La tensión sin resolver en el Minsal entre las subsecretarías de Daza y Zúñiga
Menos de dos semanas después de la caída de Jaime Mañalich, los equipos de la jefa de Salud Pública y el de Redes Asistenciales arrastran un conflicto por las responsabilidades en las fallas de gestión del ex ministro. Gran parte está anclado en el manejo de las residencias sanitarias, que el antecesor de Enrique Paris le asignó a Zúñiga, pero que el nuevo jefe de cartera dejó en manos de Daza y de Rodrigo Ubilla después que se conocieran irregularidades. Cada bando responsabiliza al otro de falencias en la administración del sistema, mientras los dos subsecretarios tejen apoyos en RN y en la UDI.
En el ministerio relatan que el aviso llegó ayer en la tarde: a contar de hoy, Arturo Zúñiga deja de tener como jefe de gabinete al abogado Jorge Acosta y en su lugar asume la enfermera Itziar Linazasoro, que tenía ese mismo puesto bajo Jaime Mañalich y fue la primera en perder su cargo cuando llegó Enrique Paris el sábado 13 de junio.
El subsecretario de Redes Asistenciales y ella formaron parte del estrecho círculo de extrema confianza del caído jefe de cartera -al ingeniero comercial UC le dicen “su secretario” por su lealtad pétrea a él- y entre la agitación por los movimientos de piezas en la cartera, este es leído como un intento de ambos, pero sobre todo de él, de fortificarse tras perder su principal sostén y su casi única red política. La enfermera era quien completaba, ingresando datos a mano, las presentaciones de números y gráficos sobre contagiados y fallecidos que marcaban las vocerías de Mañalich.
La reubicación de Linazasoro -quien, durante el primer gobierno de Piñera, fue jefa de gabinete del subsecretario de Salud Pública, Jorge Díaz- llega cuando Zúñiga lleva semanas lidiando con las denuncias de irregularidades en el arriendo de hoteles como residencias sanitarias, que ya ha detonado investigaciones del Ministerio Público y de la Contraloría General de la República, la destitución de tres funcionarios de su equipo (entre ellos, dos operadores de la UDI, Alexis Flores y el sumariado Orlando Durán) y un flanco cuando menos inoportuno en el aparato basal del combate a la pandemia.
A su vez, y en un episodio de corte distinto, la subsecretaria de Salud, Paula Daza, encara desde ayer el trascendido de que su chofer arrojó un PCR positivo cinco días antes de que ella se fuera a cuarentena; solo ahora se conoce que ella sabía ese dato. Además, con Paris declarándose un ministro que no es de continuidad -dijo todo lo contrario cuando asumió flanqueado por ambos para despejar rumores de eventuales renuncias- configura un ambiente que en el Minsal califican de bastante áspero entre ambos equipos. Y cuando no van ni dos semanas del cambio de ministro.
El asunto es bien conocido en el ministerio, en La Moneda y entre los aliados de ambos subsecretarios, aunque ellos dos nunca, que se sepa, se han enfrentado personalmente. La tensión se traduce en trascendidos cruzados que intentan responsabilizarse mutuamente de parte de los errores que se le atribuyen a la gestión del caído ministro, uno de cuyos puntos es -precisamente- no haber manejado a tiempo y eficazmente el enorme engranaje necesario para aislar contagiados a través de la red de las residencias sanitarias.
El sistema ha andado lento y con deficiencias tales -principalmente baja ocupación de camas-, que el Presidente Sebastián Piñera ha reprendido a ambos subsecretarios más de una vez -cuentan testigos- por este asunto “sin que asomara un responsable”. Con esta presión -además de las irregularidades-, en el Minsal relatan que ambos equipos se enrostran culpas.
La arista de trazar y aislar, como se sabe, no fue priorizada por Mañalich pese a que el Consejo Asesor COVID-19 se lo pidió desde el inicio, y a que Daza era también partidaria de la idea; se comenzó a implementar hacia el final de su gestión, y ha sido acelerada por Paris.
Hasta donde reconstruyen los conocedores de la trama, el primer hito ocurrió cuando el ex ministro determinó asignar la gestión de las residencias a la subsecretaría de Zúñiga, pese a que en el aparato gubernamental recalcan que lo lógico -aunque algunas versiones advierten matices en esto- era que recayera en Salud Pública. Eso, pues de ella dependen las secretarías regionales ministeriales, que son las que deben ir a localizar en terreno a los “usuarios” de estos establecimientos.
Según reconocen cercanos a Zúñiga, Mañalich hizo esto debido a su estilo reservado y receloso de personas fuera de su círculo de confianza: Daza llegó al cargo el 2018 propuesta por Emilio Santelices, antecesor y rival del nefrólogo. En el círculo de ella relatan que debido a eso no tuvieron injerencia en las residencias durante la mayor parte del tiempo.
