¿Por qué Brasil y no Chile? La trastienda de cómo la Copa América se movió de sede sobre la marcha
Las deserciones de Argentina y Colombia, ambas por razones sanitarias, llevaron a la Conmebol a aplicar un plan B que no tenía margen a discusión, más allá de los múltiples reparos que ha despertado trasladar el torneo al país sudamericano más golpeado por el Covid-19.
La Conmebol anuncia a Brasil como la sede de la próxima Copa América y Sudamérica y el mundo se sorprenden. El país más grande del subcontinente es, por lejos, el más afectado por el coronavirus y, sin embargo, la entidad que preside Alejandro Domínguez no vacila a la hora de asignarle la responsabilidad de asumir la organización del torneo, que no se pudo realizar en Argentina ni en Colombia, precisamente a causa de la pandemia que azota al mundo entero. La reacción no tarda en llegar. Pocos entienden que la elección del nuevo anfitrión, considerando las alarmantes cifras que presenta: casi 16 millones y medio de contagiados, 80 mil de ellos en la última jornada, y la escalofriante suma de 461.057 muertos, 2.012 de ellos en la última jornada.
La entidad que rige al fútbol sudamericano debió actuar de urgencia, ante la deserción trasandina. Sin embargo, al consejo que se realizó en esta jornada, por la vía telemática, la entidad que preside Domínguez llegó con la cancha medianamente rayada. El máximo dirigente inició la sesión preguntando si se pretendía disputar la Copa América a modo de preparación de las Eliminatorias, a modo de sondear la intención de las asociaciones. El timonel de la ANFP, Pablo Milad, fue uno de los primeros en plantear consultas. Inquirió acerca de las condiciones en que se jugaría el torneo. El titular del fútbol sudamericano expuso que el único lugar en que se puede disputar la Copa América era en Brasil. El pleno aprobó la moción por unanimidad.
“Nosotros estamos para acatar. Esta es la decisión que tomó Conmebol y nosotros debemos respetarla”, declara el director deportivo de las selecciones nacionales, Francis Cagigao. “Todo jugador y toda persona involucrada en este prestigioso torneo va a querer que se juegue. Eso sí, nosotros queremos que se haga bajo las máximas condiciones sanitarias para poder respetar la integridad física de todo aquel que esté en el torneo”, establece.
Condiciones avanzadas
En Luque dicen que si la elección de Brasil generó sorpresa no es por responsabilidad de la Conmebol. Aunque reconocen que varios países mostraron interés en albergar la cita, enfatizan que nunca se refirieron formalmente a las candidaturas. La de Estados Unidos, de hecho, la califican como un rumor. Y, es más, dejan entrever que Brasil fue siempre una suerte de carta bajo la manga frente a lo que terminó sucediendo: que los anfitriones originales no estuvieran en condiciones de recibir el evento.
“Las opciones que se conocían públicamente no eran más que deducciones de las que no nos podemos hacer cargo. Lo de Brasil era un tema que se venía revisando. Se vieron infraestructura y logística y, en ambos casos, se trata de cualidades probadas en la organización de grandes eventos, como el Mundial, los Juegos Olímpicos y la última Copa América”, explican en el organismo. Un punto fundamental fue el irrestricto apoyo que encontraron en el gobierno de Jair Bolsonaro, que no planteó demasiadas exigencias a la hora de aceptar el desafío.
Ni siquiera las alarmantes cifras relativas a la enfermedad espantan a la Conmebol. Es más: en la entidad que rige al fútbol sudamericano afirman que la tasa de mortalidad ha ido decreciendo, lo que permite proyectar un torneo seguro.
Igualmente, se tomarán precauciones. Si aún no se han anunciado formalmente las subsedes del torneo es porque se está está estudiando cuáles serán las ciudades que mejores condiciones ofrecen en materia sanitaria. En ese contexto, uno de los parámetros será el porcentaje de ocupación de camas críticas. En Río de Janeiro se acerca al 80 por ciento, mientras que en Sao Paulo supera ese margen.
Exigían presencia de público
Un factor fundamental para adjudicar la organización de la Copa América era la presencia de público en las tribunas. Si bien en la Conmebol ahora son cautelosos y explican que se están realizando chequeos con cada estado, considerando que cada uno tiene legislaciones diferentes, es un hecho que para la entidad es de un alto interés que el torneo se dispute con público en las tribunas.
Ahí se puede encontrar una razón por la que Chile, finalmente, no fue considerado. Mientras la Conmebol planteaba esa necesidad, en el gobierno chileno fueron tajantes en cuanto a descartarla, por motivos sanitarios. “En Chile no va a cambiar ninguna de las condiciones que tenemos hoy día, es decir, hoy día el fútbol funciona, pero funciona sin público en el estadio y funciona en esta lógica de burbuja, las personas tienen que tener su PCR negativo. Nosotros no vamos a cambiar ninguna condición de esas, esta es una decisión obviamente sanitaria”, había declarado el ministro Jaime Bellolio, en relación a un principio que el gobierno chileno no estaba dispuesto a transar.
El otro aspecto que pesó fue el tributario. En La Moneda no estaban dispuestos a realizar exenciones impositivas de ningún tipo en relación a los recursos que se movieran producto de la organización del certamen.
“Desde el primer día manifestamos nuestra disponibilidad de realizar la copa en nuestro país, pero con las reglas claras respecto de las exigencias sanitarias y tributarias, aquí las normas las establece el Estado y son para cumplirlas. Considerando lo anterior, desde la Conmebol tomaron la decisión más conveniente para ellos y Brasil, como el resto de los países, siempre estuvo dentro de las posibilidades”, confirman, en ambos sentidos, en el Mindep.
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