María Rivera, la convencional de izquierda que duda si aprobar la nueva Constitución: “No está resolviendo los problemas más sensibles”
A casi un mes del fin de la Convención, no todos los constituyentes han definido una postura sobre el plebiscito del 4 de septiembre. La constituyente de la Coordinadora Plurinacional -el colectivo descrito como “más de izquierda”- dice que el borrador de la nueva Carta Magna no representa a gremios de trabajadores y que no será capaz de solucionar temas de fondo.
“¡María Rivera vota con la derecha!”.
Eso escuchó que le gritaron ayer la convencional por el distrito 8 (Maipú, Pudahuel, entre otros) en el hemiciclo de la Convención Constitucional. María Rivera (64) se describe a sí misma como madre de dos hijos y abuela de dos nietos. También es abogada de la Universidad Bolivariana, pero aclara que egresó de la sede en Chile. “No soy bolivariana de Chávez, para nada. De hecho, tengo diferencias centrales con el chavismo”, asegura.
La convencional -que se identifica con la izquierda- explica que sus propuestas al interior de la Convención, que casi cumple 11 meses de funcionamiento, buscan cambiar “de fondo el sistema”, pero con “justicia social” la que, a su juicio, se aleja del socialismo del Partido Socialista, del de Chávez, el de Cuba o de la Rusia de Stalin, sino que es con “democracia por sobre todo y en que las mayorías efectivamente definan el futuro del país”.
Su trayectoria ha estado enfocada en defender los derechos de detenidos en contextos políticos y trabajadores. Es fundadora de la “Defensoría popular”, nacida en la movilización de los pingüinos de 2006. Al interior de la Convención, varias veces ha sido tildada de “ultrona” o como una de las convencionales con la postura más rígida dentro de la izquierda. No obstante, en repetidas ocasiones ha coincidido con la derecha en las votaciones, aunque por razones completamente diferentes. “El que coincida el voto no significa que tengamos la misma razón. Como no existen más expresiones del voto, coincidimos”, justifica la convencional.
Si bien cuando postuló a la Convención estaba escéptica de que se pudiera concretar en ese espacio una transformación profunda, esas dudas se han ido agudizando durante las últimas semanas y reconoce que no está segura de si aprobará el nuevo texto constitucional en el plebiscito del próximo 4 de septiembre. “Postulé porque las personas que nos reivindicamos revolucionaras vemos que es una obligación participar de todas los ámbitos de la sociedad”, afirma.
En ese sentido, asegura que no se ha definido por el Apruebo. “Tenemos que esperar que termine la Constitución (...). La Constitución, sea o no sea aprobada, no va a solucionar los problemas. Necesitamos volver a organizarnos en los territorios, recuperar los sindicatos para la clase trabajadora obrera, generar la unidad entre los distintos sectores para recuperar todo lo que nos han saqueado y cambiar este país de raíz”, señala.
De todas formas, indica que “desde ya hay que defender lo que ya se ha votado, como los derechos sociales, pero considerando que tenemos muchas críticas a lo que quedó en el proyecto constitucional”.
Así, Rivera justifica que muchas veces haya votado distinto a su colectivo, la Coordinadora Plurinacional, uno de los dos grupos surgidos a raíz de la desintegración de la Lista del Pueblo. Según explica, esta conducta ha sido constante a lo largo del proceso constituyente. Esto, debido a que entró con un objetivo claro de defender el programa del Movimiento Internacional de Trabajadores y de la Liga Internacional de los Trabajadores. “He tenido un comportamiento absolutamente coherente. Me siento respetada siendo absolutamente disidente de la mayoría de lo que está dentro de la Convención”, manifiesta.
Y agrega: “El problema que yo veo en el borrador es que no se toca en definitiva al obstáculo más grande que hay: el sector privado. Entonces, va a ser imposible garantizar todos esos derechos, imposible”, sostiene.
¿Por qué es tan importante que se toque al sector privado?
El problema central es que para que un Estado garantice derechos sociales, tiene que tener financiamiento (...). Yo propuse una norma para disolver todos los poderes del Estado y reconstruir el Estado chileno conformado por una Asamblea Plurinacional, con integración democrática de todos los sectores, sin la cúpula ni política ni del Ejército ni de la Iglesia, quienes son los parásitos de la sociedad. Hice eso para reordenar, porque no me cabe duda que Chile es un país que tiene muchísima riqueza. Que sea administrada por las manos que la producen es la única forma de empezar a terminar con la injusticia social que existe Chile.
A raíz de las iniciativas de Rivera, la mesa directiva de la Convención debió salir a dar explicaciones públicamente. Incluso desde el Ejecutivo -antes de asumir- se sugirió en referencia a ellas que algunas normas eran “loquísimas”.
Aunque algunos convencionales atribuyen, en parte, a esas propuestas los resultados que actualmente muestran los sondeos de opinión sobre el plebiscito de salida -en que el Rechazo lleva una ventaja-, Rivera atribuye a otros la responsabilidad. “Yo dejo de lado a la ultraderecha, que ha defendido siempre mantener el statu quo. Sacando a ese sector, el sector más masivo que tiene críticas y cuestionamientos, no es precisamente por lo que yo he planteado, es por lo que la mayoría ha votado en esta Convención. Si esta Constitución llegara a ser rechazada, no va a ser precisamente por mí. No son mis normas. La nueva Constitución no está resolviendo los problemas más sensibles para las mayorías. Si la gente está cuestionando, es por eso”, manifiesta.
Rivera recuerda que antes de asumir un grupo de los 34 convencionales lanzaron una declaración de principios, en que había cuestiones, a su juicio, centrales, como la libertad de los presos en contextos políticos. “A poco andar, esa condición se difuminó en la Convención y quedé solo yo defendiendo esa libertad de los presos políticos. La Convención se olvidó de ese tema”, agrega.
¿Se siente decepcionada del proceso?
No, para nada. Esa es la diferencia con varios de los convencionales que probablemente se sientan decepcionados. Yo nunca tuve expectativas.
O sea, ¿desde el principio sabía que las cosas iban a ser más o menos así?
Sí, a mí no me cabía duda, porque lamentablemente la Convención no se organizó como la mayoría lo defendió. Se votó que no fuera mixta, sin embargo en los hechos fue mixta, porque los partidos son los que han dominado la Convención. Ellos se ponen de acuerdo, votan entre ellos.
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