Otra vez sin acuerdo transversal: las cuatro horas que sellaron el fracaso de la última mesa negociadora en el Consejo
La izquierda pidió retirar y modificar un listado de 15 temas que ya se habían aprobado en comisión, el cual incluía materias como contribuciones, concesiones y objeción de conciencia. Esa solicitud la pusieron como un "requisito de admisibilidad" para continuar las tratativas. Republicanos y Chile Vamos no accedieron a esa condición, se mantuvieron unidos, y el intento por llegar a un pacto político se frustró.
El reloj marcaba las 21.57 de la noche, cuando la sala tres del Senado en Santiago se cerraba y adentro partía el último esfuerzo del Consejo Constitucional para negociar un acuerdo transversal entre la derecha y la izquierda.
Este nuevo grupo negociador -de 10 integrantes en total- llegó luego de que el órgano redactor explorara una y otra vez instancias para negociar que, hasta esa noche, habían fracasado. Previamente los consejeros intentaron explorar un pacto político en la reunión de delegados, luego en la mesa coordinadora, en paralelo probaron en las comisiones -ya sea en sesiones públicas o privadas- para más tarde terminar en el grupo de los 24. Una y otra vez, cada uno de esos espacios fue quedando en el olvido debido a la imposibilidad de que ambas fuerzas políticas pudieran acercar sus posiciones.
El miércoles en la tarde el oficialismo y la oposición se dieron una última oportunidad. El plan tuvo tres puntos: partir las tratativas a las 20.00 del miércoles, suspender todas las votaciones de las comisiones, cinco representantes por lado y darse como plazo la tarde del jueves para retomar el trabajo en comisiones a las 16.00.
La elección de los integrantes de lado y lado fue un punto clave. La izquierda tomó la decisión de dejar el peso en los comisionados Gabriel Osorio (PS), Antonia Rivas (CS), Domingo Lovera (RD), Alexis Cortés (PC) y la consejera y delegada María Pardo.
La derecha también escogió de forma estratégica a sus representantes. Por los republicanos fueron el delegado Luis Silva, el consejero Antonio Barchiesi y el jefe de asesores Jorge Barrera. El partido que lidera Arturo Squella pidió, de forma especial, que el comisionado Sebastián Soto (Ind.-Evópoli) estuviera presente. El experto, según fuentes del sector, es considerado como una persona “pro acuerdos, razonable y cuyo estilo posibilita acercar posiciones”. Al final republicanos buscaba una especie de seguro y evitar que si la mesa fracasaba se apunte a Silva, Barchiesi y Barrera como los que imposibilitaron el acuerdo. El quinto integrante fue el consejero y delegado de la UDI Arturo Phillips.
La mesa partió su trabajo en medio de un ambiente tenso y crispado. Un par de horas antes el oficialismo había dado un fuerte golpe al pedir que se retiraran todas las enmiendas y ambos bloques se sentaran a buscar un pacto político. La arremetida cayó pésimo en la derecha, sector que acusó que la petición era antidemocrática y echaba por la borda el mandato constitucional recibido en las urnas de modificar el anteproyecto de la comisión experta.
La oposición tampoco colaboró en mejorar el ambiente. Minutos antes de que partiera la instancia negociadora, Silva dio un punto de prensa. Estaba evidentemente molesto. Unos metros más allá lo escuchan consejeros y comisionados de izquierda, los mismos que estaban esperando partir las tratativas. En ese escenario, Silva lanzó lo que para el oficialismo fue la “lápida” a la negociación: “Hay una premisa básica que quiero dejarla bien clara: lo que se ha votado en las comisiones, votado está”.
Para la izquierda sus dichos implicaron desconocer el marco que se le había dado a la negociación ya que, antes de conformar este nuevo espacio, ambos bloques habían transparentado que el objetivo era que todo se pudiera revisar, es decir, las enmiendas aprobadas y las que aún no se han votado.
En paralelo, cada bancada hacía sus análisis internos. Por ejemplo, la UDI se reunió en la sala de los presidentes de la Cámara y con computador en mano fue viendo punto por punto los temas que podían ceder. Fuentes del gremialismo comentaron que al menos en ese partido “la apertura a negociar era sincera y amplia”.
Las cuatro horas del fracaso
Con todo ese contexto, la mesa partió las negociaciones. En las salas contiguas del tercer piso del Senado cada bloque tenía a sus apoyos. La derecha estaba con una fuerte presencia de sus comisionados: Teodoro Ribera, Natalia González, Bettina Horst, Kathy Martorell, Juan José Ossa, Máximo Pavez, Hernán Larraín, el consejero Edmundo Eluchans y varios otros asesores.
Al momento de abrirse la conversación, la izquierda dio el paso. Lo primero que quiso aclarar fue que se pudieran revisar las indicaciones ya aprobadas. Ahí se armó el primer debate, ya que la derecha se negó, pero ofreció de vuelta que se pudiera revisar en el pleno.
“Hagamos un protocolo de acuerdo en el cual establezcamos todo lo que se podría modificar o eliminar en el pleno”, comentó Barrera, según varios de los presentes en la cita. La izquierda veía con suspicacia la oferta ya que intuía que la oposición no podía garantizar dar la unanimidad de todos sus consejeros para modificar temas ya aprobados. Ante la insistencia de la derecha, pidieron un espacio para conversar en privado.
