48 horas en los centros hospitalarios: la crisis en las salas de emergencia
Son realidades que chocan en Santiago. Desde la aparente calma del Sótero del Río hasta las falencias del hospital parroquial de San Bernardo. Desde el frenesí de la Posta Central hasta la tranquilidad de algunos Sapus. Seis centros asistenciales en tiempos urgentes y con un telón de fondo: la presencia de abogados de DD.HH. que buscan certificar excesos de las fuerzas armadas y las de orden.
No son más de 15 mujeres y portan, en vez de cacerolas, bandejas quirúrgicas. Se ubican en la entrada de Urgencia del Hospital de Asistencia Pública en Santiago y hacen sonar el metal justo cuando se inicia el toque de queda a las 20.00 horas. Es una protesta exprés la de este martes 22. El personal está agotado tras días consecutivos de protesta social donde ha aumentado, cuentan, la demanda de atención. Por eso, la intervención dura sólo unos pocos minutos.
"Hay mucho que hacer", comenta una técnico paramédico, sobre todo por los heridos de la movilización, que en su mayoría acusan perdigones disparados por Carabineros o golpes de militares. A pesar de todo, el martes fue el día más pacífico. Esa vez llegaron cinco heridos con perdigones en su cuerpo, un paciente con trauma ocular grave, otro con TEC. El miércoles 23 la situación cambió con las marchas masivas que se concentraron en el centro: 29 heridos por perdigones y siete por otros mecanismos.
Patricio Barría, médico internista y presidente de la AMAP agrega que "en estos días de movilización, las consultas médicas y dentales han disminuido considerablemente". El personal que hacía turno de 12 horas, pasó a hacer turnos de 24 horas, para evitar problemas con el transporte en horas de toque.
La fiscalización en los centros asistenciales ha sido un tema. La madrugada del lunes 21, llegaron a la asistencia pública el juez de garantía Daniel Urrutia y Sergio Micco, director del INDH, para protestar por la prohibición de entrar a tres observadores del Instituto y ocho estudiantes y egresados del "piquete jurídico" de la Universidad de Chile. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, se refirió al episodio el martes 22 en un punto de prensa: "Anoche ocurrió un evento desafortunado en el hospital de urgencia de la asistencia pública en el sentido que se limitó el acceso, es el único caso que conozco, a personal de derechos humanos", dijo. "Por lo tanto he instruido un sumario para ver las responsabilidades administrativas o las que correspondan porque, insisto, es un deber absoluto prestar colaboración a la defensa de los derechos de las personas".
Verónica del Pozo, abogada del INDH, dice que cuesta desplegar a los cien observadores con los que cuentan por los hospitales y comisarías de la capital. "El equipo que está visitando hospitales es de entre 15 y 20 personas", dice. "Esa es la principal dificultad: estar simultáneamente en los hospitales verificando quienes están por lesiones o heridas".
Los casos en la Asistencia Pública se van acumulando. Maximiliano Suárez de 23 años fue herido el lunes 21 con perdigones en ambas piernas, glúteos y el dedo meñique "que casi me lo arrancan". Le dieron el alta médica ayer. Dice que protestaba en Plaza Italia cuando fueron embestidos. "Pero di que estabas haciendo antes" interrumpe su papá. "Los días anteriores estaba saqueando y yo con eso no estoy de acuerdo". Suárez hijo lo mira desafiante: "la protesta pacífica en Chile no sirve".
Ayer en la tarde, FC, de 30 años, cuenta que se encontraba entre las calles Santa Rosa con Alameda, cuando recibió un perdigón mientras estaba tomado de la mano en una ronda masiva. FC cuenta luego de hacer su denuncia al INDH que, "los médicos no sacaron el perdigón porque no tenía contacto con el hueso, no tenía riesgo a futuro. El perdigón no va a salir, la enfermera me dijo que va a quedar ahí toda la vida, de recuerdo".
El tema legal es un tema aparte: "No sé cuánto voy a ganar denunciando, tratando de descubrir quién disparó. Igual entregué mis datos porque desconozco cómo funciona el tema. Si el INDH o el Piquete me indican cómo moverme, lo haré".
Hospital Salvador
Aunque el hospital Salvador está a solo cuadras del epicentro de todas las marchas, la Plaza Italia, Felipe Salas, auxiliar de servicio, dice que el flujo de gente ha sido normal, que no se han visto sobrepasados. "Los problemas del hospital son los mismos de siempre: desabastecimiento y recursos mal administrados", dice Salas.
