Columna de María José Naudon: Qué hay detrás de la ministra
Más allá de la descripción de lo acontecido, tal vez es conveniente ir más allá de los hechos y preguntarnos por qué Izkia Siches comete este y otros errores no forzados. La primera explicación podemos encontrarla en la vociferancia que algunos de los miembros del gobierno tienen marcada a fuego. Llevar al Ministerio del Interior la lógica gremial.
Ríos de tuits han corrido luego de las declaraciones de la ministra del Interior atribuyendo una maniobra de ocultación al gobierno anterior, respecto de una fallida expulsión de inmigrantes ilegales. Lo primero que debe despejarse no es trivial, pues entre “emitir información incorrecta” y hacer una acusación falsa hay kilómetros de distancia y la ministra parece querer olvidarse de aquello. Sin embargo, la “confusión” (si pudiera llamarse así) queda despejada cuando observamos los elementos que rodean su declaración. Hay en ellas un tono, un uso del lenguaje y una adjetivación que exceden con mucho de un error en la información. “Cuando hagamos nuestras expulsiones”, “Una chambonada a nivel nacional” o “Realmente impresentable”, por citar algunas, suponen la realización de un juicio de valor que parte de una información falsa, pero que no se agota en ella.
Pero más allá de la descripción de lo acontecido, tal vez es conveniente ir más allá de los hechos y preguntarnos por qué Izkia Siches comete este y otros errores no forzados.
La primera explicación podemos encontrarla en la vociferancia que algunos de los miembros del gobierno tienen marcada a fuego. Llevar al Ministerio del Interior la lógica gremial (o la lógica de la calle), que tan buenos rendimientos les ha otorgado, no parece una estrategia adecuada. El Colegio Médico, en el que Siches alcanzó notoriedad pública es, por su naturaleza, gestor de intereses de un gremio determinado y eso aleja su lógica del ejercicio del gobierno de un país.
En el caso particular, Izkia Siches, sumó a su rol de líder gremial uno de evidente oposición al gobierno de Sebastián Piñera, criticando permanentemente una gestión de la pandemia que hoy es reconocida en el mundo entero y sugiriendo, al mismo tiempo, estrategias que hoy se muestran absolutamente equivocadas.
Si bien en el ámbito sanitario sus planteamientos no tuvieron éxito, sí lo tuvo su rol de oposicionista furiosa. Es evidente que este la visibilizó y le entregó un protagonismo y liderazgo que supo gestionar muy bien en la campaña de la segunda vuelta y que hoy la tiene en el cargo en cuestión.
Este fenómeno probablemente entregue alguna noticia de las de las debilidades de Siches: la ministra se debe a su público y su vocación de celebrity (que ya ha mostrado en varias aristas) la pone en posición de ofrecer a sus seguidores lo que quieren oír: primero, que el gobierno de S. Piñera fue el peor de la historia y causante de todos los males del país y el segundo, en la misma línea, que la élite poderosa no quiere perder su poder porque lo necesita para hacer de las suyas, incluso manipulando a la prensa para ocultar un hecho como el denunciado. “Si nosotros hiciéramos eso, sería portada de La Segunda del mismo día que ocurrió. Así que mis felicitaciones al gobierno anterior porque tuvo la capacidad de tapar con tierra, no sé cómo, pero esto es algo gravísimo”, fue su delicioso corolario.
Sin duda, la ministra vio en la información recibida la posibilidad de dar un golpe de gracia que alimentaría esa relación con los suyos que tras varios fallos necesitaba volver a nutrirse. Con la ansiedad de quien necesita el logro y la ceguera de sus propios sesgos, la ministra no hizo el mínimo análisis crítico necesario y se lanzó. Que recibió información errada, por supuesto, pero como ya lo hemos dicho, esto no es ni la mitad del problema.
El tiempo nos dirá cómo termina la historia. El presidente Boric le ha entregado su apoyo y el oficialismo ha puesto el eje en que la ministra pidió perdón, pero hay mucha agua por correr debajo del puente y el riesgo de desbordarse ha quedado claro.
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