Los protagonistas de la angustia en el K2: la historia de quienes se resisten a decaer
En medio de la desazón de no tener respuestas, un grupo de rescatistas arriesga su vida para encontrar a los montañistas. Sus nombres y el de los desaparecidos comienzan a calar hondo en el colectivo mundial. ¿Quiénes son y por qué enfrentan a la muerte en una de las montañas más peligrosas del planeta?
Una terrorífica calma se apodera de la cima del K2. A más de ocho mil metros de altura solo se escucha el implacable viento invernal. Mil metros más abajo resuenan los helicópteros de rescate. Bajo ellos un grupo de heroicos alpinistas y militares intentan dar con el paradero del chileno Juan Pablo Mohr, el pakistaní Ali Sadpara y el islandés John Snorri. Pero la montaña no da tregua. El instinto asesino del macizo de Karakórum es mundialmente conocido, por eso la situación es crítica. Desesperados, el grupo de rescate batalla con vientos sobre los 100 kilómetros por hora y temperaturas que llegan a los -50 grados para encontrar a los montañistas. Nombres desconocidos para la mayoría de los chilenos hace una semana, pero que día a día toman más fuerza en el subconsciente nacional. Tras cuatro jornadas sin novedades las esperanzas de un milagro disminuyen drásticamente.
Juan Pablo Mohr, hoy está de cumpleaños. Son 34 años para el arquitecto, fanático del montañismo, que a los 17 descubrió su pasión. Un cumpleaños impensado por donde se le mire. Sus más cercanos confían en que su experiencia lo mantenga con vida en la cima de una de las montañas más mortíferas del mundo. La reputación de la misma, hace pensar lo peor. Pero si existe alguien que pueda estar resistiendo en un clima tan hostil como el del K2, es el chileno.
Ya ha logrado ascender a la cima de cinco “ochomiles”, la clasificación con la que se denomina a las montañas más altas del mundo. Primero fue Annapurna (8.091 m) y después Manaslu (8.163 m). En 2019 llegó el turno del Lhotse (8.516 m), y tan solo seis días y 20 horas después, el Everest (8.848 m). La lista la completa el Dhaulagiri (8.167 m). En esos logros piensan quienes se resisten a la mayor tragedia. Si es que el K2 aún no ha cobrado una nueva victima, también debe estar pensando en su padre que le inculcó el montañismo, y en sus tres hijos. En su labor en la Fundación Deporte Libre, en su fallecido amigo Sergi Mingote y en todas las veces que terminó sus expediciones y consiguió llegar a casa.
Pero Mohr no estaba solo. Lo acompañaban dos personas más. Uno es John Snorri. El islandés también es un experimentando en la disciplina. Tiene cuatro “ochomiles” a su haber, incluido el K2, pero en verano. Padre de seis hijos, es uno de los mejores montañistas de la historia de su país. Su gran sueño era conquistar el K2 en invierno. Ahora lleva desaparecido cuatro días.
El equipo lo completaba Alì Sadpara. Un héroe en Pakistán. El montañista nació en Sadpara (por eso se le conoce con ese nombre), un pueblo que está ubicado a 10 kilómetros de una de las entradas a la cordillera de Karakórum. El crecer rodeado de las montañas más grandes del mundo fue un estimulo importante, pero Ali no siempre fue montañista. Comenzó extrayendo mármol en Beluchistán, después fue portador, llevando cargas a campamentos y bases militares ubicadas en los glaciares de Pakistán. En 2004 comenzó con la altura y nunca la dejó. Dentro de sus logros están ocho de los catorce “ochomiles”, cuatro ascensiones al Nanga Parbat (8125 m) y haber logrado patentar una nueva ruta en solitario al Spantik (7027 m).
Cumplió 45 años en el campamento base del K2, cuatro días antes de su desaparición. Un dolor que se comparte en todo su país. La figura de Sadpara genera admiración en la nación asiática. Sus hazañas eran seguidas por todo Pakistán a tal punto que el mismo gobierno se había comprometido a pagarle su próxima expedición al Tíbet y Nepal para conseguir los seis “ochomiles” que le faltaban. Sus compatriotas se aferran a la posibilidad de volver a verlo.
El equipo de rescate
El mundo del montañismo está en shock. Pese a que la reputación del K2 es conocida por cada persona que se acerca a los macizos, cada vez que esta ataca no deja de sorprender. La montaña, por más fuerte que suene, es un verdadero ataúd para quienes intenten dominarla. De cada cuatro personas que logran llegar a la cima, una fallece.
Sus características topográficas, sumadas a las condiciones climáticas extremas que se producen a los 8 mil metros de altura, hacen de la misión de rescate un desafío casi tan peligroso como escalar hasta la cima. En cuatro días los resultados han sido negativos y hoy de nuevo debió suspenderse la búsqueda. Pero los voluntarios y militares que intentan encontrar a Mohr, Snorri y Sadpara no se rinden.
Hasta ahora el nombre más mediático ha sido el Sajid Sadpara, hijo de Ali. El también montañista fue parte de la cordada, pero regresó tras tener problemas de oxígeno en la zona llamada “Cuello de Botella”, una de las más peligrosas de la ascensión. Fue la última persona que vio a los desaparecidos. Su relato ha sido clave para teorizar sobre lo que pudo haber pasado en la cima del K2. Pero su diagnostico es desolador. Hace dos días dijo que no tenía esperanzas de ver vivo a su padre ni a su compañeros de expedición.
Imtias y Akber Sadpara por otra parte buscaran llegar por tierra. Van a desafiar a la montaña con tal de encontrar a Alí, Mohr y Snorri. Ambos son alpinistas de primer nivel y ya han logrado la cima del K2, pero nunca en invierno. El clima es una odisea, pero no van a desistir. Alì fue su modelo a seguir cuando comenzaron a escalar, ahora ocuparan todos sus recursos para traerlo de vuelta.
Vanessa O’Brien ayuda desde la distancia. La montañista mundialmente conocida está coordinando a través de un campamento base virtual los esfuerzos de búsqueda y rescate. La británica- estadounidense es conocida por haber sido la primera mujer en alcanzar los puntos más altos y profundos de la tierra, cuando logró descender hasta la Fosa de las Marianas. Además es una experta de la montaña.
Además de decenas de militares pakistaníes, hay otras dos personas comprometidas con el rescate. Uno es Elia Saikaly, cineasta y alpinista, quien estaba cubriendo la travesía de los desaparecidos. El canadiense acompañó por dos semanas y media al grupo, filmando gran parte de las jornadas. El objetivo era realizar un documental que promoviera el turismo en Pakistán. Ahora eso es la menor de sus preocupaciones. El documentalista está inmerso 100% en encontrar a sus compañeros.
Chhang Dawa es quien dirige la búsqueda. Es un montañista de Nepal extremadamente famoso. Tiene en su poder el récord de ser la persona más joven en escalar los catorce picos más altos del planeta. Lo consiguió con 37 años. Actualmente trata de llegar por tierra, mientras coordina con los helicópteros pakistaníes las posibles rutas de búsqueda. Hace un par de horas anunció que estos no funcionaran hoy por las condiciones climáticas, y que el grupo que iba de forma terrestre deberá retroceder. Los únicos que siguen el trayecto son Imtias y Akber.
Un equipo de élite, que está arriesgando sus vidas para traer de vuelta la expedición de Mohr. El clima lo hace difícil pero no decaen. Lo intentaran hasta el final, aferrándose a un milagro. Por otra parte la montaña sigue silenciosa, insubible. Impávida en medio de la tragedia.
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