El hospital está cerrando a las dos de la tarde para asegurar el retorno de los trabajadores a sus casas. Urgencias sigue abierto, con funcionarios haciendo turnos de 24, 36 y hasta 48 horas.
Ayer, el Colegio Médico entregó la información oficial recabada por la UTO del Hospital Salvador. Hasta el martes 22 de octubre, han ingresado 29 pacientes con trauma ocular severo, de los cuales 24 son hombres y 5 son mujeres. El principal mecanismo para provocar las heridas —81% de los casos— son los balines de goma.
La tarde del martes 22 aparece el ex senador del PS, Fulvio Rossi. Hace un año y, poco después de abandonar la política, llegó a formar parte del equipo de traumatología del hospital, donde trabaja 22 horas al mes.
Rossi camina por Avenida Salvador, ya terminando su jornada, pero aún de bata blanca. Detenido en la vereda hace una autocrítica a su trabajo político anterior. Al de diputado y de senador. "Yo me siento parte también de no haber sido capaz de hacer más". Pone al sistema de salud como ejemplo y continúa: "Hay una insuficiencia e incapacidad nuestra de no haber sido capaces de leer de mejor manera lo que ocurría". Los pasajeros de un auto que está detenido por el tráfico comienzan a gritarle que lo que está pasando, también es su culpa. Rossi los mira y exclama de vuelta: "Eso estoy diciendo". Y agrega, "¿Te das cuenta del descrédito del mundo político?".
El ex senador cuenta que la inmensa mayoría de los funcionarios vienen de comunas populares, demorándose hasta tres horas para poder llegar. Por eso, destaca el compromiso del personal. "Llegan todos a trabajar, algunos desde La Pintana, por ejemplo. Ojalá el mundo político tenga el mismo patriotismo y se abra a dialogar". Y agrega: "Veo con preocupación que diversos sectores se quieran desmarcar de la crisis. Los problemas que tiene Chile y la desigualdad no se generó en un par de años. Por eso lamento que mi ex partido no hubiese acudido al llamado del Presidente. Estos son los momentos en que no solo hay que criticar, sino que también proponer. La unidad del pueblo de Chile es fundamental para salir de la crisis. Lamento que haya sectores políticos con representación parlamentaria que avalen la violencia como opción política".
Pero la vida continua. De los 24 pacientes que tenía citados, llegaron 20. "La gente me hablaba del nivel de barbarie en los sectores en que viven. Por eso no entiendo tanto despliegue militar en marchas pacíficas y que no estén en las poblaciones, donde más se necesitan".
-¿Has visto muchos heridos llegar al hospital?
-No, la verdad es que no ha sido la tónica, pero habría que preguntarle al jefe de urgencia.
Macul y Ñuñoa: la vida en los Sapus
"Hola, vengo porque está con fiebre, lleva tres días así y ya no sé qué hacer. ¿Podemos ingresarlo, por favor?", dice una mujer con su bebé en los brazos en la ventanilla del SAPU Rosita Renard, en Macul. Aparte de ella, la sala de espera está vacía.
Con la llegada del movimiento social, algunas instituciones han visto cómo sus urgencias se ven con más afluencia de lo normal. En hospitales públicos, por ejemplo, se ha hecho frecuente ver heridos por perdigones e incluso balazos; en los SAPU, en cambio, los días parecen más tranquilos.
Entran y salen niños, adultos y tercera edad, todo es muy expedito en Rosita Renard. Los funcionarios dicen que tienen prohibición de hablar, pero comentan de forma escueta que todo está en orden, las protestas no han influido en el funcionamiento del recinto y más allá de la constatación de lesiones y una que otra curación, no han debido implementar muchos recursos en heridos de este tipo.
Un par de cuadras hacia la cordillera, en Ñuñoa, el SAPU de la calle Juan Moya tiene gran parte de sus asientos ocupados, gente que va por dolores de estómago, por torceduras u otros asuntos de la vida cotidiana.
Afuera, sin embargo, un grupo de estudiantes de la Universidad de Chile está sentado en el pasto con letreros que comentan que ofrecen "asesoría legal gratuita". Martín Soto es uno de los que integra este grupo. Comenta que lo hacen porque, de vez en cuando, llega gente herida y no saben muy bien cómo proceder cuando quieren denunciar lo que les pasó.
