Mario Vargas Llosa: “De esta pandemia saldremos menos arrogantes y mucho más pobres”
En el ciclo de diálogos para suscriptores de La Tercera, Conversaciones LT, el escritor peruano y Premio Nobel de Literatura manifestó sus ideas sobre la actual crisis sanitaria. Dice que la sociedad civil ha estado a la altura del manejo del coronavirus, pero no los líderes mundiales. También alabó a Uruguay y recomendó Muerte en Venecia de Thomas Mann como una de las grandes novelas sobre plagas.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936) es un aplicado lector de la prensa internacional y jamás deja de estar alerta a lo que pasa en el mundo. Sus opiniones, por lo mismo, abarcan un gran espectro temático y puede pasar de los diagnósticos del orden mundial a sus intereses literarios en cosa de segundos. Ese fue el tono del diálogo que mantuvo ayer con el periodista y columnista de La Tercera, Héctor Soto, en Conversaciones LT.
Cuando se le preguntó por su opinión con respecto a cómo afectará el golpe de esta enfermedad al planeta, fue bastante claro, aunque indefectiblemente pesimista. “Saldremos de esta pandemia menos arrogantes, más convencidos de que la naturaleza tiene más secretos que debemos descifrar y mucho más pobres”, comentaba desde su casa en Madrid. “Creo que esta situación va a afectar sobre todo a los países que estaban luchando para salir del subdesarrollo. Ojalá no tenga consecuencias políticas catastróficas y no nos vuelva a traer dictaduras, desconfianza y rechazo al sistema democrático y liberal, que es el único que puede sacarnos de la pobreza”.
Ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, el autor de La guerra del fin del mundo y La ciudad y los perros entre otras novelas, matizaba así su diagnóstico: “Superaremos esta situación sin ningún lugar a dudas y si somos sensatos dedicaremos más tiempo y dinero a la investigación científica con el objetivo de no permitir o disminuir lo que ha pasado”
La charla comenzó a través de esta gran pincelada general de Vargas Llosa: “El mundo entero no esperaba una epidemia de esta magnitud y nos ha tomado de sorpresa. Los miles de muertos y las disposiciones estrictísimas que los países han puesto en marcha para frenar esta plaga nos indican que estábamos demasiado ensoberbecidos por los progresos de la técnica y la ciencia: creíamos haber dominado la naturaleza. Pues bien, esta pandemia nos ha demostrado que estábamos en un grave error y que todavía la naturaleza puede darnos sorpresas muy desagradables y violentas”
Defensor del liberalismo y enemigo de los autoritarismos de cualquier signo, el narrador se refería así al orden político en medio de la crisis sanitaria: “Esta pandemia nos deja algunas enseñanzas de tipo político. En primera lugar, esta experiencia ha dado a los gobiernos una fuerza extraordinaria y muchos hemos consentido en darle ese poder pues pensábamos que era la mejor manera de combatir una plaga que aún no tiene cura. Esto, naturalmente, conlleva muchos riesgos que tienen que ver con la democracia, la libertad de expresión y las libertades públicas. Creíamos que al otorgarle esos suprapoderes actuarían mejor. Sin embargo, varios gobiernos, incluso democráticos, se han aprovechado de estas circunstancias para materializar controvertidas agendas políticas y hacerse propaganda”.
Y atacó lo que a su juicio es una concepción errada instalada recientemente: “Existe en gran parte del mundo en este momento una idea equivocada: la de que el Estado maneja mejor un enfrentamiento y control de la pandemia que la sociedad civil. Esto no es cierto. Hemos visto cómo muchos empresarios convertían sus fábricas a gran velocidad para producir elementos de protección y combatir el flagelo. También hemos observado cómo muchos han realizado generosas donaciones al Estado en varios países, con ciertas excepciones".
Al comentar el manejo global a nivel de gobiernos su visión fue más bien sombría: “Desgraciadamente no veo ningún liderazgo positivo ni en Estados Unidos ni en Europa en este momento. Ese lugar le correspondería a EE.UU., pero desgraciadamente el presidente Donald Trump parece ser el dechado de la confusión y la contradicción. Se ha enemistado con sus aliados, ha establecido unas relaciones algunas amistosas con tradicionales adversarios y no se puede decir que haya un liderazgo norteamericano para enfrentar la plaga".
