La victoria de los ex adictos

quinto retiro
Dedvi Missene


Fuera de toda duda, el gobierno obtuvo esta semana una victoria en el Congreso. Con alto costo, con heridas en un parlamento fragmentado, con incomprensión en muchas personas, pero es el primer triunfo. Mediante una maniobra envolvente, de alto riesgo, el gobierno logró detener el quinto retiro. La dupla Jackson-Marcel logró salvar su objetivo final, y la intuición del Presidente de poner a su alfil en La Moneda y al estructurado economista a cargo de cuidar el flanco de las finanzas dio su primer fruto.

Las páginas de los diarios hasta ahora estaban llenas de juicios rápidos que trataban de instalar que había improvisación, dada la juventud de los nuevos ocupantes de La Moneda. Como ejemplo de ello, Ascanio Cavallo, el decano de los columnistas, dijo que lo que venía era “una derrota estratégica en la unidad de propósitos del gobierno”. Varios pueden entonces en estos días recordar como en algún momento el mismo periodista vaticinó que Ricardo Lagos no llegaba al fin de su mandato.

Los retiros de las AFP se habían convertido en la nueva droga de los políticos. Era un veneno del cual se enamoraron muchos parlamentarios, como dice la canción de Ricky Martin. A nadie le importaba los efectos obvios inflacionarios, porque la presión de las necesidades sociales -que se han complicado aún más con la crisis económica derivada de la pandemia-, podía más que el discurso racional. Parecía normal que las desigualdades profundas que vive el país debieran financiarse con el dinero de los trabajadores y no con planes del gobierno apalancado por una reforma tributaria en serio.

Enfrentar ese dilema no es fácil para ninguna administración y esta logró hacerlo. No solo es mérito de la persistencia del ministro Marcel o la muñeca de Jackson, sino que los otros integrantes de la coalición que en su momento fueron diputados que también alucinaron con esta idea especial como caída de otro planeta. Ellos fueron capaces de aguantar los paletazos en redes sociales y salieron a defender la misma racionalidad económica que habían escupido en el pasado. No es fácil para una coalición que construyó su reputación en el espacio digital y que siempre acusó al resto de los actores políticos de malas prácticas.

El proyecto del gobierno fue diluido lo suficiente para que fuera inaceptable para vociferantes, y funcionó perfecto como cebo. Alguien puede decir que en realidad no había estrategia, sino que operó la fortuna, pero como decía Napoleón en este tipo de batallas son mejores los generales con suerte. Sabiamente la Segpres decidió no insistir, y con ello se abre la oportunidad de volver a instalar comunicacionalmente las propuestas gubernamentales y en especial el Plan Apoyo que había quedado sumergido en el impasse de los vuelos de migrantes y la alharaca de los nuevos retiros.

También hay que leer los costos y las señales. Esta jugada se podrá hacer solo una vez y hay que recomponer heridas en el Congreso. Para las personas será difícil entender que los mismos que votaron siempre por disponer de los fondos de las pensiones se volvieron firmes para rechazar en este caso. Es natural que se desconfíe de los ex adictos a los retiros, ahora redimidos. Pero es hora de salir a capturar la agenda, aprovechando el impulso dado por el punto difícil que logró anotar el Ejecutivo.

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