Padre de miembro de la CAM muerto en fundo de forestal: “Llaitul me dijo que mi hijo era un buen guerrillero, pero, para mí, no era eso”
A diez meses de que Pablo Marchant falleciera tras recibir un disparo de la policía en medio de una acción de "sabotaje" reivindicada por la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), el expediente en el que se indaga su deceso cobra especial relevancia ahora que el líder de esa agrupación -calificada como terrorista por las policías- desafió al gobierno del Presidente Gabriel Boric. Ante la PDI, el padre del malogrado joven aseguró que no sabían el rol de su hijo en las comunidades mapuche, y sobre la asociación que lidera Héctor Llaitul aseguró: "No quiero tener contacto con esta gente, no comparto su ideología y ellos se dieron cuenta de eso".
La noche del 9 de julio del 2021 fue de alta tensión para el gobierno pasado. Se decía que el hijo del líder de la CAM, Héctor Llaitul, había sido abatido por Carabineros en medio de un atentado en el predio forestal Santa Ana de propiedad de la Forestal Mininco, en Carahue, en la Región de La Araucanía. Sin embargo, con el correr de las horas se descartó que el fallecido fuera Ernesto Llaitul, sino que quien había recibido un disparo era su amigo Pablo Marchant (28) quien ese día lo acompañaba -armado con un fusil, según la información policial- a una “acción de sabotaje” que había sido planificada y luego reivindicada por la agrupación.
La confusión respecto a quien había fallecido la provocó el propio Llaitul, quien esa noche llegó hasta el sitio del suceso, lloró, tocó el cuerpo y al sacar la capucha recién se dio cuenta de que se trataba del ex estudiante de Antropología de la Universidad de Concepción, miembro de la CAM y amigo de sus hijos. Esa misma noche, poco antes de que la policía disparara a Marchant, en medio del ataque resultó herido un trabajador forestal, quien quedó con serias secuelas físicas hasta el día hoy, luego de recibir una serie de disparos en el cuerpo.
A diez meses del hecho, cobran especial relevancia las diligencias que ha desarrollado la Fiscalía para esclarecer el fallecimiento del joven. Sobre todo ahora que el líder de la CAM ha tensionado esta vez al actual Gobierno del Presidente Gabriel Boric, ya que en medio de los anuncios de estado de excepción constitucional en la Macrozona Sur, Llaitul hizo un llamado a la “resistencia armada”. Pese al eventual delito que configurarían sus dichos, y que están descritos en la Ley de Seguridad del Estado, el propio Mandatario descartó querellarse contra el mandamás de la agrupación, asegurando que su administración persigue delitos y no “ideas”, generando críticas en la oposición y también en sectores del oficialismo.
Hasta el momento la investigación por la muerte de Marchant sigue vigente en dos aristas: el deceso y el ataque en que resultó herido el trabajador forestal. Para las autoridades policiales de la zona, este hecho marcó un hito en el incremento de delitos en la zona. La CAM comenzó a reivindicar con más fuerza los atentados en la región, rayando en varios de sus lienzos el nombre de Pablo Marchant, a quien definen como uno de sus integrantes más valiosos. Su funeral duró cuatro días y su féretro fue resguardad por comuneros armados con fusiles.
En más de cien páginas hay varios informes balísticos y destacan las declaraciones de sus familiares más cercanos que intentan marginarse de las acciones que su hijo realizó mientras estaba enrolado en la CAM y bajo el mando de Llaitul.
Los acercamientos con la comunidad mapuche
Marchant era nacido y criado en Santiago. Estudió en el Instituto Nacional y luego decidió irse a estudiar Antropología en la Universidad de Concepción. Ahí conoció a la familia Llaitul. Pese a que sus progenitores sabían de estas amistades se manifestaron sorprendidos de que Pablo fuera un integrante clave en la CAM.
Patricio Marchant Lastra declaró a la PDI y la Fiscalía cómo fue el día que se enteró del fallecimiento de su hijo: “Luego de conversar con mi esposa, quien me dijo que Pablo, hace algún tiempo, le había dicho que si moría, quería que lo enterraran en el campo o ahí en el lugar donde lo estaban velando. Se me acercó Juan Pichún que se presentó como lonko de la comunidad. Él me dijo que Pablo y ellos querían que fuera sepultado ahí. Le dije que no me gustaba esa idea, que yo quería tener un lugar donde llevarle una flor, ya sea en Tomé o en Santiago, donde tenía sus cosas. Pese a lo anterior y a lo que yo quería para mi hijo, decidimos hacer caso al deseo de Pablo y enterrarlo donde él quería”.
