Nicanor Parra, Armando Uribe y Mauricio Wacquez: los escritores chilenos en los diarios de José Donoso

José Donoso
José Donoso.

Diarios Centrales. A Season in Hell, la nueva entrega de los diarios del autor de Coronación, editados por Cecilia García-Huidobro, abarca entre 1966 y 1980. El libro ofrece un acceso privilegiado a su mundo íntimo y al modo en que dio forma a sus grandes novelas, El Obsceno Pájaro de la Noche y Casa de Campo. En sus diarios se explaya también sobre artistas y autores chilenos, sobre los que ofrece impresiones críticas y a veces ásperas.


Después de una pausa de 20 meses, José Donoso retomó la escritura de su diario en 1973. Eventualmente, el enorme esfuerzo que para él supuso terminar El obsceno pájaro de la noche, esa novela llena de monstruos a la que le dedicó siete años y le provocó una úlcera, motivó su silencio durante 1972. Y cuando retomó su cuaderno, lo hizo con una perspectiva definida, con el deseo de que esas páginas trascendieran más allá de su mundo privado:

“Vuelvo a emprender un diario. Más amplio, quizás, que los anteriores, más íntimo. Probablemente –y así lo quisiera– mostrándome más completo que en los diarios anteriores, un documento que, ahora que tengo asegurada una posición –aunque pequeña– dentro del desarrollo de lo “literario”, o más bien de lo “novelístico”, y aunque estos conceptos mismos sean vagos, limitados y sospechosos, quisiera que este cuaderno fuera un documento por el cual se juzgará a José Donoso hombre”.

La cita forma parte de Diarios centrales. A Season in Hell, la segunda entrega de sus diarios inéditos editados por Cecilia García-Huidobro que publica ediciones UDP. El libro abarca 14 años, entre 1966 y 1980, período en el que Donoso vive entre Estados Unidos y España, y donde logra reconocimiento internacional gracias a dos obras maestras, El obsceno pájaro de la noche y Casa de campo.

Es el período en que adopta a su hija Pilar y mantiene una relación atravesada de contradicciones con su esposa María Pilar. También convive y comparte con la generación de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, sobre quienes escribe en su Historia personal del boom. También se refiere a ellos en sus diarios, como adelantó Culto en su edición de ayer.

https://www.latercera.com/culto/2023/12/09/celos-dudas-y-tormentos-el-infierno-personal-de-jose-donoso-en-sus-diarios-ineditos/

En 750 páginas, cuidadosamente editados, con notas a pie de página e información de contexto, los diarios ofrecen un acceso privilegiado al mundo más íntimo de Donoso, al modo en que dio formas a sus grandes obras. También, a su esfera familiar y a sus opiniones sobre obras y personajes del entorno cultural de la época. Aparece así un autor obsesionado con la escritura, a menudo ambiguo y contradictorio, asediado por las inseguridades, así como por los celos y la envidia hacia sus pares más exitosos.

Desde luego, en sus diarios se explaya también sobre artistas y autores chilenos, sobre los que ofrece impresiones abiertas o indirectas, desde Nicanor Parra y Armando Uribe a Enrique Lafourcade, Jorge Edwards, Mauricio Wacquez y su sobrina Claudia Donoso.

Aquí compartimos algunos fragmentos:

Armando Uribe.

Armando Uribe transformado en un fanático, en un paranoico, con códigos secretos para comunicarse por teléfono, cambiando de lugar para que no lo descubra la gente que lo “persigue” (nadie, según Fernando Krahn), las declaraciones, las cartas, los periódicos, las entrevistas, el tribunal Russell, la figura pública revolucionaria y perseguida que crece y crece en los ojos del público que ansía héroes, héroes para usarlos un día, digerirlos y eliminarlos al día siguiente, y la ganancia material, a la cual, según parece, Armando Uribe no es indiferente”. (Calaceite, 11/03/1974)

Armando y Cecilia

El matrimonio con Cecilia Echeverría Eguiguren, la mujer más bella y más aristocrática de su tiempo, que fue sin duda enamoramiento puesto que Cecilia era una mujer de la que era muy fácil enamorarse (Matilde de la Mole para Julien Sorel: tres haute placée en nuestro mundo, a prize catch of there ever was one), fue también, según mi versión de los acontecimientos an instance de su ambición: aclaramos, no se enamoró porque era quien era, bella, aristocrática, intocable, rica (en ese momento, recuerdo de mis juventudes, ella estaba de novia desde hacía años con Gregorio Amunátegui Prá, a quien, desde luego, era estupendo y muy agradable arrebatarle la novia), sino que era uno de los ingredientes de su amor por ella, y por lo menos de mi parte y en un sentido muy comprensible”. (Calaceite, 11/03/1974)

Nicanor Parra wsp
Archivo Histórico / Cedoc Copesa.

