“¿Sabís con quién te estás metiendo?... Nosotros tenemos poder”: las crudas revelaciones del caso de secuestro en Collipulli
Dos de los imputados entregaron detalles a la fiscalía de cómo habrían torturado y agredido a dos hombres, víctimas de un caso sin parangón en La Araucanía y que se originó por un supuesto robo de armas y drogas. Uno de los secuestrados logró escapar y el otro fue asesinado tras ser golpeado con un palo y "ahogado con vino", según relatan algunos de sus captores. Luego, lo habrían descuartizado y quemado. El sujeto que logró escapar describió ante el Ministerio Público los días más oscuros de su vida.
Fue el jueves de la semana pasada que se destapó uno de los casos más violentos ocurridos en La Araucanía. Primero se habló de un secuestro, luego de un secuestro con homicidio, un descuartizado, un quemado, y también de robo de armas y drogas. Al comienzo se fueron descartando varias hipótesis, pero lo cierto es que la historia de vejaciones de las que fueron víctimas dos mecánicos de la zona son aún más sórdidas.
La Tercera PM accedió a las declaraciones de dos de los 12 de detenidos por los delitos de dos secuestros violentos, torturas y un homicidio. Por razones de seguridad de los imputados se resguardarán sus nombres, ya que están colaborando en el caso y podrían ser objeto de represalias. También se omitirán las partes más crudas de los relatos que hay en el expediente judicial, en particular de una de las víctimas “El Jani” (28 años), quien logró escapar del secuestro y pedir auxilio.
Los imputados relataron a los investigadores del Ministerio Público cómo se fraguó el secuestro y cómo terminó en un homicidio. Ambos coinciden en que fue el 2 de junio cuando se enteraron de que a la familia de María Ancalaf le habían robado dos armas y algunas plantas de marihuana. El caso es indagado por el fiscal regional de La Araucanía, Roberto Garrido, y un equipo de la Unidad de Alta Complejidad, que ayer logró la prisión preventiva de todos los involucrados.
“Cuando íbamos llegando venía llegando también la señora María (Ancalaf) con la Julieta (Pérez) y Richi y dijeron que venían de donde ‘Cacharra’ (46 años) y que él les había dicho que fue ‘el Jani’ el que les robó la marihuana y las armas”, comenzó explicando uno de los imputados, que relató el caso ante los persecutores. Con esa información, el grupo decidió llamar al mecánico, “El Jani”, y hacerle creer que uno de los vehículos que tenían estaba malo. Una trampa para lograr su objetivo: que devolviera las armas y la droga.
Uno de los imputados fue a buscar al hombre y lo llevó al lugar donde estaba todo el grupo. Ahí lo estaban esperando, en el camino San Andrés, kilómetro 11, en Collipulli. Uno de los testigos recordó lo que pasó: “Veo que se baja el cabro y en ese momento el Cristofer le pega un cachazo en la cabeza, el Mansilla le pega un palo que pasó rozando e incluso pegó en el auto, y ahí la cabra (Julieta) le tiró el hachazo en la cabeza, pero como con el filo de lado, ya que si se lo hubiese pegado de frente lo mataba”, detalló a los fiscales.
Luego, el grupo lo llevó a un galpón, donde comenzó el interrogatorio. “Lo agarraron y la Julieta dice que lo lleven a una bodega; en eso sale la María de su casa y les dijo ‘llévenlo pa’ la bodega de atrás’. Ahí llegó el Richy y lo amarraron con unos lazos junto con el Cristofer, y lo llevaron a la rastra para la bodega. Me acuerdo que el cabro iba gritando, y ahí echó a la balanza altiro al ‘Cacharra’”, detalló otro de los testigos.
“El Cacharra” era otro mecánico y quien, según los datos entregados por los detenidos, había sido el primero en “vender” al “Jani”. Ahora, los roles se invertían y era este último quien delataba por el presunto robo de armas a su compañero. Algo no calzaba en el grupo, así que decidieron mejor aclarar todo con ambos presuntos involucrados.
Pero, antes -según los testimonios-, decidieron “apretar” un poco más al joven mecánico de 28 años. “Llegaron a la bodega y ahí empezaron a pegarle, Cristofer se arrebató pegándole, el Mansilla le daba patás y combos, la Julieta también le dio unas patadas y en ese momento le pone una puñalá en la pierna izquierda con un cuchillo de cocina grande”, contó otro de los imputados.
En un suelo frío y de cemento, la víctima entendía poco y nada lo que ocurría, pero aún así detalló alguna de estas escenas ante el Ministerio Público. “Me dijeron: sabís con quién te estás metiendo, nosotros tenemos cualquier poder; luego de esto, descubrieron sus rostros y me di cuenta que estaba la Julieta. Esta me cortó el dedo chico del pie con una cuchilla y también me apuñaló la pierna. Igual vi al Nacho, se sumó el Richy y otros tres sujetos que hasta ese momento no reconocí”, contó a los investigadores.
Los secuestradores -según testigos del caso- decidieron trasladar a la víctima. La llevaron al campo de “Cristofer” en un automóvil Volkswagen Golf. Allá armaron una especie de “choza”, donde siguieron con el interrogatorio, pero “Jani” comenzó a presentar cambios de temperatura y problemas respiratorios. El otro día fue de “recuperación” para la víctima. Le dieron remedios y le cambiaron de ropa, junto con darle abrigo y ponerlo junto al fuego.