Luego, Patricio recordó que en esa misma ocasión se le acercó Rodrigo Román, quien fue abogado de Héctor Llaitul durante el caso de la Operación Huracán, con quien intercambió números de teléfonos, para eventualmente establecer algún tipo de contacto. Fue en esa oportunidad que también tuvo un tenso cara a cara con el líder de la CAM.
“Los cuatro días que duró el velorio de mi hijo, permanecí en el campo, ahí en Lumaco. Recuerdo que en una ocasión se me acercó un sujeto de apellido Llaitul, me dijo que era dirigente de la CAM y me dijo que mi hijo era un buen guerrillero, pero yo no le quise hablar ya que para mí, mi hijo no era eso. También andaba un hijo de ese Llaitul, pero no me acerqué a él, ya que no quiero tener mucho contacto con esta gente, no comparto su ideología y ellos se dieron cuenta de eso”, sostuvo.
El padre de Marchant se enteró en el funeral que su hijo tenía un rol activo en la causa mapuche. No tenían una comunicación muy fluida, desde que el joven se trasladó a a estudiar a Concepción. “No tenemos ninguna familia o ascendencia mapuche, por lo que creo que Pablo, mientras estudiaba en Concepción, conoció al hijo de Llaitul y también a la hija, ya que en el funeral me dijeron que fueron pololos y con ello comenzó a hacerse parte de todo este tema o conflicto”, dijo.
¿Quién acompañaba a Pablo esa noche?
Quien también declaró en la causa fue Miriam Gutiérrez Vergara, madre de Marchant. La mujer de 48 años vivía en Tomé, donde esporádicamente llegaba Pablo para visitarla. La última vez que hablaron fue en diciembre, pero por teléfono.
Fue la noche del 9 de julio que recibió un llamado que la informó del fallecimiento de su hijo. “‘El Toñito falleció'”, le dijo, según ella, un hombre identificado como “Mauro Vergara, asesor de la comunidad”. Al comienzo no supo quién era “Toñito”, pero su interlocutor le explicó que era Pablo. “Me puse nerviosa y no seguí hablando con él, pasándole el teléfono a mi pareja (...), luego, mi pareja llamó a mi hermana Ana y ella vino a nuestra casa. Cuando ella llegó, Ana llamó al número del que me llamó el asesor Mauro Vergara, él le explicó que Pablo había fallecido en un enfrentamiento con Carabineros y le habían disparado en la cabeza y que lo llevarían al Servicio Médico Legal”, recordó ante los investigadores.
Esa misma noche, la mujer viajó a Temuco para presentarse en el SML. “En ese lugar conocí y conversé con Héctor Llaitul, él se me acercó, se presentó y me dijo que Pablo había vivido un tiempo en su casa, que lo conocía, que Pablo participaba en la CAM y en una ORT y que el día en que falleció estaba participando de una acción de sabotaje a una forestal. Yo no le respondí casi nada, ya que estaba en shock y no entendía mucho sobre qué era una ORT o la CAM y decidí ingresar a las oficinas del Médico Legal”, sostuvo.
La conversación no quedó ahí: “Al salir, volví a hablar con Héctor Llaitul. Me comenzó a explicar qué era lo que hacía Pablo en las comunidades, consistiendo en ayudarlas en los procesos de reivindicación, recuperación y reconstrucción de tierras. También me dijo que, hace un tiempo, en una conversación entre los cercanos y pares del grupo, Pablo les había dicho que quería quedarse en una comunidad del sector Pidenco, al interior de Lumaco. En ese momento se me acercaron varias personas de distintas comunidades, ofreciendo terreno para velar o sepultar a Pablo en un “UWIJN”. Me hablaban otras cosas en mapudungún, pero no entendía nada”.
Finalmente, dijo que su familia nunca tuvo alguna relación con comunidades mapuche, ni tampoco vínculos de parentesco. Recordó a su hijo como alguien cercano y que nunca le dijo que participaba de la CAM, ni ningún grupo con esas características.
“No sabía qué andaba haciendo Pablo en el lugar donde lo mataron, pero cuando hablé con Héctor Llaitul me enteré que se trataba de una acción de sabotaje a una forestal, pero no tengo información sobre quiénes lo acompañaban ese día. Pablo nunca me comentó nada respecto a este tipo de actos”, indicó al equipo de investigadores.
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