La Roja junta rabia: las incomodidades de Chile en Argentina que arengan al equipo de Lasarte
No solo la rivalidad con los transandinos, que en el último tiempo se ha transformado en una de las principales del fútbol sudamericano, inspira a la Selección. También hay elementos asociados directamente a este duelo. El estratega toca la fibra íntima del plantel para que consiga su mejor rendimiento.
Enfrentar a Argentina es, para Chile, una motivación que no requiere grandes explicaciones. Lo fue siempre y mucho más ahora. Las disputas que han animado ambas selecciones en la última década, en la que han peleado dos títulos continentales, que quedaron en manos de la Roja, ya son razones suficientes como para que uno y otro plantel se miren con respeto y que reconozcan una rivalidad reciente, pero que ha concitado el interés del fútbol sudamericano. Ya se habla, con propiedad, de un clásico.
En esa línea, Chile busca elementos adicionales al futbolístico para elevar su estado de ánimo antes del choque frente a la Albiceleste. Y los encuentra ahí, a la mano. El largo periplo que tuvo que cumplir la escuadra de Martín Lasarte para llegar a Santiago del Estero es razón suficiente como para que la Roja ingrese a la cancha con el cuchillo entre los dientes, dispuesta a pasarle la cuenta a la escuadra de Lionel Scaloni por las incomodidades que implicó el trayecto hacia un localidad que nunca había sido elegia para albergar un encuentro de esta magnitud.
La Roja pudo encontrar algo de comodidad recién en las horas previas al encuentro. El hotel en que espera el pitazo inicial cuenta, al menos, con las comodidades que requiere una delegación de alto nivel competitivo. Sin embargo, todo lo que pasó antes sacó de quicio a los jugadores. El desplazamiento, que históricamente, cuando se jugaba en Buenos Aires, implicaba no más de dos horas, ahora ocupó nada menos que 11 horas. La ANFP intentó evitarlo, incluso a través de una queja formal a la FIFA, pero fracasó en el intento. Ni siquiera se consideró que los transandinos incumplían con largueza la disposición de que la sede de los encuentros de esta categoría debe ubicarse a un máximo de 150 kilómetros de distancia del aeropuerto internacional más cercano y a un máximo de dos horas de trayecto en carretera. Ahí empieza un suplicio que la escuadra nacional quiere cobrar esta noche.
La vieja escuela
No solo la llegada al escenario del encuentro fue un lío. También lo fueron los desplazamientos internos, ya en suelo argentino. Y, sobre todo, las esperas. La delegación tuvo que aguardar casi tres horas para cumplir con el trámite del examen de PCR al que debía someterse al arribo a Buenos Aires. Y no fue, precisamente, una espera grata o con grandes comodidades. Por el contrario, ni siquiera se dispusieron asientos para que, principalmente los futbolistas, pudieran descansar mientras esperaban el turno de pasar por el hisopado. Literamente, tuvieron que pasar buena parte del tiempo de pie.
Integrantes de la comitiva describen las prácticas como más cercanas a las que se ejercían en el fútbol sudamericano en los ochenta, sobre todo en el Atlántico y con algunos equipos transandinos como principales exponentes. La denominada ‘vieja escuela’ que ya parecía desterrada de las competencias sudamericanas. “Nos metieron una odisea de viaje. Anti ley y anti esencia del juego”, grafican en la delegación, en línea con el reclamo que hicieron llegar a Zúrich, sin ser considerados por el organismo que rige al fútbol mundial y que ha manifestado profusamente su preocupación por el juego limpio.
Lasarte arenga
En las últimas horas, sin embargo, la Roja ha intentado enfocarse en el partido. Martín Lasarte se ha encargado de fortalecer anímicamente al grupo. El entrenador ha sostenido varias charlas, individuales y grupales, con sus jugadores. En todas ha transmitido la importancia de la oportunidad que tienen de dar un paso clave hacia el Mundial de Qatar y de mantener la condición de rival de respeto frente a una de las escuadras más linajudas del balompié mundial. Machete se ha apoyado en los principales referentes de la Generación Dorada, como Claudio Bravo, quien portará la jineta de capitán, Gary Medel, Alexis Sánchez y Charles Aránguiz para pedirles que intensifiquen ese mensaje.
El entrenador también les ha intentado tocar la fibra más íntima a los jugadores de menor experiencia quienes son, por razones lógicas, quienes más respaldo necesitan antes de un partido crucial. A ellos les ha dicho que están frente a una oportunidad imperdible para sus carreras. “El mensaje ha sido que están a las puertas de dar un salto hacia la grandeza”, confidencian desde la concentración.
El plantel nacional asume el prestigio que debe cuidar. Los jugadores disfrutan incluso que desde los logros en las Copa América de 2015 y 2016 en Argentina les reconozcan un nuevo status. Incluso que pongan a la par de los que consiguen frente a sus grandes rivalidades históricas, como Alemania o Brasil, las victorias que consiguen frente a la Roja. Por eso, a Santiago del Estero, llegan con las ganas a tope. Con rabia. A pasar cuentas.
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