“Mis hijas seguirán usando mascarilla”: las razones de una mamá que no hará caso al desuso del tapaboca
Desde este sábado el cubreboca ya no será obligatorio en Chile, aunque para algunas personas nunca fue una posibilidad no utilizarlo. Tal es el caso de la familia Aspillaga Ortega, que, para resguardar la salud de dos de sus hijas, mantendrá la medida preventiva como un mantra.
Desde el sábado 1 de octubre, Chile comenzará a vivir una nueva etapa de la crisis sanitaria por el Covid-19, una más parecida a una endemia.
Luego del anuncio del Ministerio de Salud que flexibiliza las medidas sanitarias, la vida de las restricciones y los elementos de protección, entre ellos las mascarillas, viven su cuenta regresiva. Pero no para todos.
Así lo ha decidido, por ejemplo, la familia Aspillaga Ortega. Y no por mero gusto. “La parte más fastidiosa es lidiar con la sociedad que siempre quiere exigirte que hagas algo. Cada familia es absolutamente libre de decidir si usar o no la mascarilla y criar a sus hijos como le parezca, pero la sociedad siempre presiona mucho para que las cosas se hagan como ellos quieren”, señala Andrea, madre de Elvira, Antonia, Ignacia y Francisca.
Pero ¿qué ha llevado a esta familia a mantener el uso del cubreboca? La salud de dos de sus hijas es el factor común.
“Antonia tiene una enfermedad muy extraña y el año pasado tuvo una cirugía a corazón abierto, muy delicada. El doctor siempre nos dejó clarísimo que por encima de todo ella tenía que usar mascarilla y nosotros también”, relata Andrea, quien cuenta que incluso el año pasado su segunda hija no fue al colegio porque, básicamente, se lo prohibió el médico tratante. “No podía correr el riesgo de tener Covid; es una niña que ya satura poco”.
Eso, sin embargo, no lo es todo. “Mi hija menor (Francisca) hace neumonías con mucha facilidad y es muy delicada. Cada vez que le da gripe termina en la clínica, porque le caen bien pesados los virus. Y su doctora, que es broncopulmonar, dijo que la estudiáramos, porque podía ser algo crónico”, detalla.
Además de esto, dice Andrea, su esposo trabaja fuera de Santiago y ella pasa semanas sola al cuidado de las niñas. “Acá no tenemos familia, ni niñera, ni vecinos amigos, hay cero red de apoyo. Cuando tengo que ir a urgencia, voy con todas, somos cinco en un box. Si nos enfermamos, estamos jodidos”, detalla.
Por eso, asegura la madre, la mascarilla seguirá siendo un accesorio en el día a día, tal como lo ha sido durante toda la pandemia. “Por el momento nuestra decisión familiar es que se va a mantener así hasta, sobre todo, que la chiquita esté un poquito más grande, un poquito más fuerte, hasta que le hagan todos sus estudios, y hasta que Antonia se haya recuperado 100% de su cirugía”.
Las presiones
“Como todas mis hijas tienen esto metido en las cabezas desde hace mucho tiempo, y además son pequeñas, se acostumbraron (a la mascarilla). En su colegio en prekínder y kínder (sus compañeros) nunca usaron, solo mis hijas son las que sí usan y los profesores han intentado insistirles en que se las saquen, para las fotos, para jugar, pero ellas piden que no, que no se sienten cómodas, que las respeten, que son sus cuatro reglas y con ello están tranquilas”, se extiende Andrea.
Esas cuatro reglas, asegura, han acompañado a su familia a lo largo de la crisis sanitaria. Y es que, debido a la situación de salud de sus hijas, “siempre les hemos inculcado el uso de mascarilla”.
Y agrega: “Ellas se saben de memoria las reglas del Covid, que son lavarse las manos, ponerse la mascarilla, evitar contactos estrechos con personas y la vacuna. Siempre que salimos de la casa repetimos las reglas y así hemos estado este tiempo. Nunca nos hemos contagiado”.
Todo esto, sin embargo, ha derivado también en algunas situaciones que, sobre todo en el contexto del colegio particular al que acuden sus hijas, parece no ser comprendido por todos. “Nos hemos topado con apoderados que sobre todo a mí me presionan muchísimo por el tema, que no van a poder socializar bien, me hablan de la cara fantasma -como que a los niños después les da miedo sacarse las mascarillas-, que al final les estoy haciendo un daño enorme a mis hijas, pero ellos no son los que las llevan a urgencias ahora”, dice. Y enfatiza: “Yo hago caso omiso”.
¿Dificultades para adquirir contenidos? “No creo que les cause problemas en el aprendizaje. Mis hijas son las primeras en sus clases, les va súper bien. No he visto cambios”, señala.
Así, asegura que es su hija Antonia la que ha debido decirles a los adultos que no le insistan con sacarse el tapaboca. “Hace poco le iban a tomar una foto en el colegio, le dijeron que se sacara la mascarilla y dijo que no, le insistieron y ella ‘no, no y no’. Cuando vi la foto ella era la única con mascarilla”. Y cierra: “Si la quiere usar, que la use; como se sienta cómoda”.
Con todo, justamente es la pequeña Antonia quien, asegura, quiere dejársela puesta. “No quiero tener Covid, y cuando alguien me dice que me la saque, no lo hago”.
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