Pasapelotas sacaron de quicio a Alexis y los guardias, a Bolivia: los diálogos y cruces que marcaron la tensa noche de la Roja
El duelo por Eliminatorias en San Carlos de Apoquindo tuvo de todo. Desde retos de Alexis Sánchez y Gary Medel para Guillermo Maripan, y hasta para los peloteros, por no estar más despiertos ante las demoras del arquero Carlos Lampe. La visita se enfrascó en discusiones con el árbitro Éber Aquino y con el personal de seguridad del estadio, así como también con el delegado de la Conmebol, Hugo Muñoz, ex secretario general de la ANFP.
El primer partido oficial de la selección chilena en San Carlos de Apoquindo dejó diálogos y situaciones imperdibles, de esas que la televisión no siempre alcanza a captar. Un encuentro en el que Claudio Bravo no paró nunca de gritar, en el que Guillermo Maripan se llevó todos los retos, en el que Alexis Sánchez se vio muy ofuscado, sobre todo, con los peloteros, y en el que la delegación de Bolivia perdió la paciencia con el árbitro paraguayo Éber Aquino, con el delegado de la Conmebol y hasta con los guardias del recinto.
Faltaba una hora para el inicio del cotejo y Francis Cagigao, director deportivo de la Federación de Fútbol de Chile (FFCh), conversaba con todo el mundo en la cancha de Universidad Católica. La Roja ya estaba sobre el campo, pasando el rato, antes de iniciar el calentamiento. Ben Brereton conversaba animadamente con Tomás Alarcón. A muchos les llamó la atención. Sin embargo, el volante de O’Higgins, que sueña con jugar en Europa, está estudiando inglés hace tiempo, y qué mejor que aprovechar el tiempo para practicarlo con el delantero del Blackburn Rovers.
Mientras la tribuna Sergio Livingstone se iba llenando de dirigentes como Pablo Milad, presidente de la ANFP; Cristian Aubert (Azul Azul); Juan Tagle (Cruzados), Patrick Kiblisky (Ñublense) y Jorge Uauy (Palestino), entre muchos otros, el cuerpo técnico de Bolivia alentaba a sus jugadores. “¡Vamos, que hoy ganamos!”, era el grito más repetido. “Enfocados, muchachos”, decía una y otra Marcelo Moreno Martins, goleador de las Eliminatorias.
A esas alturas, hasta los palcos del reducto habían llegado personalidades como el propio técnico del tricampeón del fútbol chileno, Gustavo Poyet, vestido de negro, con un gran abrigo para soportar el frío precordillerano que reinaba a esa hora. El uruguayo conversó animadamente con Tagle y Uauy, mientras a unos metros Exequiel Segall, presidente del Tribunal de Disciplina, saludaba con un fuerte abrazo al timonel chillanejo. Cristian Ogalde, representante de Claudio Bravo y amigo de Cagigao, también estaba presente. Al igual que Justo Álvarez, mandamás de la ANFA. Y, por supuesto, Arturo Vidal.
El Rey, recién recuperado del Covid-19, llegó muy cerca del inicio del partido, alrededor de las 21 horas, y muy desabrigado. De hecho, apenas llevaba un polerón blanco con capucha. Aquello movilizó a personal de la ANFP, que fue a buscarle una parka oficial de la Selección para que combatiera la baja temperatura.
“¡Dale, dale, dale Chile, que estamos bien, dale!”, arengaba Gary Medel cuando bajaba a los camarines para vestirse y salir a jugar. Ya estaba todo listo. Tras la entonación de los himnos y el pitazo inicial, la ausencia de público permitió a los pocos presentes escuchar de todo y ser testigos de situaciones inesperadas, como la ofuscación de los jugadores de la Selección con los pasapelotas.
El primero fue Alexis Sánchez. El Niño Maravilla corrió 20 metros a apurar a uno de los peloteros, quienes se tomaban con calma el paso de los balones. Chile era muy superior, pero no lograba abrir la cuenta. Y cada vez que la pelota traspasaba la línea de fondo, el arquero visitante Carlos Lampe, exHuachipato, se demoraba una eternidad en reanudar el juego.