“La misma histeria romántico-formal, lingüista-contenido que deteriora a Cortázar, digamos, deteriora también la poesía de Nicanor Parra y muchas veces la invalida en su significación gnómico-poética-folclórica. Tres elementos, que de manera distinta van unidos también en Cortázar, y definir su histeria y sus excelencias (que son increíblemente histéricas). Pero –de nuevo en ambos casos– bajo una capa tonal de barbarie populachera. Uno es un matemático; otro, uno de los escritores más cultos de Latinoamérica contemporánea, el último representante tal vez, de la cultura burguesa, de ese “sánscrito que sabe todo el mundo”. (25/02/1974)

“Le tengo miedo a Mauricio Wacquez. Es loco. En cuestiones de dinero es completamente malo de la cabeza. Y en todo sentido, es la locura, el desequilibrio mismo. Gana 25.000 al mes. Este mes me debe 15.000 a mí, le ha llegado una cuenta de 5.000 de teléfono, tiene que pagar la casa: 5.000 más. Y fuera de eso, tiene que pagar coche, a plazos, piso en Barcelona que se está comprando; máquina de escribir, casa en Calaceite, etc. Realmente está loco. Y creo que llegado el caso en que, este mes, yo lo apure, como el otro mes lo apuré, más que nada porque quiero que se termine este asunto de dinero entre él y yo (y si es posible, la casa también, que se liquide), esta extraña dependencia que tiene de mí (¿por qué tuvo que comprar exactamente del mismo papel de escribir –carísimo, por lo demás– que ocupo yo? ¿Por qué tuvo que comprar las últimas 500 hojas sabiendo que ya no lo fabricarán más, y que yo lo necesito? La relación es extraña, obsesionante, intensamente paranoica y destructiva de parte de él y le tengo miedo”. (Calaceite, 28/02/1974)

Enrique Lafourcade
Enrique Lafourcade.

“Nota curiosa: el sábado en la mañana –creo que fue– recibí un telefonazo del aeropuerto de Barajas, en Madrid: Marcela (Mme. Lafourcade) que llamaba para despedirse, porque se iban de España con una invitación a la transmisión del mando del presidente de Venezuela, y que quizás no regresarían a España (...): es posible que él la haya hecho llamarme del aeropuerto para que yo supiera que va invitado por el presidente de Venezuela. O ella, con la que no solo yo, sino también María Pilar, sentimos una agradable unión cuando estuvieron alojados aquí en Calaceite en la Navidad de 1972, quiso afectuosamente despedirse, ya que es muy probable que Lafourcade, celoso de su relación conmigo –y con María Pilar– no la haya dejado ponerse en comunicación conmigo ¿Chi lo sa?”. (11/03/1974)

Margarita Aguirre
Margarita Aguirre, quien fue secretaria de Pablo Neruda.

“El libro de Margarita Aguirre llegó hoy. “Quiero hacerme famosa con este libro”, me dice en su patética pero monstruosa, egoísta y self-centered carta. Jamás. Es mediocre. Poco inteligente. Vulgar. No ve nada, no analiza, no se atreve: no es ni siquiera el libro dictado por una amistad, sino que es la sombra que proyecta Neruda en la pobre mente, inteligente pero trochada por la neurosis, de Margarita. Patético, y de alguna manera, sin embargo, su destino como mujer ha sido terrible, siniestro. Dice en la carta: “He amado mucho”: mentira, no ha amado nada, fuera, quizás, de Lucho Torres Agüero, a quien no conozco, y de cuya relación con Margarita no tengo noticias. Pero esa actitud, de amar tanto, nada; image, puro image. “No he sido escritora porque he amado demasiado” es el lugar común por excelencia”. (5/03/1974)

“¿Mauricio Wacquez? Demasiado borracho, demasiado homosexual, y se alimenta de los fracasos de los otros –especialmente de los míos– como un buitre de carroña”. (19/11/ 1974)

