‘Mapadre’, el término utilizado por la ministra María Begoña Yarza que genera debate

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La máxima autoridad sanitaria del país usó esa palabra para englobar a madres y padres durante el anuncio del adelanto de las vacaciones escolares de invierno, lo que derivó en una ola de defensores y detractores.


“La palabra no está en el Diccionario”.

Al escribir ‘mapadre’ en el buscador de dudas rápidas de la Real Academia Española (RAE) de la Lengua no es posible dar con el término que el martes, durante el anuncio del adelantamiento de las vacaciones de invierno, utilizó la ministra de Salud, María Begoña Yarza.

‘Mapadre’ es un neologismo, es decir, un término nuevo que emplean algunas personas, pero que no es de uso general entre los hablantes de español. Por lo menos, no lo es todavía. La motivación detrás de los neologismos es satisfacer la necesidad de denominar nuevas realidades o crear formas de expresión más satisfactorias para las personas. En este caso, ciertos grupos de individuos perciben que la palabra ‘padre’ en su significado genérico de progenitor excluye a la ‘madre’ de sexo femenino, ya que en su significado específico designa solo al ‘padre’ de sexo masculino”, explica Abelardo San Martín, profesor del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile y miembro de la Academia Chilena de la Lengua. En este caso, asevera, la palabra ‘padre’ está muy marcada con el varón y no hay hoy en día una solución satisfactoria para reemplazarla. “El concepto de ‘padre’ es el resabio de una sociedad machista anterior, porque quien tenía antes más poder era el hombre. Por eso estos grupos adoptan un lenguaje nuevo que sea más representativo”, asegura.

Pero ¿qué dijo en concreto la máxima autoridad sanitaria del país el martes pasado? “La respuesta que hemos dado de adelantar en una semana el receso escolar tiene que ver con esta presión asistencial que hemos visto y que yo me imagino que en la casa reconocen esto los padres, madres, cuidadores (…) de la presión asistencial en las unidades de cuidados intensivos, es un esfuerzo, es un tremendo esfuerzo para ‘mapadres’”, señaló.

Los comentarios en redes sociales no se hicieron esperar y de inmediato el debate se instaló: ¿Es correcto que una autoridad de gobierno se exprese así?

“Me parece comprensible, porque es un término que intenta poner una posición política y todo el mundo tiene derecho a hablar como quiera, pero algo distinto es algo que ha pasado en otros países, que es tratar de imponer una forma entre comillas no sexista, que siempre se use ‘los y las’ o la letra ‘e’ en los textos. Ese tipo de imposición genera cosas”, señala Carlos González, académico de la Universidad Católica y también miembro de Academia Chilena de la Lengua. En todo caso, el especialista aclara que entiende su utilización “desde una posición más política y de poner en igualdad a las madres. Diría que incluso cumple ciertas normas, como ‘sushipleto’ (sushi + completo) y aunque podría considerarse innecesaria, porque existe ‘padres’, lo entiendo y no me parece mala propuesta”.

Por su parte, Roberto Ferreira, psicolingüista de la U. Católica del Maule y ex vicepresidente de la Sociedad Chilena de Lingüística, asegura que “cualquiera de nosotros puede decidir utilizar un término porque piensa que es más adecuado, pero tenemos que recordar que el lenguaje que usamos es compartido por una sociedad y no por un círculo pequeño de élite, que en este caso podría ser el gobierno o quienes están en la universidad”. Por eso, advierte, cuando se decide utilizar ciertos términos es porque se cree que toda la comunidad los va a entender. En cambio, “utilizar términos que nadie ha escuchado significa que estamos tratando de comunicar un mensaje distinto, en este caso algo político. Este término no lo usa la comunidad, por tanto, ¿qué mensaje estoy comunicando?”.

Yarza, en todo caso, no es la única ministra del actual gobierno que ha acuñado el término. Hace menos de dos semanas, de hecho, Camila Vallejo, ministra secretaria seneral de gobierno, hizo lo propio en sus redes sociales al subir una foto contando que la habían visitado sus “mapadres”. Incluso, algunas instituciones también ya lo han utilizado, como la Universidad Alberto Hurtado, que hace un tiempo creó un proyecto de evaluación educativa titulado así.

Creo que no hay ningún problema que en lo privado el término se use, pero en una declaración pública, dirigida a una mayoría de personas, es una palabra que no es muy adecuada en términos de que va a llamar más la atención la palabra que el fondo y no le va a hacer sentido a la mayor parte de las personas. Ya ves todo lo que impresionó”, analiza San Martín. Y agrega: “A veces las estrategias del lenguaje excluyen a mayorías, confunden o entorpecen la comunicación”.

