Quién es y cómo leer a Víctor Pérez, el nuevo hombre fuerte de Piñera
Un UDI histórico que llevaba 30 años en el Congreso después de haber sido alcalde designado por Pinochet, de cuya figura nunca ha renegado, y que fue un celoso fiscalizador de los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, es el tercer ministro del Interior del Presidente. Su historial de hombre duro apunta a ordenar al revuelto sector y le concede un triunfo Van Rysselberghe, tras descartarse la llegada de Evelyn Matthei. Aunque tiene redes en la oposición, su llegada instala dudas en ese sector.
Aunque se tuvo que despedir hoy de la sesión de la Comisión de Constitución del Senado diciendo que “me voy a algo que ustedes ya presumen”, en su partido dicen que su nombre estaba prácticamente confirmado la tarde de ayer. Como haya sido, Víctor Claudio Pérez Varela (UDI, abogado, 65 años que cumplió el mismo 18 de octubre del estallido social) se ha convertido en el tercer ministro del Interior del Presidente por un cruce de razones que explican una de las tantas aristas de la crisis del sector: la presión de la UDI que comanda Jacqueline van Rysselberghe y, hasta donde se sabe, que Evelyn Matthei no habría estado entusiastamente dispuesta.
Su fichaje deja satisfecha a la jefa del partido porque en caso contrario habría sido una de las grandes perdedoras (con Jaime Bellolio en la Segegob y Mario Desbordes en Defensa). Él la apoyó en la última interna, al contrario de otros históricos como Juan Antonio Coloma. Pero además evita agravar un conflicto con la UDI al compensarla por la “afrenta” de haber estado fuera del núcleo del poder durante la era Blumel e instalar como Número Dos de Piñera a un gremialista químicamente puro, abanderado por el “rechazo” y que nunca ha renegado ni relativizado ser pinochetista.
Pérez, quien no podía ir a la reelección el próximo año, tiene por delante la delicada misión de cubrir al menos tres frentes. Además de apagar la crisis de La Moneda con sus partidos, ha de dar garantías de que el plebiscito de octubre se hará sin sobresaltos y deberá encarar el riesgoso manejo del orden público si la crisis social vuelve a detonar en unos meses.
Con un historial sabido por sus pares pero desconocido para los ajenos a la política, el senador por Ñuble bajó esta mañana su cuenta de Twitter, a sabiendas que ya antes han caído ministros a punto de jurar por sus dichos anteriores (como le pasó a Felipe Ward en octubre). Y esta mañana en Palacio algunos agregaron a su lista de tareas la duda de cómo se entenderá con la oposición: aunque la llegada de Cristián Monckeberg a la Segpres y las redes que Pérez tiene con ese sector puedan jugarle a favor, los adversarios del gobierno miran con atención su perfil de hombre duro de la derecha.
Al igual que otros históricos de la UDI como Patricio Melero, antes de ser diputado y senador durante 30 años (desde 1990), Pérez fue alcalde designado por la dictadura en Los Ángeles (1981-1987). En el Congreso forjó fama de duro opositor a la Concertación, primero como cancerbero del Presidente Ricardo Lagos en la dupla Pérez & Pérez junto a la entonces diputada RN Lily Pérez.
Sus credenciales de derechista sin dobleces las exhibió de nuevo para el Caso MOP-Gate (2003) y cuando a la Presidenta Michelle Bachelet se le vino encima el Caso Caval (2015). Fue de los que acusó un doble estándard comparando con los casos judiciales que arrinconaban a su sector: “Llevamos más de un año de filtraciones, de imputaciones a distintas personas, de acusaciones graves no probadas a muchas personas de distintas partes del espectro político, y todos aceptan, menos ella”.
Cuando el 2017 su partido se enzarzó en lo de modificar o no su declaración de principios (“La UDI destaca el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y de orden de Chile, incluida su acción liberadora del once de septiembre”), Pérez se opuso tajantemente. “Si alguien quisiera esconderlo o minimizarlo, creo que estaría dándole la espalda a la historia de la UDI, creo que sería contraproducente”, espetó entonces.
Estrechamente vinculado por historia, edad y afinidad con históricos UDI como Coloma, Melero y Andrés Chadwick -que saben de su afición a leer historia y biografías-, su relación con Piñera parece haber dejado atrás los años en que ese partido chocaban con él. Pero al despuntar su primer gobierno (2010-2014) reclamó molesto cuando el entonces ministro Rodrigo Hinzpeter tuvo que bajar la ya anunciada designación de José Miguel Stegmeier como gobernador el Biobío.
Éste estaba implicado en una red triangulación de dineros para Colonia Dignidad, según había declarado Harmut Hopp, cercano al jerarca del enclave Paul Schäfer. Pérez era secretario general UDI, lo había propuesto, y entonces criticó que “José Miguel Steigmeier es una persona honorable, un ciudadano ejemplar, un angelino muy connotado que creo fue injustamente imputado por cuestiones falsas que no han sido probadas ante un tribunal”.
En los últimos meses, Pérez fue un firme defensor de Chadwick durante la acusación constitucional que perdió en el Congreso: “¿Qué hacía el ministro? ¡Nada!”. En la historia reciente de nuestro país no ha habido un Ministro del Interior que haya hecho más por los temas de seguridad y orden público”.
Junto a Allamand, además, encabezó la resistencia a la ley del retiro anticipado de pensiones en la Comisión de Constitución (Ahora los dos deberán silenciar su voz por el “rechazo”, dadas las circunstancias). Y en la crisis que eso desató en su partido no se perdió: estuvo por castigar a los parlamentarios que votaron a favor y advirtió en una carta a El Mercurio que quien lo hiciera “se autoexcluye de la UDI”.
Sus amigos, eso sí, aseguran que sin perjuicio de este historial Pérez tiene “pragmatismo y mirada de país sin dogmas”, y que eso debería jugar a favor suyo en este crispado ambiente.
Oposición: “Con esto el gobierno se atrinchera en el rechazo”
La oposición esta mañana miró expectante las definiciones de Piñera sobre su nuevo gabinete. La llegada de Víctor Pérez a la cabeza de Interior se interpretó en ese sector como un giro de La Moneda a una etapa menos dialogante.
Así, al menos, lo estima el presidente de la DC, Fuad Chahin, quien aseguró que “con eso ganan los halcones y el gobierno se atrinchera en el rechazo a una nueva constitución con la llegada de Víctor Pérez y de Andrés Allamand al gabinete. Se abandona definitivamente la lógica del diálogo. Entendiendo que el problema no estaba ni en el ministro del Interior, ni en la Segpres, sino en el diseño del Presidente de involucrarse en las decisiones propias de los ministros. Y en jefe de asesores del segundo piso con más poder que el ministro del Interior”.
A juicio del timonel falangista, reafirma que con esta elección de gabinete ”el gobierno renuncia a una búsqueda real de entendimiento con la oposición”.
En la misma línea se pronuncia el presidente del Partido Radical, Carlos Maldonado. “La llegada de Víctor Pérez marca el fortalecimiento de la derecha dura al interior del Gobierno, un nuevo triunfo de la UDI, y, sin duda, marcará también una mayor lejanía con la gente, pues se ha instalado en Interior a alguien que votó contra el 10%, que siempre ha sostenido posturas conservadoras y que pertenece al partido cuya bancada promueve la rebaja de impuestos y la venta de Codelco”, dijo el dirigente.
Maldonado insiste en que hoy “Piñera, usó su última jugada para volver a la trinchera, en lugar de acercarse a la gente. Esto sólo permite, lamentablemente, pronosticar mayor polarización en el país”.
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