“¡Pasa, corre, párate ahí, cruza!”: juicio al vociferante estilo de Rafael Dudamel en la banca de la U
Al borde de la cancha, el técnico venezolano no les da respiro a los jugadores de Universidad de Chile, a quienes llena de instrucciones que, incluso, parecen elementales. El estilo del técnico llanero genera debate.
La escena es recreada, pero está basada en hechos reales. Gonzalo Espinoza está plantado en la mitad de la cancha y, al borde de ella, recibe los gritos del técnico de Universidad de Chile, Rafael Dudamel. “Pasa, corre”, le pide a viva voz el técnico llanero de Universidad de Chile. El silencio del estadio El Teniente, el escenario que los azules han debido utilizar ante la imposibilidad de ocupar el Nacional, amplifica la instrucción. De hecho, es perfectamente audible a través de la transmisión televisiva. No será la única vez que el volante nacido en Constitución reciba una orden del estratega desde la orilla. Y, por cierto, será apenas una de tantas las ocasiones en que él y sus compañeros deban escuchar a su jefe durante el desarrollo del encuentro.
El estilo de Rafael Dudamel es exasperante, dicen muchos. Al menos para quienes lo perciben desde afuera. Sus jugadores, naturalmente, no saldrán a criticarlo. “Grita lo básico y lo básico lo enseñan en las inferiores. El jugador sabe que tiene que cuidarse las espaldas, por decir algo. No es necesario repetírselo a cada rato. El técnico tiene toda la semana para trabajar, para preparar los balones detenidos. A la hora del partido, cada jugador debe tener claro lo que debe hacer. El ideal es que el técnico en el partido no tenga que hablar nada. Si habla los 90 minutos es porque no está haciendo trabajo específico ni individual ni colectivo. No puede gritar los 90 minutos. Si es así, entonces, qué trabaja en la semana”, lo cuestiona Roberto Reynero, histórico capitán azul.
El diagnóstico surge incluso desde una perspectiva más imparcial. “Ese exceso de gritos al borde de la cancha no es normal. No es normal que haya tantas instrucciones para todos los jugadores. Es como si no hubiese entrenado, como si estuviera recién llegado”, expuso el ex seleccionador chileno Juvenal Olmos en Todos Somo Técnicos, de TNT Sports.
Un ambiente distinto
César Vaccia, técnico que condujo a los azules al bicampeonato entre 1999 y 2000 repara en un elemento que considera clave. El entrenador considera que la falta de público puede exacerbar la intención de Dudamel de entregar instrucciones permanentemente a sus dirigidos, considerando que existe una probabilidad ampliamente mayor de que sean recibidas en relación a un partido que se dispute en condiciones normales. “Ahora, lo que se diga se escucha y quizás Rafael intenta aprovecharlo para dar más instrucciones. Quizás le da más seguridad. Va en la forma de ser de cada uno. Mis jugadores me decían que ellos se sentían tranquilos cuando no tenían un tipo afuera que les gritara constantemente, que les pasara el mapa. Pensaban que mi forma de actuar los tranquilizaba, les daba más confianza”, recuerda.
En ese escenario, considerando además que trabajaba con un plantel consagrado, en el que brillaban figuras como Sergio Vargas, Luis Musrri, Esteban Valencia, Mauricio Aros y Flavio Maestri, por citar solo a algunos, Vaccia dice que optaba por hablar lo justo. “Les decía lo más específico. A un jugador profesional no puedes pasarle un mapa y decirle cada cosa que haga. Eso le incomoda, le intranquiliza. Era mi forma de dirigir. Yo pensaba que todo el trabajo estaba hecho en la semana, que a lo más uno podía influir en los cambios. Gritarles permanentemente incomoda más que lo que ayuda. Lo digo por la experiencia que tengo y por lo que me han dicho”, sostiene.
Eso sí, repara en dos aspectos esenciales: la necesidad del jugador en un momento específico del partido y por la claridad conceptual al momento de dirigirse a él. “Hay momentos, también, en que el jugador mira hacia la banca buscando una respuesta. Ahí hay que dársela. Es bueno que el jugador sienta que el entrenador está ahí. De ahí a ir a conceptos propios de la iniciación, ni en la escuela de fútbol se hace”, sentencia.
Técnicos de PlayStation
La efectividad de la comunicación es, desde la perspectiva sicológica, un aspecto fundamental. “Una comunicación anticipatoria es fundamental en muchos casos. Después, hay jugadores que reciben bien la instrucción permanente y otros que no. Cada jugador lo va a valorar de acuerdo a sus características. Hay jugadores que lo necesitan, los más jóvenes, sobre todo. También hay un momento en que necesitan más autonomía, más libertad. A veces, en la milésima de segundo entre la instrucción y lo que yo quiero o pensaba hacer, puedo fallar. Y sobre todo si ambas son antagónicos. Tiene que ver con cómo entrena también, si los jugadores están acostumbrados a ese estilo”, postula Alexi Ponce, sicólogo deportivo con amplia experiencia en deportes colectivos a nivel nacional e internacional y director de Go Focus. “A algunos puede bloquearlos la instrucción permanente. Siempre pasa que a los que están cerca de la banda los puede distraer. Los técnicos de Playstation, de joystick, se hacen difíciles por eso”, añade
Su colega Enrique Aguayo, presidente de la Sociedad Chilena de Sicología del Deporte, asiente. “Esto no es de una manera o de otra. Hay jugadores que necesitan de una corrección o de un estímulo constante. Desde el “juégatela” hasta el “sigue así”. No existe la forma ideal. Hay técnicos exitosos que están en la banca todo el partido. Los efectos son variados. El técnico debe conocer al plantel que dirige para encontrar la forma. Van conversando, abren los espacios para el diálogo. Ahí los jugadores pueden plantear lo que piensan. Ahí salen estos temas. Es como los compañeros. Hay algunos que gritan y otros que no abren la boca. Si el equipo está funcionando, los jugadores lo toleran bien. No existe en la sicología de equipo que esto tiene que ser de esta manera. Algunos necesitan un mensaje más enérgico, otros más blando. Algunos necesitan instrucciones, otros que los estimulen”, explica el profesional.
El ejemplo es incluso, más aterrizado. “Pasa lo mismo que en la familia, con los hijos. A mí me ha tocado percibir la diferencia. No se les puede tratar a todos de la misma manera. Y está el caso de Bielsa, que con su método revolucionó al fútbol chileno. Es cierto que había jugadores incómodos, pero ¿qué hacía? ¿cambiar?”, refuerza.
En ese escenario, Ponce plantea una salida. “La recomendación es ‘en la semana trabájalo intensamente y el fin de semana disfrútalo’. Corre para todos los deportes. La visión competitiva se construye día a día. Así como se entrena, se juega”, concluye.
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