La memoria incombustible del doctor Orozco: Del sueño de recuperar la U a las anécdotas con su alumno Mañalich

René Orozco
El doctor Orozco descansa en el patio de su hogar.

El ex presidente de Universidad de Chile recuerda sus años como profesor del Ministro de Salud. Critica a los médicos, detalla su rigurosa cuarentena y no pierde la esperanza de recobrar su club.


“Estoy un poco decaído. Los años cuentan y yo ya voy para los 100. Me queda todavía de cabeza y de cerebro, pero el físico está decaído. Menos mal que no me ha venido esta fiebre nueva que ha invadido los continentes”.

René Orozco (90), de profesión médico, expresidente del club deportivo Universidad de Chile durante casi trece años (1991-2004), se cansa a ratos. Su voz se pierde en un ahogo cuando se acelera para expresar sus ideas. Su vocación en la medicina lo tiene atento a la pandemia. El COVID-19, aparte de ser una amenaza por su avanzada edad, no deja de preocuparle por las miles de muertes que azotan al mundo.

“No he salido a ninguna parte, estoy secuestrado aquí. Veo la televisión, las noticias, hago las mismas cosas de siempre. En las noticias se habla todo el rato de lo mismo, de esta enfermedad. Tampoco puedo caminar mucho porque tengo que andar con un burrito. Estoy bastante limitado”, advierte de entrada, con su tradicional vozarrón.

El doctor Orozco sigue con el alma crítica. El tiempo pasado siempre fue mejor. “Creo que el coronavirus refleja el déficit de la medicina mundial. No puede ser que Estados Unidos no tenga ni siquiera investigaciones sobre el tema. Eso no pasaba cuando estábamos nosotros porque estábamos al tanto de todo lo que pasaba porque siempre estábamos investigando. Nunca pensé que hubiese tanto déficit en la medicina actual. Nosotros también vivimos enfermedades nuevas. Yo me gané un premio en Estados Unidos de investigación. Hicimos un tratamiento que lo llevamos a Estados Unidos. Al principio siempre es riesgoso, pero hay que crear soluciones”, dice, con orgullo.

Al momento de analizar la salud chilena, se detiene. Guarda sus críticas. En su memoria viaja al pasado, a fines de la década de los 70’. En esa época creó un lazo con Jaime Mañalich, hoy ministro de Salud, quien ingresó a estudiar medicina a la Universidad de Chile. Orozco destacaba como profesor de nefrología de la misma facultad.

“De la salud chilena no diré nada negativo porque el doctor Mañalich fue alumno mío. Fue un excelente alumno y ahora le ha tocado un tema muy difícil. Ni siquiera en los países más desarrollados, como Estados Unidos o en Europa, han logrado descifrar la cura. ¿Cuál de todos tiene más muertos?”, comienza diciendo.

“Lo tuve en la Universidad de Chile, en la facultad de Medicina. No tan solo fue alumno mío sino también fue ayudante mío en nefrología en el hospital José Joaquín Aguirre . Lo conozco muy bien, es un hombre muy inteligente. Trabajó con nosotros en el centro de diálisis. Además, le voy a dar un dato que se lo van a pelear todos: yo le recomendé que se fuera becado a Canadá. Ahí fue a estudiar y a la vuelta también estuvo un tiempo trabajando con nosotros en nefrología”, revela.

“¿Cómo ha andado Mañalich? Es muy difícil. Con la enfermedad que tenemos, que nadie la conoce y tampoco nadie la resuelve, con un presidente que tampoco sabemos qué resuelve y qué no resuelve. Yo le alabo la paciencia para aceptar todo lo que hablan por la televisión”, dice.

El doctor, pese a sus 90 años, dice no temerle al coronavirus. Intenta distraerse con la visita de sus nietos, que siguen yendo regularmente a su hogar, con todas las medidas sanitarias necesarias. “¿Miedo de qué voy a sentir? Ya uno es sobreviviente. Miedo tienen los que pasaron la vida sin resolver sus problemas. Esos tiene que ser los miedosos. Gracias a Dios tengo una familia muy leal que me sigue viniendo a ver. El mundo no puede vivir en cuarentena. Es deprimente, la gente también se aburre. Y pregúntamelo a mí. Yo llevo en mi casa no sé cuántos meses. Mi señora, como de repente sale a los centros de diálisis que tenemos, me llevaba. Pero ahora nada", dice.

Universidad de Chile, el club de sus amores, sigue siendo una de sus preocupaciones. Sigue firme en su discurso. “Todavía tengo la esperanza de recuperar a la U. La gente pensará que estoy chiflado, pero a nosotros nos robaron a la U. Dijeron que teníamos deudas, pero eran mínimas. Nos robaron. Hoy los futbolistas no son futbolistas, son negociantes. Lo único que les interesa es ganar más dinero. Antes el futbolista jugaba por amor y no por pura plata. La plata siempre ha sido necesaria en todos los trabajos, pero otra cosa volverse loco por ella”.

Orozco ya casi no ve los encuentros de la U. Reitera que el equipo de sus amores dejó de existir, que hoy solo es una sociedad anónima manejada por empresarios. Sin embargo, su lazo con Kramer y Anarkía, los líderes de antaño de la barra de Los de Abajo, la hinchada oficial de los azules, sigue intacto. “Con ellos sigo hablando. Ellos también se comunican con mis nietos para saber cómo estoy y si necesito algo. Son cabros súper preocupados. Han venido a mi casa y todo perfecto”, agrega.

Para cerrar, envía un mensaje a los hinchas azules. Su agradecimiento está intacto hacia el pueblo estudiantil. “La gente de la U siempre se acuerda de mí. Estuve en el sur y mientras caminaba con la ayuda del burrito, toda la gente del sur me saludaba. Todos me saludaban con mucho cariño. Mira: podré no ser dueño de la U, no ser el fundador de la U, pero nadie se va a olvidar de quién fue el que sacó a la U campeón después de tanto tiempo”, cierra.

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