidata del MAS a la alcaldía de Melipilla, obteniendo 771 votos. “Sólo puso su nombre para rellenar la lista de candidatos del MAS”, recuerda hoy un cercano.
En julio de 2013, cuando el MAS proclamó a Michelle Bachelet como su candidata presidencial, Oliva, Ramírez y Mix, entre otros, lideraron una masiva rebelión y fuga del partido. “Váyanse a la montaña y cómprense chaquetas verde olivo”, les dijo el Navarro en esa oportunidad.
El grupo encontró acogida en el comando de Marcel Claude, entonces abanderado del Partido Humanista para la presidencial de ese año, quien sacó muy pocos votos tras ser acusado por no pago de pensión alimenticia y maltratos laborales.
En 2015, Oliva, Ramírez y Mix, entre otros dirigentes, ya con el conocimiento del tejemaneje de la política criolla, convocaron a diversos grupos sociales que navegaban a la deriva, acogieron a exmilitantes desilusionados -y hasta expulsados- de la Concertación y formaron Izquierda Unida, que posteriormente se llamó Poder y, al legalizarlo como partido, lo hicieron con el nombre Poder Ciudadano.
Con técnicas de trabajo político aprendidas en algunas visitas a escuelas en Venezuela y otros países latinoamericanos, Oliva (el rostro), Ramírez (el articulador) y un disciplinado círculo de hierro comenzaron a trabajar fuertemente en las poblaciones a través de un sistema de reclutamiento muy parecido al de las Juventudes Comunistas. “Nos dimos cuenta de que había una gran cantidad de jóvenes de izquierda que querían participar en política, pero no en el PC y fuimos a ellos”, cuenta un cercano a Oliva.
Rápidamente, Poder Ciudadano fue visto como un botín no despreciable de votos por el Frente Amplio, que los invitó a incorporarse.
Con un discurso de izquierda muy simple, pero bien articulado y mucha simpatía, Oliva, al poco tiempo, fue designada vocera del FA y presidenta de Poder Ciudadano.
En 2017 se anotó un acierto al ser una de las primeras en proponer públicamente a la periodista Beatriz Sánchez como la candidata presidencial del bloque, adelantándose a Boric y a Giorgio Jackson, a quienes obviamente no les cayó bien la jugada.
Ese año, Oliva compitió como diputada por el distrito 12 (La Florida y Puente Alto), saliendo última con un 1,6% de los votos. Sin embargo, la apuesta de Ramírez en esa oportunidad fue competir con candidatos propios en varios distritos de Santiago Poniente y “sembrar” para la próxima elección.
Oliva, una de ellas, continuó su trabajo territorial “de hormiga” en el sector sur de la capital, donde fue forjando una gran cantidad de contactos y relaciones con dirigentes comunales, vecinales, sindicales y profesionales de diversas áreas.
Irrumpe una líder atípica en el FA
Aunque no era parlamentaria, Oliva le sacó el jugo a su vocería frenteamplista. En 2018 lideró varias peleas mediáticas, como la solicitud ante la Corte Suprema para remover al fiscal Jorge Abbott por su rol en las indagaciones por financiamiento irregular de la política; y la acusación constitucional al ministro de Salud, Emilio Santelices, por el protocolo de aborto en tres causales.
El estilo más directo y menos intelectual de Oliva se diferenciaba de los dirigentes de RD que citaban a (Antonio) Gramsci y se reunían habitualmente con el constitucionalista Fernando Atria, recuerda un amigo de la dirigenta. “La Karina no venía de Ñuñoa ni de Providencia, no había estudiado en la Chile ni en la Católica. Era una dirigenta social que venía de una villa en Puente Alto, donde justamente estaba su fuerza electoral, y donde, recordemos, al FA le fue muy mal en la primera vuelta presidencial”.
En 2019, Poder Ciudadano se fusiona con el movimiento Izquierda Autónoma (IA), que tenía una fuerte presencia en las universidades, bajo el nombre de Comunes. Aunque la noticia fue registrada en algunos apuntes en las páginas políticas de algunos diarios, la alianza significaba la unión de los sectores populares con los intelectuales que más tarde sería una de las claves del impulso que tomaría el Frente Amplio.
“Teníamos que abrirnos a los sectores populares, salir de las universidades y ampliarnos, y Poder Ciudadano era la mejor opción”, cuenta un militante autonomista muy cercano a Boric, quien será pieza clave de su gobierno.
En noviembre de 2020, Oliva dio su primer batatazo al ganar en las primarias de gobernadores en la RM, imponiéndose con holgura a Sebastián Depolo (RD), quien era el favorito, y a María José Cumplido, del Partido Liberal.