“Ver a Matilde Neruda. Ver a Fernando Balmaceda. A doña Momo. A Enrique Lafourcade. A Hernán Díaz Arrieta. A Alberto Pérez. No es chiste. Ya es bastante poco chiste ver a los chilenos en Sitges, to say nothing of los chilenos en Chile”. (Sitges 11/11/1975)

Carmen Orrego, con quien estuve chez Krahn en Sitges a la pasada rumbo a Barcelona, ha vendido su libro de poemas a Ocnos. Está feliz, y con razón. Yo estoy feliz por ella. De alguna manera sigue siendo uno de los seres que permanecen, definitivamente, y sin cualifications disminuidoras: es un encanto, inteligente y divertida. Odia y le tiene celos a María Pilar… no estuvo todo lo encantadora que podría haber estado con ella. Pequeñas saetitas paranoizantes e indirectísimas, quizás solo percibidas por mí. Es más inteligente y menos neurótica que María Pilar: menos cálida, menos dependiente, quizás –y este es el punto central– menos auténtica y verdadera que mi mujer: sea lo que sea, María Pilar es de veras, Carmen, excelente y deliciosa y encantadora y divertida e inteligente, presenta ciertas levísimas dudas para el connoisseur de si es, o no es, una pieza totalmente auténtica”. (Calaceite, 29/11/ 1974)

Claudia, mi amada sobrina, se casa –o ya se casó por el civil–, lo que en sí es algo traumático, ya que la he querido y la quiero tanto, sino que no me ha escrito para contarme: yo no le importo nada, me rechaza –quizás debido a María Pilar– y no pertenezco a su vida, lo que me da mucho dolor. En fin: ¿para qué interrogarme más?”. (Sitges, 20/08/1976)

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Jorge Edwards.

Acabo de terminar la novela de Jorge Edwards. Es muy buena, muy interesante y muy dolorosa. Me da flojera hacer análisis. Ya lo haré. Es el reverso de la mía, para empezar: lo que no deja de ser interesante y lo que significa que inevitablemente las van a comparar. En fin. Ya veremos. No es una obra maestra más que a nivel chileno. Políticamente, es cuidadosa, inteligentemente cuidadosa. Lo que no significa que sea cobarde. ¿Significa, acaso, que sea oportunista? No. Pero si hay algo de cierto: y es que es una novela escrita por, para consumo de, y sobre, esos señores zapallarinos que Jorge mismo describió: es la limitación estética de la novela. ¿Cómo compararla con la mía? La de Jorge, desde luego, es una novela para leerse en Chile”. (Calaceite, 19/04/1978)

“¿A quién tengo en Chile? La verdad es que a nadie. Alberto Pérez me pareció infantil y no demasiado inteligente, puro fracaso, pura locura; Fernando Balmaceda, frío, no interesante, tal vez oportunista (lo que sería perdonable), sin diálogo fuera de la política (como Pérez: pero este por lo menos se ríe); Pablo, mi hermano, estilizado, gélido, aterrado, castrado, infantilizado; Javier Sierra, demasiado homosexual para ser interesante, homosexual conservador y de clase alta, regodeándose y gozando sus prejuicios; Queko Larraín, loco del todo, no hay dónde dialogar. ¿Quién más? No sé. No sé. Buscar. Los jóvenes, Cristián Huneeus, Enrique Lihn, más soportables, aunque no me veo intimando con ninguno de ellos. ¿O será que en Chile uno no necesita intimidades personales, porque tiene intimidad con el país y con su clase?

“Es probable. En todo caso, quedan las mujeres, que en Chile siempre han sido lo más interesante, y con las que siempre he mantenido mejores relaciones que con los hombres: mi sobrina Claudia Donoso de Oportot, sobre todo; mi cuñada Lucha Larraín de Donoso; la Marcela Vicuña, la Pilar Valdivieso y la María Elena Gertner y la Rosita Orrego de Lamarca, todas, de una o de otra manera, imposibles, momias, borrachas, putas, incultas, ininteresantes, la gran Inesita Figueroa, helada, un témpano de falsedad y hielo, aunque inteligente y bella. ¿Quién más? Quedan los jóvenes, la Alicia Valdés, por ejemplo, la hija de la Elisa Pérez, a quien apenas vislumbré. Pero tengo la sensación, de nuevo como con los hombres, que hay infinitas posibilidades de reanudar, de recomenzar, de descubrir: todo dentro de un marco conocido y querido”. (Calaceite, 19/04/1978)

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