“¡Apúralo, Gary! ¡Dile que lo apure!”, le gritaba desesperado Bravo al Pitbull. El capitán de la Roja le pedía al defensa que se acercara al juez Aquino para reclamar sobre el tiempo perdido.
“¡Afuera, afueraaaa!”, repetía el meta del Betis cada vez que un rechazo boliviano buscaba la cabeza de Moreno Martins. A esa altura, la banca visitante no solo estaba molesta con Boris Céspedes, porque no marcaba a Alexis, sino que también con el árbitro paraguayo y con el cuarto juez. El técnico César Farías y sus ayudantes reclamaban que todas las pelotas divididas eran para Chile. Los gritos también llegaban desde el palco 10, donde estaban los dirigentes de la federación altiplánica.
Una falta de Maripan en la banda, cerca del área nacional, lo hizo llevarse los primeros retos de sus compañeros. El defensa del Mónaco, cargado a la izquierda en la línea de tres que ordenó Martín Lasarte, no se sentía muy seguro sobre el césped sobre el cual fue bicampeón con la UC en 2016. “¡Cierra, Guille, cierra!”, lo retó Medel cuando dejó libre a Henry Vaca, el 10 de la visita.
Luego fue Alexis. “¡Por abajo, pa’ qué por arriba!”, le reclamó el tocopillano, tras una pared que no le gustó. Maripan le dio excusas imperceptibles para el oído en la tribuna y ambos discutieron desde el mediocampo hasta el área boliviana, lugar en que todo terminó con un choque de manos y un cariño del zaguero en la cabeza del delantero del Inter de Milán, previo a un tiro de esquina.
Machete vivía su propio partido. Parado durante gran parte del primer tiempo, abría los brazos como buscando una explicación cada vez que la pelota se paseaba por el arco boliviano. Lo mismo hacían los jugadores de la banca, quienes se tomaban la cabeza, incrédulos, ante las chances perdidas.
En la cancha, Alexis sumaba su tercer resbalón y gritaba al cielo, molesto. El pasto de San Carlos de Apoquindo fue regado en la previa durante mucho tiempo y estaba muy rápido. El formado en Cobreloa se miraba los toperoles cada vez que se caía y era de los jugadores de la Roja más impacientes con Aquino. Claramente, aún no olvidaba lo que pasó en Montevideo, cuando desestimó una mano penal de Sebastián Coates.
“¡Ayúdenlo, ayúdenlo!”, gritaba Bravo, ya en el segundo tiempo, cuando Alexis se daba una y otra vuelta con la pelota sin encontrar un socio. Chile buscaba con desesperación la apertura de la cuenta, mientras la banca de Bolivia seguía reclamando contra Aquino. “¡Están pagando lo que pasó en Uruguay, cobran todo para Chile por lo que hicieron Uruguay! ¡Este es otro partido!”, gritaban en el cuerpo técnico de Farías. Reclamos que iban acompañados de fuertes insultos desde los palcos visitantes contra el réferi guaraní.
La tensión se sentía en San Carlos de Apoquindo. Medel, al igual que Sánchez en el primer tiempo, también perdió la paciencia con los pasapelotas. Primero, se acercó a uno de los costados para apurarlos. Luego, le gritó a la banca chilena que pusiera ojo en el asunto. “¡Pero diles que la pasen bien, que la pasen bien, la conch…!”, exclamó a viva voz cuando un balón para un lateral de Bolivia quedó corto y no llegó a los pies del jugador rival, permitiéndole caminar a paso lento y seguir demorando todo.
Lasarte se sentaba cuatro minutos y volvía a pararse, sin decidirse a hacer más cambios. Solo había ingresado Luis Jiménez por un Eduardo Vargas que abandonó la cancha un tanto estupefacto y muy cabizbajo.
En la tribuna, Vidal se tomaba la cabeza, cubierta con la capucha de la parka, con cada oportunidad perdida de la Roja. Alexis sumaba otro resbalón y le reclamaba a Aquino porque no apuraba a Lampe y por una amarilla que quedó en nada. Hasta que vino el gol de Erick Pulgar.