Salieron de la sala y cerca de 20 minutos después, volvieron. En ese momento aceptaron la idea de hacer los cambios en el pleno, pese a que las dudas por las garantías de que eso fuese efectivo seguían presentes. Acto seguido, dieron el segundo golpe. Sobre la mesa pusieron un listado de 15 temas, ya aprobados en comisión, que para ellos era indispensable que se cambiaran. La petición incluía sacar del texto varios de estos tópicos y en algunos perfeccionarlos para que queden “técnicamente bien hechos”.
El listado fue el siguiente: “objeción de conciencia institucional; contribuciones y tributos; bienes nacionales de uso público; hidrocarburos; terrorismo; responsabilidad del Estado: acción u omisión; derecho a la cultura; cueca y rodeo; derecho de reunión; financiamiento de partidos; expulsión inmediata de migrantes; cambio climático y justicia ambiental; resguardo de fondos públicos; deberes fundamentales del Estado; y acción de indemnización de propiedad”.
La izquierda consideraba que muchos de esos temas, afirman fuentes del sector, “debían quedar fuera del texto constitucional”. En otros, no querían eliminarlos, pero sí modificarlos, por ejemplo todo lo que tiene que ver con la indemnización por terrorismo y migración.
Ante ese listado, la derecha pidió unos minutos para conversar la situación. Luego de unos 15 minutos volvieron a entrar y transmitieron que antes de dialogar sobre el listado de esos temas, ellos querían conversar sobre los nudos críticos que hay en materias clave como educación, salud, seguridad social, vida, tratados internacionales, entre otros.
La izquierda recibió eso como “un chantaje”. Una fuente del oficialismo lo dice así: “Es como que nos pidan aceptar la cueca a cambio de la huelga”. En ese intercambio, la izquierda dijo que no podían continuar en esa línea, porque antes de pasar a esos temas había un listado largo de otros asuntos no aprobados en comisión que también les preocupaba.
Esa lista tenía 26 puntos más: “integridad personal; 75 años; Poder Judicial; sistema electoral, número de parlamentarios y magnitud de distritos; remoción de obstáculos igualdad y no discriminación; huelga y negociación colectiva; trabajo decente; el artículo 1; cuidados; niñez; tratados; escaños reservados; pueblos indígenas, paridad; recurso de protección y garantías; estado de excepción constitucional por amenaza terrorista; dirigentes sindicales y directiva de partidos políticos; educación y libertad de enseñanza; salud; seguridad social; verdad oficial en libertad de expresión; garantías penales administrativas; vida; control preventivo; capítulo de Fuerzas Armadas, Seguridad y Orden; y umbral partidos políticos y transitorio”.
La discusión seguía. El tono, afirman todos los presentes, nunca se subió ni nadie se molestó. Eran pasadas las 23.00 horas y el ambiente no pintaba para bien. Fue en ese momento cuando se llegó al quiebre. “Sobre los temas ya aprobados hay que buscar otras redacciones y en algunas se tienen que bajar. Esos temas son un requisito de admisibilidad para que la mesa continúe”, afirmó -según cuatro fuentes presentes- el comisionado Osorio.
Ese fue el punto que dio vuelta la conversación. La derecha pidió tiempo para analizar el tema. Los cinco negociadores fueron hasta la sala donde estaba el resto de los consejeros, asesores y comisionados de oposición. Los republicanos le pidieron al comisionado Soto que relatara lo ocurrido. Querían que el resto lo escuchara de su propia voz. Cuando el experto terminó de contar lo ocurrido, la indignación fue total.
Los comisionados de Chile Vamos consideraron que la condición era inaceptable ya que transformaron el listado de 15 temas “en una línea roja inamovible” y ante eso no había mucho que hacer. El ánimo fue de sorpresa ya que la derecha, pese a que sabía que era casi imposible llegar a acuerdo, no se imaginaba que la izquierda reaccionaría de esa forma y menos aun que los responsables de eso fueran cuatro comisionados con los que unos meses atrás habían llegado a acuerdos transversales.
Incluso para más de un experto de Chile Vamos, quienes antes de la mesa habían conversado con sus pares de izquierda sobre cómo arreglar el texto en la Comisión Experta o en la instancia mixta, el asunto marcó un antes y un después.
Los negociadores de derecha volvieron a la mesa y fue el delegado Silva quien pidió la palabra. El consejero comentó que si la izquierda exigía retirar todos esos temas, la conversación no podía seguir. Eran las dos de la mañana y la mesa se terminó, todos se levantaron, se retiraron y la última instancia de negociación terminó en un fracaso.
La derecha, en tanto, terminó más unida que como partió. Pese a que Chile Vamos no perdona la estrategia de los republicanos de forzar las votaciones en comisiones sin tener acuerdo con la izquierda, luego de lo ocurrido en la madrugada se quedaron sin mayores opciones. Por eso pasadas las 2.30 firmaron un comunicado público en conjunto. Y no solo se quedaron con eso. A las 12.00 de hoy tuvieron una reunión ampliada de consejeros y comisionados de republicanos y Chile Vamos, la primera que ocurre en todos estos meses.
Horas después, pasadas las 13.00 de la tarde, ambos bloques convocaron a puntos de prensa para recriminarse mutuamente. “La bancada del oficialismo nos puso una condición que no era posible de cumplir: eximió del paquete de materias que podíamos conversar todas aquellas que ya habían sido votadas en comisión”, afirmó Silva.
“Lamentamos que la actitud de la derecha haya sido todo lo contrario a construir una Constitución a través del diálogo. Una cosa es aplazar una votación, una cosa es hacer el amague de abrir un espacio de conversación y otra cosa muy distinta es querer realmente llegar a un acuerdo”, dijo por su parte la delegada Pardo.
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