Ricardo González (UAI): “Los candidatos presidenciales todavía no tienen claro un diagnóstico sobre el estallido social”
"O no se están leyendo", dice, "los montones de libros que abordan esto desde diferentes perspectivas". El director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) -y antes la cara pública de la encuesta CEP- está seguro que por eso las y los competidores marcan tan poco. Y que "ninguno de estos candidatos haya manifestado claramente qué proyecto de país quiere es una pregunta todavía mucho más relevante que antes, post estallido social y discutiendo la nueva Constitución”.
-¿También cree que esta elección presidencial muy abierta, líquida? ¿O gelatinosa?
-A mí me gusta decir gaseoso. Es mucho más etéreo -precisa Ricardo González Toro.
Al director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) le quedan cortos otros adjetivos. Dedicarse al descifrado de la opinión pública es lo suyo -antes fue el coordinador del área del mismo nombre en el Centro de Estudios Públicos (CEP)-, y por eso le pedimos que nos explicara por qué está así esta competencia que tiene cada vez más pretendientes y ningún favorito con mayúscula.
El elevado nivel de indecisos en las sondeos, dice, “es similar a los de otros procesos electorales. No existe un candidato que agrupe buena parte de las preferencias como sí lo hubo en los dos anteriores y que eran los ex presidentes, con muy altos niveles de conocimiento y buenas evaluaciones que mantuvieron cuando no estaban en el poder. Eso ayudó a situar a un líder claro. Como ahora no existe ese líder, hay distintos políticos que están tratando de llenar ese vacío, se proclaman y tratan de competir. Hay un grupo muy amplio de candidatos tratando de capturar esas preferencias, pero aún son muy pocas”.
-Tampoco se ven propuestas.
-También es un factor relevante. Vemos mucho candidato, pero ¿cuáles son sus proyectos políticos? Pueden ellos tenerlo muy claro en su mente, pero la población que votará en noviembre, no. Eso, en alguna parte, explica por qué tenemos muchísimos candidatos y no tenemos tanta distinción. En las encuestas la diferencia entre uno y otro es el margen de error.
-¿Hay un paralelo con las elecciones anteriores en esto?
-El año 2013 ya había una idea, pero aquí lo interesante es qué es primero. ¿Es un proyecto que logra encarnarse en una persona y proponerlo a la ciudadanía? ¿O al revés, una persona que decide, porque va liderando las encuestas, cuál es el proyecto que van a llevar a cabo y ya? El 2013 Bachelet las lideraba por lejos, tomó el diagnóstico de algunos analistas muy apegado a las manifestaciones sociales anteriores, y lo asumió como su propuesta. Muchos entendieron que ganó por el apoyo a ese diagnóstico. Pero después las encuestas mostraban que mucho de ese respaldo era por la confianza hacia ella y no tanto por el apoyo a su proyecto político. Una de las razones por las que su aprobación cayó fue porque cuando su proyecto se fue ejecutando, las personas comenzaron a rechazar ese gobierno.
Sigue: “Que ninguno de estos candidatos haya manifestado claramente qué proyecto de país quiere es una pregunta todavía mucho más relevante que antes, post estallido social, discutiendo la nueva Constitución”.
-¿Qué puede explicar esa actitud de los candidatos, justo ahora? ¿Estarán esperando capturar más apoyo en sus sectores? ¿Ver si se mueve el mapa después del 11 de abril?
-En parte, porque todavía -pese a que ha pasado el tiempo- no hay una mirada muy clara de qué pasó en el estallido social, sus razones. Fueron meses muy intensos: manifestaciones, violencia, consignas. ¿Cómo poder gobernar cuando en paralelo se está discutiendo una nueva Constitución? ¿Cómo ofrecer un horizonte para los próximos cuatro años mientras todo esto ocurre? Eso todavía no es muy claro para quienes aspiran a La Moneda. Es interesante, porque mucho se ha escrito, hay montones de libros que abordan esto desde diferentes perspectivas. Pero pareciera que los candidatos, o no los están leyendo, o todavía no tienen claridad sobre el diagnóstico.
-¿Por qué?
-Chile cambió muchísimo. Hay una población mucho más educada; hay condiciones materiales que han mejorado para la mayoría de la población; hay un juicio mucho más crítico respecto de la instituciones, de los cargos públicos; hay mucha más desconfianza. También más autonomía. Las personas quieren ejercer esa mayor libertad que han ganado en los últimos 30 años. Todavía no veo en la clase política una lectura de cómo insertarse en este contexto.
-Eso también suena como que los aspirantes a la Primera Magistratura, además, siguen cautivos de las ideas de sus sectores.