Recién ahí se pudo apreciar algo de calma en la Roja. Una calma que Bolivia supo aprovechar. El penal de Maripan, cobrado a instancias del VAR por el árbitro Aquino, le pegó fuerte a la moral de Chile y llenó de coraje a una Bolivia con muy pocos recursos y cuya única esperanza era Moreno Martins. “¡Es mano!”, gritaban los videoanalistas visitantes desde el palco a la banca.
Farías y su ayudante Pablo Escobar presionaban al paraguayo. “¡La tienes que cobrar, es mano!”. “¡Bien, Marcelo, bien!”. Un hecho curioso: mientras todos estaban detrás del juez esperando su decisión, Moreno Martins ya había puesto la pelota en el punto penal. Y cuando vio a Aquino señalar la pena máxima, el delantero de padre brasileño pateó un penal sin arquero, un tiro rasante, pero al mismo lado donde luego vencería a Bravo. Lasarte conversaba con Charles Aránguiz, como buscando la estrategia a seguir ante el inminente empate. “No es casualidad…”, se quejaba Bravo ante Aquino.
Tras la igualdad, la banca de Bolivia se descontroló. Y aquí hubo algunos encontrones. El delegado de la Conmebol, Hugo Muñoz, ex secretario general de la ANFP en el directorio de Arturo Salah, le advirtió a la banca de Farías que uno de sus miembros no debía estar ahí, sino en los palcos.
El analista se demoró en subir y cuando lo hizo se enfrascó en una discusión con los guardias. “Les vamos a ganar, igual”, dijo, a la pasada, mientras subía las escaleras del recinto. “Amigo, váyase para allá, ahí no hacen tiempo”, le replicaron, molestos, los guardias del estadio, en referencia a todos los minutos perdidos para demorar el juego.
Los líos seguían. Aquino se acercó a la banca boliviana y expulsó a un jugador. “Ya está bueno, vienes hace rato”. El futbolista subió y se sentó en la tribuna. Sin embargo, otra vez apareció Muñoz, quien se quedó mirándolo y luego, apuntándolo con el índice, le dio a entender que tenía que irse. El boliviano captó la orden y no tuvo más remedio que emprender el rumbo a los camarines.
Esos últimos 10 minutos fueron calientes en San Carlos de Apoquindo. Los gritos de ¡Vamos Bolivia! se escucharon más fuertes que cualquier otro, lo que reflejaba también lo que pasaba en la cancha, con un Chile golpeado y una selección forastera muy crecida.
A Lasarte pareció no gustarle que Bravo subiera a buscar el gol en el último tiro de esquina del partido. Machete perdió la calma dos veces en los 90′: en los descuentos, debido al tiempo que hacía Lampe y cuando el portero nacional abandonó el arco propio en búsqueda de la épica. Sin embargo, Claudio Bravo hizo un ademán para darle a entender a Machete que iría de todas maneras.
Pitazo final y Maripan se echa a llorar en el área de Bolivia. Tirado en el suelo, solo Francisco Sierralta, su excompañero en inferiores de la UC, llegó a consolarlo. Alexis Sánchez, quien tuvo una noche de frustración y enojo, fue el primero en irse a camarines, solo segundos después del término. No se quedó en el centro del campo, como lo hicieron los demás, que estuvieron al menos cinco minutos analizando lo sucedido, mientras los bolivianos celebraban el punto obtenido en la precordillera como un verdadero triunfo. Y casi lo logran, al final.
La desazón total marcó el primer partido de Chile en San Carlos de Apoquindo por Eliminatorias. Fue un empate 1-1, en el que no pudo refrendar en el marcador el buen juego y las oportunidades creadas, donde la Roja se desesperó, lloró, resbaló y hasta se enfureció con los pasapelotas. El camino a Qatar 2022 está cuesta arriba. Al menos, la Roja tiene sed de revancha y la oportunidad está a la vuelta de la esquina: la Copa América, certamen al que irá con la generación dorada.
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