¿Messi supera a Maradona? El inevitable debate que se abre con el título de La Pulga en la Copa América
El delantero del Barcelona agrega a su interminable lista de títulos el que le faltaba con la Selección de su país. En el recuento individual supera con largueza al astro fallecido en noviembre, cuyo palmarés incluye la Copa del Mundo, la última materia pendiente del rosarino.
Termina la final de la Copa América. Argentina vence a Brasil con el gol de Ángel di María, pero hasta el propio delantero del PSG, quien perfectamente pudo dedicarse a recibir elogios y reconocimientos de sus compañeros por la conquista que permitió el nuevo Maracanazo, se suma a sus compañeros, quienes ya llevan varios minutos concentrados en torno a Lionel Messi. El astro del Barcelona pasará pocos minutos en el piso. Al rato, sus pares lo elevarán, a modo de reconocimiento y consagración. Ha conseguido un título con su país, lo que le faltaba a su impecable trayectoria. Por fin, La Pulga se titulaba campeón con la selección adulta de su país. La medalla de oro que había conseguido en Beijing en 2008 no les bastaba a sus críticos, los mismos que ahora le exigen la Copa del Mundo. Sin embargo, la discusión está instalada: ¿alcanzó Messi a Diego Maradona? El trofeo planetario, que seguramente el atacante azulgrana intentará conseguir en Qatar, es lo único que le da ventajas al astro fallecido en noviembre del año pasado. Por lo pronto, un dato: Maradona nunca ganó el torneo continental.
Está claro que la definición tendrá siempre un componente subjetivo ineludible. En ese plano, probablemente, Messi jamás se acercará a la identidad que generó Maradona en su país y en el mundo. De hecho, en el festejo, no se olvidó del ídolo. Antes, el cambio de actitud que mostró en la Copa América, en la que buscó, inconscientemente o no, añadirle liderazgo a sus indiscutibles cualidades técnicas fue verbalizado inmediatamente. Según los observadores, imparciales y no tanto, el astro se había “maradonizado”. Es decir, había sumado características inherentes a la personalidad del campeón mundial en 1986 que terminaron cautivando y, muy probablemente, convenciendo al más duro de sus detractores. El Messi maradonizado entona el himno, pelea hasta el último balón, se enfrenta a los rivales y es capaz hasta de jugar con el tobillo ensangrentado. Agregó, en definitiva, el ‘potrero’ que tanto le pedían.
La ventaja de Leo
Descontando el Mundial de México de 1986, cuyo trofeo alzó Maradona, el recuento de títulos y galardones individuales favorece ampliamente a Messi. Es cierto, eso sí, que algunas de las distinciones que recibió el rosarino no se entregaban en la época del Diez. Y también es cierto que la ex figura de Boca Juniors fue considerado el Mejor Jugador del siglo XX, en una salomónica decisión que la FIFA adoptó emparejándolo con Pelé. Pero, aún así, lo objetivo es que Messi tiene, a nivel personal, los reconocimientos que Maradona no consiguió. Para empezar, seis veces se adjudicó el Balón de Oro, que distingue al mejor jugador de una temporada. Maradona no sumó ninguno. La explicación radica en que hasta mediados de los noventa solo los jugadores europeos podían adjudicárselo. En un intento de reparación, probablemente insuficiente, en 1995, en París, el Diez recibió un Balón de Oro honorífico, en retribución por lo que había entregado en su carrera. De todas formas, íntimamente, hace rato había zanjado esa controversia. “Yo tendría más balones de oro que Messi y Cristiano Ronaldo. Era además un líder, eso es algo que no se compra, viene adentro, viene de serie”, declaró en diciembre de 2017, cuando dirigía al Al Fujairah, de la segunda división del fútbol de Qatar.
Messi se impone con holgura, también, en los títulos colectivos. Ha ganado 10 ligas españolas con Barcelona, a las que suma siete Copa del Rey y ocho Supercopa locales. En la Champions es donde, decididamente, La Pulga saca una ventaja concluyente: ganó cuatro siendo figura clave del ataque culé. También ganó tres veces el Mundial de Clubes y tres veces la Supercopa de Europa.
Maradona, en tanto, fue campeón en su país, con Boca Juniors, en 1981, otro título que Messi no tiene. Su paso en el Barcelona fue más bien discreto, pues, al margen de las lesiones, los desencuentros y un paso que algunos sitúan como el comienzo de su adicción a la cocaína, conquistó apenas una Copa del Rey, una Copa de la Liga y una Supercopa española. En Italia, en tanto, obró el milagro y se elevó a la categoría de ídolo y hasta de deidad para sus fanáticos más recalcitrantes: condujo dos veces al Napoli, un equipo de la parte baja de la tabla peninsular, al Scudetto, con el agregado de que lo consiguió en pleno apogeo económico y futbolístico de gigantes como la Juventus, el Inter y el Milan. Agregó una Copa Italia y una Supercopa local. Una cosecha suficiente como para que el amor durara incluso más allá de su muerte, que produjo una sobrecogedora reacción en la ciudad, y el rebautismo del estadio San Paolo con su nombre.
A nivel europeo la difererencia se acentúa incluso más en favor de Messi, pues Maradona apenas pudo alzar la Copa UEFA, el símil de la actual Europa League, en una ocasión: la temporada 1988-89. Fue con la camiseta del Napoli.
La integridad
Las cualidades personales constituyen otro factor que los analistas no se cansan de poner en el análisis. Las personalidades de Messi y Maradona son radicalmente opuestas. De ahí nace la eterna comparación entre ambos. Y de ahí también emerge la caracterización que se hace de la nueva versión del rosarino. Mientras Maradona era carismático y capaz de enfrentarse a cualquiera en la defensa de sus colores, hasta ahora, Messi siempre había optado por imponerse de la forma en que mejor sabe hacerlo: con la pelota en los pies. Casi sin hablar.
La vida de ambos fuera del campo de juego también le da a Messi una diferencia a favor. Es extraño verlo involucrado en controversias y su vida privada parece intachable, asociada siempre a su familia y ajena a los problemas. Maradona, en tanto, construyó el mito en base a las polémicas y a moverse siempre al filo de lo permitido, un límite que traspasó varias veces y que incluso le costó dolorosas suspensiones, como la expulsión del Mundial de 1994, del que salió por consumo de efedrina, una sustancia prohibida por considerarse estimulante, y otras vinculadas con su adicción más peligrosa: la cocaína.
Sin embargo, hay quienes soslayan ese argumento para situar a Maradona como un Dios de lo imperfecto. Y ese sitial a Messi siempre le será ajeno. Lo suyo son más la corrección y las buenas maneras.
¿Alcanzó Messi a Maradona? Lo tiene cerca. A tiro. Si gana la Copa del Mundo, una frontera que actúa como un muro tan fuerte como infranqueable, ya no habrá dudas. Ahí lo habrá superado con creces.
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