El lenguaje inclusivo

Como sea, la utilización de ‘mapadres’ no es una anécdota. Hace ya algunos años, la utilización del ‘elles’ en vez de ‘ellos’ o ‘todes’ en vez de ‘todos’ se ha ido haciendo costumbre.

“El vocabulario, en general, de la lengua cambia constantemente, por lo tanto, que aparezca un nuevo término no genera nada en la lengua, simplemente es uno adicional que a lo mejor describe de mejor forma una situación para la cual no existía un término”, dice Ferreira, quien, en todo caso, advierte respecto del lenguaje inclusivo y esos aspectos que apuntan a cambios gramaticales y hacer coherente el discurso utilizando estos términos, “genera un cambio grande en la lengua que nadie puede hacerlo de manera espontánea”. De hecho, agrega, “la gente que utiliza ‘todes’ de pronto lo utiliza como algo provocativo, que simplemente comienza el discurso así y luego se generan una serie de incoherencias o (usan) un masculino genérico y se olvidan del ‘todes’. Si hablamos del uso de ‘todes’ como pronombre neutro, me parece que es imposible de usar correctamente pues la gramática del español no lo permite y los cambios gramaticales toman mucho tiempo”.

El mismo experto asegura que la gente que defiende el lenguaje inclusivo “dice que el lenguaje es dinámico, que no se puede prohibir que se use determinado lenguaje, pero en este caso no es un lenguaje que ha nacido de la comunidad, uno va a la feria y no lo escucha”. Así, cree que el inclusivo “es un lenguaje que ha nacido desde la academia, de una élite intelectual y política y desde ahí se quiere imponer a la sociedad. No es que se quiera prohibir el lenguaje inclusivo porque lo habla la comunidad, sino porque está siendo impuesto desde la elite académica y desde el gobierno. No es que se esté prohibiendo un lenguaje que ya existe en la comunidad, sino que se está impidiendo que se trate de imponer”.

En esa línea, González asegura que la resistencia que muchas veces genera la utilización de este tipo de términos se puede deber a dos cosas: tradición e ideología. “Hay personas que se sienten en una posición política distinta de aquellas que piden este cambio y en ellos la reacción es más fuerte, pero pasa también que para buena parte de la sociedad la discusión es más bien lejana, pero puede generar resistencia por costumbre, porque el lenguaje es costumbre”.

Mientras, San Martín asegura que “en ciertos ámbitos el lenguaje inclusivo es excluyente de la mayoría de personas que no han adoptado o no entienden palabras nuevas”. Dice, eso sí, que a futuro esas mismas palabras sí pueden instalarse, como ‘informática’ (información + automática), pero que a veces neologismos se pierden o se pueden instalar, como informática”. Por eso, cree, como sociedad Chile tiene un desafío con el lenguaje, “cómo hacerlo claro e inclusivo. Eso es muy complejo de lograr”.

El dinamismo del habla

“Hay ejemplos en la historia de la lengua de personas que han comenzado a utilizar palabras nuevas y han progresado. Por ejemplo, Shakespeare creó muchos términos nuevos y se utilizaron posteriormente”, dice Ferreira. En efecto, el escritor del Reino Unido creó términos como ‘generoso’, ‘majestuoso’ o ‘solitario’, que como ‘mapadre’ empezaron en un círculo reducido. “Si este término la gente comienza a utilizarlo porque encuentra que es más adecuado y permea a toda la sociedad, finalmente puede ser un término que exista en el español de Chile, o en todos los españoles, pero en este momento (’mapadre’) es un término nuevo que nadie conocía”, añade el experto.

Y suma: “El uso de nuevos términos en la lengua es algo esperable, de hecho, todo el tiempo estamos creándolos. Lo que hace la ministra de crear uno nuevo es algo que todo el mundo puede hacer. Va a depender de si la comunidad lo acepta”. En síntesis, cierra, los cambios a nivel de vocabulario son muy dinámicos, así como “también hay términos que empiezan a desaparecer porque dejan de utilizarse, como ‘malón’, que era común antes y ahora es ‘carrete’, o nuevos términos que usa la gente más joven”.

Asimismo, San Martín asegura que si es que lo ve desde lo sociolingüístico, las lenguas nunca están fijas y van a modificarse de acuerdo a las sociedades. “El problema está en que estos procesos son de largo aliento, la sociedad se tiene que ir acostumbrando de a poco. Estos cambios son complejos, no son todo lo rápido que algunos grupos querrían y tampoco tenemos garantías de que no sean modas pasajeras. Tampoco tenemos que demonizar a los conservadores lingüísticos”.

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