-Son moldes de la élite política que les hace difícil pensar y entender en qué está nuestra sociedad. Esto que decía de la autonomía, por ejemplo, muchas veces se entiende como una mayor tolerancia a la homosexualidad, al aborto, que obviamente produce resquemor en la derecha. Y que la izquierda celebra. Pero no significa que los individuos se hayan hecho más de izquierda; las encuestas muestran que las personas se identifican cada vez menos con partidos posiciones ideológicas.
“Hay un gran depende: cómo resultará el proceso de vacunación”
-Pero los políticos repiten y repiten que el país está polarizado, ¿o es una falacia?
-La élite política está muy polarizada, lo vemos en la TV y los medios. Pero la población no, porque no se identifica ideológicamente. Las personas no quieren proyectos desde arriba, quieren llevar a cabo los suyos en libertad. Por eso es que a los políticos de izquierda y de derecha les ha sido tan difícil releer esta nueva sociedad.
-Por eso el castigo a los políticos que vimos en la discusión sobre la participación de independientes en el proceso constituyente.
-El caso de los independientes refleja eso: un rechazo a las élites políticas porque no han sabido conectar con esta nueva sociedad. La sociedad cree que les ha dado oportunidades para gobernar muchas veces, y los problemas siguen ahí, y con la pandemia éstos se agudizaron. Es algo que no he visto en la discusión. Más bien se da al revés: políticos más menos conocidos, más menos populares, que tratan de liderar partidos, coaliciones, pero no desde la perspectiva de sus ideas de país, sino que por su popularidad. Y eso genera ese escenario.
-La Constituyente de abril va a monopolizar el interés ciudadano, no la presidencial. Y después vendrá la discusión en sí de la nueva Constitución. ¿Explica eso también este cuadro “gaseoso”?
-En un ciclo político normal ya habríamos tenido la elección municipal, habitualmente considerada como un indicador de cuán fácil o difícil era la presidencial para el candidato de la coalición incumbente. Y está la elección de gobernadores regionales, que también puede dar señales de si hay un castigo a la coalición gobernante; es una elección que percibo más política. El gobierno de Piñera tiene baja evaluación, y quizás tengamos una idea de cuánto afecta eso a los candidatos de la coalición en esa elección de gobernadores. Pero hay otro lado.
-¿Cuál?
-Uno que podría beneficiar más bien a los candidatos de la coalición gobernante. Primero, cómo resulta el proceso de vacunación, que recién parte.
-¿Eso lo puede capitalizar el gobierno o los alcaldes?
-Buen punto. Creo que lo capitalizan ambos. Pero en general va a beneficiar mucho más al gobierno porque el grueso de vacunación ocurrirá después de la elección municipal. Como se dé eso será muy importante para la evaluación de la coalición gobernante. Y está la percepción de la situación económica: si asociado a la vacunación hay un despegue, eso ayudará -en el margen- a empujar al candidato o candidata del gobierno.
-Si algo de eso pasa, ¿se revolverá más la lucha entre los cuatro exministros por suceder a Piñera? ¿Puede, por ejemplo, volver oficialistas a los que se han alejado de él, como Lavín?
-Veo que sí. Al menos en el discurso, puede que el ganador de la primaria se vuelva algo más oficialista. Pero hay un gran depende: cómo resultará el proceso de vacunación. Todo indica que va a resultar, pero recién llevamos dos días.
-Si los aspirantes a La Moneda no conectan con el país, y se van cruzar con el proceso constituyente, ¿se va constitucionalizar la presidencial y no habrá otro debate?
-En el corto plazo, con tanta incertidumbre, un candidato presidencial tiene que tratar de navegar en este mundo incierto. Proveer certezas. Identificar las certezas que la ciudadanía demandará de todas maneras. Ahí el rol de liderazgo que tienen que asumir los candidatos es fundamental, y eso no lo va a entregar la Constituyente.
-Entiendo, pero en plena campaña se van a estar discutiendo asuntos insoslayables, como qué régimen político tendremos, el rol de Estado y varios más.
-La Constituyente, en su discusión más de largo plazo, planteará temas y eso va a obligar a los candidatos a pronunciarse sobre esas discusiones. Será una campaña que va a tener mucha influencia de la Constituyente, sin duda, pero relacionada con temas que tienen que estar presentes en la discusión: los proyectos de país, qué es lo que queremos, qué es lo que cada uno quiere construir como sociedad. Esas respuestas a todo lo que surja de la Constituyente serán fáciles de responder en la medida que los candidatos tengan claro cuál es el proyecto de sociedad que quieren. Y que tengan un proyecto de corto plazo, algo que permita lidiar con la incertidumbre que suponen todos estos cambios que están ocurriendo.
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