Mentiras, decepción y preocupación: la historia detrás de la indisciplina de Damián Pizarro y Jordhy Thompson que sacude a Colo Colo

THompson Pizarro

Hace casi tres meses la dirigencia había recibido la alerta de que los jugadores habían participado en un partido informal, que ellos justificaron como un acto benéfico. Nadie imaginó que en realidad participaban en una liga amateur y que además uno de ellos terminaría siendo intervenido tras una riña.


El viernes en la mañana, el plantel de Colo Colo comenzaba su jornada de entrenamiento en el estadio Monumental, la última antes de enfrentar a Universidad de Chile en el Santa Laura. Hasta antes de ese día de práctica, Gustavo Quinteros tenía todo muy claro y se ilusionaba con una victoria ante el clásico rival. La tarde anterior había definido su oncena titular, en la que destacaban Jordhy Thompson y Damián Pizarro, dos jugadores que se habían convertido en inamovibles dentro de su esquema. Sin embargo, todo se derrumbó.

La primera señal de que algo raro estaba ocurriendo la dio el propio centrodelantero, quien fue atendido por un problema en la mano. La versión del jugador en un principio tenía relación con un accidente que le provocó una lesión de cuidado y que después lo obligaría a una cirugía que lo marginará también de la Selección. Sin embargo, en ese instante algo no cuadraba y con el correr de los minutos comenzaron a circular videos en redes sociales de la pelea en la que estuvo involucrado junto con Thompson, mientras jugaban en una liga de futbolito.

Rápidamente se unieron las piezas y la decepción fue grande, según reconocen en Macul. Fue como una puñalada por la espalda para Gustavo Quinteros y el cuerpo técnico, explican. Principalmente, porque el DT sostuvo a ambos jugadores en los momentos más complejos. En el caso del 9, pese a las presiones por su falta de gol, el entrenador decidió mantenerlo en la titularidad y darle toda la confianza. Incluso, Walter Lemma le dio una dedicación especial al ayudarlo en trabajos para mejorar en la definición, una de sus grandes falencias.

En el caso del extremo, el estratega lo aguantó en momentos en que la sociedad cuestionaba duramente los episodios de violencia de género que protagonizó el jugador y pedía su salida del club. Una vez que estuvo habilitado, de acuerdo a los informes psicológicos y psiquiátricos, el santafesino no dudó en darle inmediatamente minutos, al punto de transformarlo en uno de sus titulares, razón por la que además atrajo las miradas de equipos extranjeros. Aquí, el PF Hugo Roldán fue clave en el desarrollo de trabajos físicos específicos para mejorar su potencia y explosividad. Por eso, en el Monumental señalan que la sensación es de tristeza, pues no valoraron todos esos esfuerzos adicionales y, con su conducta, terminaron faltándole el respeto al cuerpo técnico y a sus compañeros.

Después del Superclásico, Daniel Morón dio más luces sobre lo sucedido y reconoció que ya manejaban algunos antecedentes al respecto. “Hace un tiempo atrás teníamos evidencia que asistieron a un partido, pero me dijeron que era un beneficio. Yo les dije que no estaba bien, que era muy peligroso y que los exponía. Son situaciones que les podían traer consecuencias”, expresó.

En efecto, la historia se remonta a hace casi tres meses, cuando la información llegó a manos del directorio a través del gerente deportivo. En ese momento, les dijo que estaba bien que apoyaran actividades solidarias, pero que por ningún motivo debían jugar. Los jugadores asintieron y se comprometieron. Lo que nunca nadie imaginó en la mesa directiva es que los dos eran activos participantes de una liga de futbolito en el sector poniente de la capital, defendiendo al club Universitario de Lo Valledor, un equipo que lleva una U en el pecho, muy similar a la de Universidad de Chile y que pertenece a la comuna de Pedro Aguirre Cerda. Ahí también participa otro excanterano albo, Francisco García, compañero en las series menores de ambos jugadores.

El entorno

Al enterarse el viernes de la situación, Quinteros tomó de inmediato la decisión de separar a los dos futbolistas no priorizando el resultado deportivo, sino que apuntando a corregir ese tipo de conductas. Ni siquiera se le pasó por la mente esperar a después del Superclásico y no dudó en hacer pública su drástica determinación ante la consulta de los medios. “Lo que quiero es que estos jugadores jóvenes entiendan que el fútbol profesional va por otro camino y la única manera de que entiendan es que no jueguen. Cuando uno comete un error o toma un camino distinto, las consecuencias son negativas. Cuando uno trabaja al cien por cien y toma decisiones positivas que ayudan al grupo, tienen consecuencias positivas. Eso lo tienen que entender en su formación”, enfatizó.

Dentro del directorio de Blanco y Negro y en el cuerpo técnico están plenamente conscientes de que el gran problema de Thompson y Pizarro está en su entorno. Ambos tienen historias familiares muy complejas y a su corta edad han debido enfrentar situaciones delicadas. “No tuvieron formación integral en sus casas y por eso cometen errores”, es el diagnóstico que hacen en el club.

Es por esta razón que el directorio se abrió a la posibilidad de estudiar ofertas para desprenderse de estas figuras, especialmente del primero, quien la semana pasada estuvo a punto de partir a Xolos de Tijuana. Sin embargo, diferencias en el monto del préstamo hicieron que el club rechazara la tercera propuesta que efectuó el conjunto azteca. Pese a ello, las conversaciones continúan. Todo esto mientras se estudian las sanciones internas que aplicará la institución a ambos futbolistas.

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