Las dudas sobre el misterioso avión con tripulantes venezolanos e iraníes retenido en Buenos Aires
Tras una semana varado en territorio argentino, poco a poco se empieza a esclarecer el extraño caso de la aeronave que transportaba autopartes y un contingente de 14 venezolanos y cinco iraníes. Situación que encendió las alarmas por una posible relación con Al Quds, rama de operaciones en el extranjero de la Guardia Revolucionaria Iraní.
Podía ser un Boeing 747 como cualquier otro. Uno más de los cientos que transportan pasajeros de forma transatlántica por el mundo y que llegaba a territorio argentino. Pero este tenía apellido: era un Boeing 747-300 y en el exterior se veía la bandera de Venezuela y el logo de Emtrasur, compañía filial del estatal Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa), tras 15 años prestando servicios a la compañía iraní Mahan Air, según la BBC. En su interior, 14 venezolanos y cinco iraníes eran transportados, pero el vuelo afirmaba ser de carga.
Cuando aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en Buenos Aires, las sospechas aún no se desataban. Corría el 6 de junio y, tras no poder descender en la capital argentina por la intensa neblina que cubría la ciudad, debió dirigirse a Córdoba para, cuando las condiciones lo permitieran, retornar a Ezeiza.
Estados Unidos, cuarto actor de esta historia, hace aquí su aparición. Conviasa y Mahan Air están sancionadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros y Sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC).
Esta última es acusada por Washington de prestar apoyo logístico a Al Quds, asociación que realiza las operaciones en el extranjero de la Guardia Revolucionaria Iraní y calificada como terrorista por EE.UU.
En el informe elaborado por las autoridades argentinas se afirmó que el avión “provenía de Caracas, Venezuela, con 19 tripulantes de nacionalidad venezolana e iraní” y que, “según los registros de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) y de las bases de los organismos consultados, no pesaba sobre ninguno de los tripulantes alerta, restricción e impedimento”, por lo que se permitió su ingreso al cumplir todas las normativas.
Hasta ese momento, la tripulación había descendido de la nave para descansar en el hotel Holiday Inn de Ezeiza, afirmó el diario La Nación. Tras el vuelo, el avión necesitaba combustible, pero ni Shell ni YPF quisieron entregárselo por temor a la ordenanza estadounidense, pues dentro de la sanción también anunciaron castigos a quien diera apoyo logístico a las compañías.
El resultado fue que, para el 8 de junio, la nave salió rumbo a Paraguay, siéndole denegado su ingreso por las autoridades locales. Según el sitio especializado Flightradar24, el transponder se mantuvo prendido mientras volaba hacia Argentina y cuando intentó entrar a espacio aéreo paraguayo.
Una vez de regreso en Ezeiza, y tras ser informados por distintas agencias extranjeras de la posible presencia de agentes de Al Quds en la tripulación, las alarmas finalmente saltaron. Una delegación de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), la Aduana, la Dirección de Migraciones y la Policía Federal los esperaban en el aeropuerto.
“La DNM dispuso retener la documentación de la tripulación y otorgar una autorización provisoria de permanencia que no implica ingreso legal en la Argentina y dio intervención a la Policía de Seguridad Aeroportuaria”, se lee en el informe de las autoridades.
El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dijo a Radio Perfil que “con posterioridad al ingreso se recibe información de organismos extranjeros que advertían acerca de la pertenencia de parte de la tripulación a empresas relacionadas con la Guardia Revolucionaria de Irán”.
Las sospechas se arrastraban desde Paraguay, quienes aseguran haber informado a los servicios de inteligencia del país vecino sobre el vuelo y la incongruencia en el número de pasajeros. Eran demasiados para ser un vuelo de carga. En mayo, la misma aeronave había hecho un vuelo al país donde, según la factura publicada por Infobae, llevó un cargamento de cigarrillos desde Asunción hasta Aruba, el que está valuado en US$ 755 mil. Siete iraníes y 11 venezolanos viajaron en dicha ocasión.
En este nuevo vuelo, el Boeing 747-300 llevaba, supuestamente, autopartes para producir paneles y asientos para el modelo de camioneta Taos, de la marca Volkswagen. Sin embargo, tanto la compañía SAS Automotriz SA, sindicada como el comprador de las autopartes, como Volkswagen Argentina, se desvincularon del vuelo, afirma BBC.
De los cinco iraníes retenidos, el del piloto Gholamreza Ghasemi es el nombre que preocupó especialmente a las autoridades argentinas. “Es familiar del ministro de Interior de Irán y su nombre coincide con el de un miembro de la Guardia Revolucionaria y administrador de una empresa ligada a Al Quds”, explicó el ministro Fernández. “Si me preguntan si es él, no lo sé. Coincide el nombre”, agregó.
Inicialmente, se les retuvo los pasaportes a las 19 personas que abordaban el vuelo y fueron trasladados a un hotel. Para el viernes 10, se les devolvió el documento a los venezolanos, pero este lunes, el juez federal Federico Villena ordenó la custodia por 72 horas más de los pasaportes iraníes, así como la toma de huellas dactilares de los cinco tripulantes provenientes de Irán, reportaron medios locales.
El panorama cambió cuando, horas después de la decisión del juez federal, la fiscal federal Cecilia Incardona solicitó realizar una investigación oficial contra los tripulantes iraníes por posibles vínculos con el terrorismo.
La historia parece lejos de terminar. Una trama que, hasta el momento, involucra a cinco países, abre potenciales discusiones diplomáticas luego de la visita del Presidente venezolano, Nicolás Maduro, a su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, y que aún mantiene un velo de dudas sobre el misterioso vuelo venezolano-iraní.
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