En paralelo, un familiar del “Jani” mantuvo una directa conversación con María Ancalaf, según declaró a la fiscalía, para saber qué había pasado con su hijo. De acuerdo a esta declaración, la mujer le dijo: “Qué bueno que vino usted, aquí está, pero lo tienen en otro lado, se perdió un arma y por eso lo tenemos acá, le dimos la confianza, se veía un buen cabro, no hallo qué hacer con él, hasta que aparezca el arma no va a salir de acá, pero está bien, yo no sé si será él, pero quizás otros andan usándolas”.
El “Cacharra” y el escape del “Jani”
María Ancalaf, según la investigación del Ministerio Público, al pasar los días comenzó a tener un rol más protagónico en el secuestro. Llegó hasta el campo donde estaba la víctima y le preguntó por qué había robado las armas, a lo que “Jani” le respondió que él no las tenía. Entonces, la mujer le dijo que el “Cacharra” lo había vendido a él y que ella le creía. Entonces, otro de los miembros del grupo dijo: “Entonces hay que traerlo”.
El resto del grupo se activó y a bordo de un vehículo que llamaban “la joya”, decidieron ir por el “Cacharra”, quien terminaría sacando la peor parte de todo en esta historia.
“Llegamos al campo, el Richy y el “Jani” bajaron al “Cacharra” de la camioneta. (…) y tiraron al “Cacharra” dentro de la ruka (...). Le sacaron la ropa, y en eso la Julieta agarra un alicate tipo pinza de color amarillo, el viejo tenía la boca abierta”, relató otro de los testigos. Luego de eso la Julieta le cortaría también la oreja, según consta en la investigación respecto de las sesiones de tortura que hubo en contra de este mecánico. Luego vendrían otras vejaciones aún más graves: electricidad, desnudamiento, sumersiones en agua fría y abuso sexual. Todo, relatado por algunas de las personas que habrían presenciado estos actos y según consta en sus declaraciones judiciales.
Mientras esto ocurría, otro miembro del grupo enviaba chats por celular a los familiares de las víctimas para hacer parecer que todo estaba bien. Incluso, les hicieron grabar mensajes de voz para enviarlos por WhatsApp. “Mamita, estoy bien, estoy trabajando para el campo con los parientes”, fue uno de los mensajes que el “Jani” tuvo que mandarle a su madre.
Con ambas víctimas maltratadas e inmovilizadas poco había que hacer. Lo único que restaba era saber dónde estaban las armas, algo que quedaría para el día siguiente. Día que terminaría siendo el último y más complejo de todos.
“¡Peñi, peñi, peñi, se arrancó el Jani!”. El grito de alerta era del “Cacharra”, quien al despertar en la madrugada vio que su compañero de cautiverio no estaba. Era el fin de todos: “El Cristofer se enojó, pescó un palo y empezó a apalear al “Cacharra” y le gritaba ‘pa’ qué lo soltaste’ (...). Cuando volví a la choza “Cacharra” ya estaba muerto, estaba como sentado afirmado en la carpa, pero no se movía, y estaban el Cristofer y la Julieta, y el Cristofer me dice que lo mató, que “Cacharra” le había pedido agua y él tomó una caja de vino que estaba a la mitad y se la puso en la boca y se la apretó y como le entró aire y vino se ahogó y después de decirme eso le pegó un palo y le dijo ‘despierta chuchatumare’”.
Ahora solo quedaba escapar. El grupo comenzó la huida, pero antes había que hacer algo con el cuerpo del fallecido. El relato de los testigos es revelador: Sostienen que lo descuartizaron y luego decidieron quemarlo para evitar todo rastro del mecánico. “El Cristofer dice que había que quemarlo. Yo empecé a juntar leña nomás. El Mansilla y el Cristofer fueron los que llevaron las partes al fuego para quemarlas, pero no vi cómo lo hicieron. En eso estuvo el Mansilla toda la noche de ese día en el fuego quemando las partes del ‘Cacharra’”, aseguró uno de los imputados.
La revelación final
Finalmente, según confesaron, parte del cuerpo del “Cacharra” también fue lanzado al río. Los imputados comenzaron su escape, hasta llegar a Vilcún y a Temuco. Fue ahí donde dos de ellos decidieron entregarse y contar todo a la fiscalía.
Uno de ellos dijo qué fue lo que el “Jani” sabía y les dijo antes de escapar y llegar hasta la policía. Acá aparece el supuesto vínculo del caso con el homicidio del sargento de Carabineros Francisco Benavides.
“Quiero decir que respecto de las armas, el ‘Jani’ nos dijo que desde la muerte del carabinero, él, el Chelelo, el Cayao, el Veneno y el Alan vieron cuando escondieron las armas en un alcantarillado a orilla del canal, atrás de la casa de la María Ancalaf, y que las habrían escondido la Julieta y Richi. Que habrían estado recorriendo el sector como tres meses para poder encontrar las armas y droga para robárselas, hasta que las encontraron. Y nos dijo que las armas se las vendieron al tío del Chelelo y al abuelo, que ahí estaban las armas, esto acá en el Bajo Malleco”, dijo el imputado antes de cerrar su declaración.
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