Luna Follegati: "El feminismo empuja o se proyecta más allá de una configuración izquierda/derecha"

Luna Follegati

Aunque sus raíces, dice la historiadora y académica de la UMCE, históricamente han estado ligadas a la izquierda. Experta en género plantea que las tomas feministas de hoy son un continuo del despertar político de las movilizaciones del 2011.


—¿Qué tipo de feminismo estamos viendo hoy en Chile? ¿Se le puede categorizar de alguna manera?

—El feminismo es plural, hay una diversidad de corrientes y formas en las que se ha ido transformando con el tiempo. En ese sentido hoy existen distintas corrientes que tienen que ver con énfasis en sujetos, en formas de entender el feminismo, en cruces o intersecciones del feminismo con otras problemáticas, pero en ese sentido podemos decir que no hay una visión homogénea o única imperante. Creo que esa es justamente la potencia de un movimiento que no es homogéneo sino que puede ser reconocible desde distintas perspectivas, pero que apuntan a un horizonte común: terminar o acabar con la condición de desigualdad en la cual históricamente han estado inscritas las mujeres, y eso pasa por transformar la relación de opresión en las relaciones sociales.

—¿En qué ámbitos de las relaciones sociales se ve hoy esa opresión?

—Independientemente de que hemos avanzado en una gran cantidad de aspectos, como por ejemplo la lucha por el ingreso al espacio educativo o la conquista del voto, hoy en día siguen habiendo aspectos donde la mujer no tiene poder de decisión y no se le considera como una igual. Por ejemplo, la necesidad de decidir sobre nuestros propios cuerpos (aborto libre), las brechas salariales que existen entre hombres y mujeres, la gran cantidad de casos sobre violencia de género, como abusos sexuales, acoso, violaciones y femicidios, la necesidad de que en el espacio de trabajo las mujeres puedan revertir la segregación horizontal y vertical, y otro tema que tiene que ver con la educación no sexista.

—¿Por qué en estas prioridades no se incluye la realidad de las mujeres que son madres?

—El ingreso de la mujer al espacio público y su vinculación en el medio laboral no ha implicado una redistribución de tareas y roles en el hogar, lo que ha significado que las mujeres tengan una doble jornada, que tiene que ver con su trabajo productivo y el trabajo reproductivo no remunerado.

—¿Por qué ello no se demanda hoy en las tomas feministas?

—Cada mujer vive sus contradicciones y la especificidad de ser mujer en un contexto etario y no tiene que ver con que tenga hijos, sino con que el problema de la doble jornada laboral y de cuidados tiene que ver con que quienes somos madres y trabajamos no hemos reflexionado sobre esto. No es una tarea de las estudiantes, las mujeres trabajadoras y madres debieran levantar esas demandas.

"Demanda de carácter político"

—¿Este feminismo tiene domicilio político?

—No me atrevería a hablar de una categorización del feminismo actual, porque es plural. En ese sentido históricamente ha tenido una perspectiva de derechos, y es indudable que su demanda es una inquietud más cercana a la izquierda. Pero en este minuto adquiere una transversalidad en el sentido de que las mismas tomas y paros han proliferado en universidades que no necesariamente se han movilizado por consignas del movimiento estudiantil. El feminismo empuja o se proyecta más allá de una configuración izquierda/derecha, pero en términos concretos se posiciona en una perspectiva radical de la transformación de las relaciones sociales.

—¿A qué atribuyes que sean las nuevas generaciones, las estudiantes, las que llevan esta agenda?

—Tiene que ver con cómo se ha configurado la actoría política del movimiento estudiantil en los últimos 10 años a lo menos. Son generaciones que han tenido un proceso de politización y lucha con respecto a lo que consideran un derecho –en este caso, a la educación gratuita y de calidad—, y en esa sintonía las estudiantes también se posicionan ante una necesidad de hacer una transformación. Me parece que está vinculado con el despertar del movimiento estudiantil.

—¿Sin esas movilizaciones no habrían hoy las tomas feministas?

—No me atrevería a decir eso. Es una relación entre la trayectoria histórica del movimiento feminista, más el pasado reciente del movimiento estudiantil. Así como las movilizaciones fueron consideradas como un actor político a partir de 2011, el feminismo también corresponde a una demanda de carácter político.

—Las demandas de 2011 eran transversales a hombres y mujeres. ¿Cómo se relaciona este movimiento feminista con los hombres que apoyan sus demandas? ¿Es menos transversal?

—Esa pregunta la debieran responder las mismas estudiantes, tiene que ver con el espacio específico de cada universidad.

—Hay una cierta percepción de que se están planteando mundos separados entre hombres y mujeres.

—No me parece eso, y depende de las visiones del feminismo, así que prefiero no referirme a ese tema. Las mismas tomas deben referirse al carácter del feminismo que empujan, respecto de si es solo con mujeres o mixto.

—¿La institucionalidad universitaria y el estado han estado a la altura de la demanda actual?

—Hoy la exigencia de los estudiantes han puesto un piso alto al cual responder y me parece que (las universidades) no han podido dar cuenta del nivel estructural desde el cual se demandan cambios. Desde el estado se espera que las políticas de educación no sexista tengan un nivel de financiamiento y aporte concreto y directo a las universidades estatales, y es necesario que la institucionalidad de género, el Ministerio de la Mujer, acuse recibo y dé formas concretas de respuesta más allá de apoyar (las demandas).

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