El rol de China
Siempre curioso por la realidad internacional y la evolución de la sociedad a todos sus niveles, el autor se refirió al papel de China, el país dónde se originó la enfermedad a fines del año pasado. “Esta pandemia ha mostrado las grandes limitaciones que tiene un progreso como el chino, que posibilita una economía capitalista mientras mantiene el autoritarismo del partido único y leyes en las que prácticamente la disidencia no está permitida. Y desde luego tampoco la libertad de expresión. China actuó en los primeros momentos de la pandemia de una manera muy poco democrática. A quienes dieron alertas se les castigó y se les obligó a desmentirse. Todo eso deberá ser observado y juzgado. El 'modelo chino’ tendrá que ser revisado por los países que quieren tener un futuro no solo de progreso y civilización, sino también libre y democrático”, sostuvo.
Sobre nuestro subcontinente sólo destacó el particular caso de Uruguay en el manejo de la enfermedad: “En Latinoamérica también hay confusión en los liderazgos y ese es el caso de Brasil, donde la actitud ambivalente del presidente Jair Bolsonaro ha creado contradicciones en su propia sociedad con respecto a cómo enfrentar esta crisis. Curiosamente, el único caso a destacar es el de un pequeño país como Uruguay, con poco más de tres millones de habitantes, y donde un presidente recién elegido como Luis Lacalle Pou se negó a cerrar tiendas o restaurantes y sólo aconsejó a que la población tomara precauciones. A pesar de tomar medidas que podrían haber sido consideradas un disparate, el país registra resultados que no podrían haber sido mejores, con apenas 20 muertos y contagiados que sólo sobrepasan los 700, según reportan la prensa española”.
La vacuna
El autor de La casa verde, sin embargo, es optimista con respecto a los resultados científicos a largo plazo: “Estamos librando una batalla a ciegas contra un enemigo que no conocíamos, que no vemos, pero que sin duda ahora si vamos a conocer y para el que estoy seguro se encontrará una vacuna”.
Radicado en Europa hace años, aprovechó de dar su impresión sobre el estado de las cosas en un continente que cree debilitado. “Ya antes del coronavirus, Europa y el proyecto europeo estaba golpeado por el rebrote de los nacionalismos. Por otro lado creo que Europa es consciente de que si no es capaz de mantener este proyecto en común su presencia a futuro será mínima e insignificante en un contexto mundial que se lo van a repartir probablemente Estados Unidos y China. Sería muy triste que Europa, el continente donde nació la democracia occidental tal como la conocemos, no tenga una presencia visible en el futuro y que no sea competencia entre los líderes mundiales. Creo que lo peor que pudo pasar en ese sentido fue el Brexit. Aun así me parece que al mismo tiempo hay en este momento conciencia en Gran Bretaña de qué fue un paso equivocado. La ausencia de Reino Unido en la Unión Europea es lo más grave que le sucedió al proyecto europeo, que por otro lado me parece absolutamente indispensable para la democracia en el futuro”.
Ya en terreno literario y cuando Héctor Soto lo inquirió sobre La peste, la novela de Albert Camus que subió sus ventas tras la pandemia, Vargas Llosa fue honesto y dijo lo que siempre sobre esta obra. “Creo que La peste es la menos original e interesante de las novelas de Albert Camus, pero la actualidad le ha dado una vigencia que no sospechábamos. No solamente se ha transformado en un nuevo éxito en Francia, sino que también en España. Tengo un gran aprecio por Camus, sobre todo por sus ensayos, pero creo que además escribió mejores novelas que La peste. Sólo recuerdo de esa obra que un médico quería escribir una novela, pero que no pasaba de la primera frase pues descubría que se podía escribir de muchas formas diferentes”.
A la hora de las recomendaciones en tiempos de pandemia derivó a otro clásico del siglo XX. “Uno de los escritores que más admiro es Thomas Mann, que tenía la rara virtud de poder escribir grandes novelas largas y al mismo tiempo pequeñas obras maestras, como lo es Muerte en Venecia, maravillosamente bien escrita y es casi como un cuento largo. Sabemos que es la historia de cómo una plaga va consumiendo a una ciudad y a sus habitantes, en este caso a Venecia”.
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