¿Quién arriesga más en la tributaria? Las 48 horas de suspenso político que se vienen encima

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La sala de la Cámara de Diputados en Valparaíso.

Mientras el gobierno llega al examen de esta tarde horquillado por sus parlamentarios, empresarios y la mayoría de su sector por estar cediendo de más ante al adversario, algunos líderes de la oposición se inclinan por bajarle el precio a un escenario donde no rechacen en bloque o voten como tal ante una de las reformas icónicas de Piñera.


Ha sido "el" frente en que la oposición -después de su larga siesta veraniega en que dejó pasar varias ocasiones de gol- ha logrado horquillar al gobierno. El tira y afloja en torno a los contenidos de la reforma tributaria tiene a La Moneda cediendo tanto, que su sector en masa frunce el ceño y hasta prefiere arrojar la toalla. Así, en el papel el adversario del Ejecutivo parece tener la sartén por el mango, pero ¿para qué?

Dependerá en parte de cómo se vayan desenrollando los hechos en las 48 horas que van desde las 15 horas y fracción de hoy, cuando el gobierno entregue a la oposición su última oferta para intentar sacar la reforma del freezer, y la sesión de la comisión de Hacienda de entre las 15.30 y 17.30 del miércoles. Ahí se va a votar la famosa idea de legislar.

Esta última -o votación en general- es apenas el primer escollo y solo compromete voluntad de seguir avanzando. Si el gobierno obtiene 7 de los 13 votos de ese grupo parlamentario, ahí mismo se seguirá discutiendo el articulado, punto por punto. Recién después de eso pasará a la Sala de la Cámara.

Si el gobierno no encuentra esos votos, sufrirá una derrota política (reabriendo así, otra vez, el debate sobre un cambio de gabinete) y el asunto pasará a la sala.

Más allá de los costos que enfrenta el Ejecutivo -partiendo por sus ministros negociadores- si la reforma tropieza, para el bando contrario la cuestión tampoco es tan sencilla.

Después de la miniserie de terror que vivieron en marzo pasado con la elección de la mesa de la Cámara, la reticencia y rechazo anticipado que manifestaron desde la DC al Frente Amplio a la reforma tributaria ha sido lo más parecido a una presión eficaz sobre el gobierno (sobre todo después de que el Presidente Piñera se jugara su apuesta personal por lograr acuerdos).

Por lo mismo, ya tempranamente se instaló la idea de este proyecto iba a ser la primera prueba para la unidad del sector, casi reducida al dilema binario si votan en bloque o no, ya sea para rechazar o no. "El mejor escenario es votando todos juntos, a favor o en contra, de la idea de legislar. Que lleguemos a votar en bloque, cualquiera sea la decisión", anticipaba el mes pasado Pepe Auth, segundo vicepresidente de la Cámara.

Pero resulta que, hasta esta mañana, en el misma oposición advierten que eso es ya poco probable, aunque dándole el beneficio de la duda a qué tan satisfactoria (o decepcionante) sea la oferta que les entregará Hacienda.

¿Es tan terrible? Hay distintas visiones. Las menos auspiciosas las explican fuera de micrófono parlamentarios involucrados en las tratativas: advierten que en la medida que el gobierno se repliega y cede, puede después entrar a "pirquinear" votos, y al final logrará los que necesita. Y que esto se puede dar, paradójicamente, si la reforma llega a la sala producto de un rechazo a la idea de legislar en la comisión.

En las cúpulas de los partidos el tema no es de los más cómodos. Hay sí, voces que se inclinan por quitarle drama al asunto. El jefe de la DC, Fuad Chahín, está por bajar los costos.  "No hay que estresarse. La unidad opositora no significa uniformidad. Hagamos el mayor esfuerzo por coordinarnos y tener objetivos comunes, pero si al final no podemos estar obligados a actuar exactamente igual. Puede haber diferencias en las votaciones, no somos lo mismo", argumenta.

Acaso por lo mismo, en el PS se lo toman con cautela. Su presidente, el senador Álvaro Elizalde, comentaba esta mañana que "esperamos que haya coordinación y unidad en la oposición, pero también entendemos que hay legítimas miradas distintas. Más que estar anunciando una postura, estamos a la espera" de lo que plantee el gobierno.

Auth, quien en marzo colocaba la vara en una posición de bloque, hoy no mantiene esa exigencia, pero tiene sus razones. Por ejemplo, aclara que es, precisamente, porque el gobierno ha cedido mucho.

"Si nos satisfacen las condiciones, todos votáramos en general y celebráramos que el gobierno tuvo que ceder en materia de pymes y en concesiones focalizadas al mismo sector social, porque sus declaraciones iniciales y posteriores es que este sistema no era regresivo... y resulta que es tan regresivo, que tiene que poner compensaciones. Hemos avanzado tanto, que algunos en la derecha dicen que no vale pena legislar", sostiene.

-Pero al final, lo que está en juego también es quién coloca la música en la agenda política.

-Claro. Ahí es donde digo yo que cuando una oposición logra hacer moverse al gobierno desde su posición inicial, tiene que saber capitalizar sus triunfos. Por eso, si la propuesta es razonable, debiéramos votar a favor la idea de legislar y después discutir el resto. Pero bueno, nadie está obligado a lo imposible.

Pero, con todo, Auth advierte que las condiciones que puso la oposición solo son para destrabar la votación en general, la sacrosanta idea de legislar: "No nos compromete en nada respecto de cómo vamos a votar en particular luego, por ejemplo, la reintegración".

Como sea -y no olvidando que en estas 48 ahoras puede haber más sorpresas-, a la larga el gobierno enfrenta el dilema de si logra echar a andar una de sus principales reformas sin tener a su gente sospechando de que se ha cedido más allá de lo soportable. ¿La oposición? No solo si vota en bloque o no, si no qué rédito saca si va a terminar apoyando un proyecto del gobierno.

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