El asunto se complicó porque, además de las irregularidades, las residencias tenían baja ocupación. Una explicación que dan en La Moneda es que se determinó que las piezas con más de una cama se podían llenar si se aislaban familias, pero que si era un solo paciente, el resto de la habitación quedaba “bloqueada” o desocupada. En Palacio explican que esa decisión habría sido de Redes Asistenciales.
En dicha subsecretaría matizan con otro comentario: que si Zúñiga se hizo cargo de eso, fue porque el equipo de Daza no tuvo la capacidad de cumplir eficientemente y que con esa medida “sí se logró armar una cuestión robusta”. En la de la subsecretaria insisten en que debido a la orden de Mañalich, ella no tuvo un papel en la gestión hotelera clínica, salvo en casos puntuales al inicio de la crisis, y solo en Santiago.
Con todo, y sin negar el conflicto, en el gobierno hacen ver que es un problema “histórico” del Minsal el que ambas subsecretarías no se coordinen.
El cuadro se alteró notoriamente después de que se conocieron las irregularidades. La semana pasada, relata una versión de La Moneda, Zúñiga habría planteado que la gestión de las residencias pasara a manos de Salud Pública y dejara de estar en las suyas; incluso se lo habría pedido al Presidente durante una sesión del comité de crisis del pasado viernes, pero entonces el Mandatario no se pronunció. Otro testimonio dice que no fue así. Como sea, el lunes de esta semana Paris anunció que la tarea dejaba de estar en Redes Asistenciales y pasaba exclusivamente a Salud Pública y al asesor presidencial Rodrigo Ubilla.
Mientras en el equipo de Daza leen que eso fue precisamente a causa de las denuncias, en el de Zúñiga lo niegan y dicen que fue él quien ordenó despedir a Durán y Flores (aunque los cercanos a este dicen que renunció por su cuenta). Y que el último cambio de manos fue porque ya “había cambiado la lógica” de la pandemia y que se requería el aparataje de Salud Pública. De cualquier manera, la decisión anunciada por Paris ha provocado que ambos subsecretarios y sus equipos -en medio de este ambiente- se hayan tenido que reunir más de una vez para gestionar el “traspaso de mando” del manejo de las residencias.
El proceso no es inmediato y tomará por lo menos lo que queda de esta semana. Pero tiene una interrogante. Como Zúñiga anunciaba más medidas según se han ido conociendo denuncias, la última fue una auditoría a todos los contratos de arriendo. Por eso mismo, dicen en el staff de Daza, el traspaso se está haciendo con lupa: Salud Pública está evaluando y recopilando toda la información de Redes Asistenciales para después decidir qué hacer en caso que haya más contratos con problemas, lo que eventualmente podría llevar a renegociar algunos (esto, mientras en algunos casos no se ha pagado aún a la espera de los informes de cumplimiento). Eso debería terminar cerca del martes de la próxima semana.
En el equipo de Daza dicen que tienen que hacerlo así porque antes no tenían acceso a esa información.
Mientras esto se resuelve, en ambos bandos han buscado apoyo político, o al menos eso se lee en el gobierno. Zúñiga es respaldado por la UDI y no solo por cercanos suyos como Jaime Bellolio y Javier Macaya, sino que también por la presidenta Jacqueline van Rysselberghe, en la antípoda interna de los diputados. Se han reunido y en el partido quieren que vuelva a militar.
Daza no tiene partido, pero no está sola. Tiene como aliada a la ministra vocera Karla Rubilar, con quien es cercana pero además tiene el nexo de la madre de la vocera, la ex alcaldesa Vicky Barahona, que es asesora de su gabinete cerca desde mayo. Y también tiene a Ubilla: el padre de la subsecretaria, Pedro Daza, fue uno de los fundadores de RN.
Volviendo a Linazasoro, dos cosas. Los aliados de Daza dentro y fuera del ministerio apuntan a ella como uno de los actores clave de las intrigas en el Minsal. Y habrá que ver -cuentan- si su nuevo cargo afectará o no al equipo de asesores de Zúñiga, que allá cifran en cerca de una decena: Andrés Blume, Julio Gutiérrez, Sergio Escobar, Hugo Sáez, Lizzy Calcano (jefa del departamento de desarrollo institucional y administración interna), Pablo Muñoz, Cristián Orellana, Hugo González, Andrés Mercado, Andrés Llarena (encargado de traer los ventiladores mecánicos al país), Marcela Zúñiga, y Claudio Robles.
¿Y Acosta, hasta ayer jefe de gabinete de Zúñiga? Tampoco deja el Minsal, al que llegó con Santelices: fue fichado como asesor del gabinete del ministro Paris. Y en paralelo está colaborando con las pesquisas de Contraloría por el caso residencias sanitarias. El organismo ha consultado por personas y cargos, y él ya envió un informe por escrito.
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