Con sus característicos lentes de marco grueso, derrochando simpatía en los matinales de TV, una campaña costosa en redes sociales y con el apoyo de Daniel Jadue, Oliva tuvo en las cuerdas a su contendor en segunda vuelta, el experimentado candidato DC Claudio Orrego.
Pero un par de errores de ella bien aprovechados por el equipo de Orrego, sumado al “miedo” de que Oliva ganara, expresado por varios personajes de la derecha, entre ellos por Pablo Longueira en una carta a El Mercurio, hicieron que un gran número de votantes de centroderecha (que no tenían candidato) acudieran en masa a votar por el exedil democratacristiano.
La batalla judicial que viene
El viernes 26 de noviembre del año pasado –un día antes de las elecciones- el fiscal Metropolitano Sur, Héctor Barros, encabezó un mediático allanamiento -junto a personal del Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros (Gope)- a la sede de Comunes, en el marco de la indagatoria por presunto fraude en el pago de boletas de campaña al equipo de Oliva.
Pese al rechazo casi unánime de todos los sectores políticos y la victimización de Oliva a través de un video difundido en redes sociales, la suerte estaba echada y ese domingo obtuvo 112.730 votos (600 mil menos de lo que había sacado como candidata a gobernadora) quedándose fuera del Senado.
Esa noche, mientras el Frente Amplio celebraba el triunfo histórico de Boric, fueron pocas las llamadas de consuelo que recibió Oliva, las que con el pasar de los días fueron disminuyendo hasta llegar a cero.
La derrota y el golpe emocional para Oliva fueron muy fuertes y junto a su hija partió a un largo retiro de varios meses en la playa y luego en el campo, donde intentó descansar y desconectarse de todo. Sus cercanos cuentan que durante esos meses lo pasó mal, adelgazó mucho y nunca más volvió a hablar con Boric ni con sus cercanos, y que su único y gran apoyo fue Daniel Jadue, quien le ha reiterado la famosa frase de W. Churchill acerca de que en la vida se muere sólo una vez, pero en la política muchas veces.
Mientras tanto, la fiscalía está abocada a recopilar información desde el Servel y tomar declaración a sus colaboradores.
Juan Carlos Manríquez, abogado defensor de Oliva, cree que los errores que se pudieron cometer en su campaña a gobernadora fueron producto de la inexperiencia y juventud del equipo de su clienta, los cuales fueron “amplificados” y terminaron tergiversando la elección senatorial.
Un eje de su defensa es que los millonarios montos aparecidos como pagos a asesores de Oliva en la nota de Ciper habrían sido sacados de actas (borradores), que el Servel pone a disposición de los administradores para ensayar la rendición y no de la rendición final.
“Nunca se obtuvo, ni se pidió reembolso por un supuesto desayuno de $50 millones (que apareció entre las denuncias) y a la fecha están aprobadas parcialmente todas sus rendiciones. Todo lo que se dijo de ella y de su campaña con tono escándalo fue una burda operación para alterar su elección como senadora por Santiago, objetivo mañoso que lograron. Pronto debieran quedar descubiertos esos verdaderos culpables”, advierte Manríquez, quien ha intentado reconstruir todo lo ocurrido en la última semana de noviembre de 2021.
La semana pasada, en tanto, la directiva de Comunes, que preside interinamente Ka Quiroz, informó la expulsión de Oliva y su círculo. Esto, a pesar de que todos ellos habían presentado su renuncia a fines de enero.
La diputada de Comunes, Camila Rojas, explica que “las afiliaciones y desafiliaciones son notificadas mensualmente por el Servel a los partidos y eso aún no ha ocurrido. El TS estaba desarrollando desde fines del año pasado la investigación y, por tanto, esta siguió su curso”.
Ka Quiroz agrega que la investigación del TS se realizó “respetando el debido proceso y con total independencia”. Y agrega que el caso Oliva “ha sido un golpe muy duro para un partido en formación”, y que incluso hoy ni siquiera cuentan con una sede donde poder operar, pese a ser parte de un partido del gobierno de Boric con una ministra (Javiera Toro en Bienes Nacionales) y varios subsecretarios.
Y aunque la actual dirigencia fue la que dejó caer a Oliva, su desplome debilitó a Comunes en el proceso de formación del gobierno. Así lo hizo ver Ka Quiroz tras conocerse los nombramientos: “Lamentamos que no se haya considerado en mayor medida las capacidades que como partido hemos puesto a disposición (…)”.
La semana pasada Oliva regresó a su residencia en el barrio Yungay, a cuadras del mandatario electo, con la intención de retomar su vida laboral, resolver su tema judicial y “limpiar” su dañada imagen. Sabe que no será un camino fácil.
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