La resaca es más larga que la fiesta
Más allá de las dudas, si quien triunfe el domingo logra mantener la ruta de la moderación será una buena noticia para el país, sin embargo, el daño que el proceso ha causado sobre el tejido social no será fácilmente reparable y se convertirá en un gran desafío de cara al futuro.
El debate del lunes pasado terminó por confirmar lo que ya era conocido por todos: ambos candidatos han moderado sus posiciones en la ruta de la campaña. Gabriel Boric hizo suyos los acuerdos, el orden, la gradualidad, la focalización y hasta el rodeo. José Antonio Kast hizo suya la diversidad, la distancia entre las convicciones personales y la sociedad, la cancelación cultural, la mirada más maximalista del Estado y trajo de vuelta el Ministerio de la Mujer. Habrá quienes postulen que los giros de un sector han sido más relevantes que los otros (los sesgos de confirmación operan fuerte estos días), pero no hay duda de que desde los extremos la estrategia ha sido converger hacia el centro.
Esta confluencia admite al menos una doble lectura: por una parte, puede interpretarse como una estrategia electoral en orden a conquistar votantes que se sientan distantes de los extremos (lugar desde donde provienen los candidatos que aspiran a La Moneda). Por otra, puede entenderse como un proceso de madurez, un baño de realidad o un ajuste natural para dos candidatos que jamás pensaron que estarían en esta posición y cuyos objetivos primarios apuntaban a otros nortes. La primera opción entiende que el giro sería superficial y, por lo tanto, intrínsecamente voluble. La segunda, apostaría por un desplazamiento más de fondo y por una reinstalación en el espectro político.
Sin lugar a dudas, ambas posibilidades continúan abiertas y solo podrán ser confrontadas cuando los hoy candidatos regresen a su hogar político. Gabriel Boric volverá a Apruebo Dignidad como un socialdemócrata, abrazado por grandes figuras de la Concertación y llevando bajo el brazo los valores fundantes de la transición. José Antonio Kast volverá a su domicilio de la mano de Chile Vamos, rodeado por figuras de una derecha liberal y enarbolando una moderación que probablemente sea evaluada como amarillismo. En ese momento se activarán las cuentas por cobrar y veremos qué tan penetrantes fueron los cambios. Los hermanos políticos, que durante esta campaña han tenido más de compañeros incómodos que de otra cosa, jugarán un rol preponderante en este proceso. Probablemente las cuentas más abultadas vendrán desde el Partido Comunista y el Partido Republicano.
Si el camino de regreso conduce a La Moneda será todo un desafío armonizar antiguos y nuevos amigos. Observar la composición del gabinete dará luces al respecto. Si, por el contrario, la rueda de la fortuna los ubica en la oposición, la tentación será aún mayor. Ambos serán provocados por sirenas que con su canto buscarán volverlos al origen y reinstalarlos en la trinchera. Vociferar puede ser la nueva herramienta.
Más allá de las dudas, si quien triunfe el domingo logra mantener la ruta de la moderación será una buena noticia para el país, sin embargo, el daño que el proceso ha causado sobre el tejido social no será fácilmente reparable y se convertirá en un gran desafío de cara al futuro. No debemos olvidar que en la senda de la mesura los candidatos llegaron solos, mientras el país se instalaba cada vez más en los extremos. Ojalá la resaca no sea mucho más larga que la fiesta.
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