"La gente que viene por heridas de balines, por ejemplo, nos ve y nos pregunta cosas que nosotros tratamos de responder porque entendemos que en estos minutos la situación es difícil para ellos. Pese a que llegan, no hemos visto que colapse el servicio, pero sí agradecen que estemos nosotros", dice Soto.
Junto a este grupo una estudiante comenta que fue detenida durante la noche del lunes 21, su mamá se enteró tarde y por el toque de queda no pudo salir a buscarla hasta el otro día. Cuando la llevaron a constatar lesiones fue al SAPU Rosita Renard.
Tiene una gran herida en el hombro que se ve amarilla y con bordes rojos oscurecidos, sus rodillas, además, están rotas y con costras negras. Dice que la atención en la constatación fue muy rápida y que sólo limpiaron sus heridas con agua y jabón, sin darle comprobante del procedimiento. Comenta que, "los trabajadores del SAPU dijeron que me caí en la marcha, cuando lo cierto es que me botaron los funcionarios de Fuerzas Especiales para detenerme, pero ni siquiera sé qué pusieron porque nunca vi un documento".
San Bernardo. Hospital Parroquial
El Hospital Parroquial de San Bernardo, es un pequeño establecimiento ubicado en la calle O'Higgins 04, depende del Obispado de la comuna y tiene convenio con el sistema público. Desde el lunes a la fecha ha atendido a por lo menos 53 personas heridas en el contexto nacional, de las cuales la mayoría ha llegado con heridas de perdigones o balines de goma emitidos por Carabineros. Así lo explica el médico Giuseppe Aliste, jefe de turno del Hospital Parroquial: "El lunes empezamos a recibir más pacientes relacionados a las manifestaciones, ese día, de las 8.00 a las 19.00 atendí 10 pacientes, todos con heridas con estos balines de goma y después de las 19.00, el cirujano que estaba de turno debió atender unos cinco más. Se registraron 15 en ese día y el martes atendimos alrededor de 30 personas por casos similares".
Es martes 22 y son las 21.30 horas. Hace más de una hora hay toque de queda y la urgencia está repleta. Los pacientes están separados unos de otros por cortinas celestes, escuchan todo lo que pasa con su compañero de al lado.
Felipe Conejeros tiene 20 años y es uno de los heridos por balines de goma que se encuentran en el centro asistencial. Recibió dos proyectiles en el codo, uno en la parte de atrás de su brazo y otro en la espalda. Su codo está muy inflamado y aun sangra mucho.
"Estaba en protesta de Plaza Italia con unos amigos. Eran como las 17:30 cuando empezamos a irnos, íbamos caminando tranquilos por Parque Bustamante cuando de la nada los carabineros empezaron a disparar y me llegaron tres perdigones", recuerda el joven.
Cuenta que recibió primeros auxilios por parte de enfermeros que asistieron como voluntarios a la marcha e incluso de vecinos del lugar. Después fue al Hospital Barros Luco donde, según dice, le dieron el alta sin extraerle los proyectiles. Es por eso que llegó al Parroquial. No obstante, tampoco le sacaron los perdigones.
Ayer esperó seis horas en urgencias, esta vez en el hospital Sótero del Río. Sin embargo y hasta hoy se mantiene con su brazo y espalda sumamente inflamado y con hematomas gigantes. "Muchos jóvenes y personas se encontraban en mi misma situación y si fui al Sotero es porque se me está poniendo cada vez peor la herida y con un dolor insoportable", explica Conejeros.
Ayer los casos de heridos disminuyeron al compararlos con el martes 22. El jefe de turno, Giuseppe Aliste, realiza el balance de la jornada y explica que el miércoles, "desde las 8.00 a las 14.00 horas tuvimos cinco pacientes, todos jóvenes entre 16 y 26 años que llegaron con heridas de perdigones, esos balines de goma que usa Carabineros". Continua y dice que desde las 14.00 a las 22.00 llegaron tres personas más: "Un hombre de 50 años que tiene una herida en su rostro, porque fue golpeado en la cara y un paciente de 48 años que venía con un corte en su brazo y hubo que suturarlo, porque era más o menos profundo, a él lo pillaron saqueando. El más grave es un paciente de 57 años, que fue el último que llegó. Él fue sorprendido robando en un almacén y cuando llegó Carabineros le dispararon. Tiene una herida a bala en la columna vertebral, en la vértebra L3, la cual se rompió casi totalmente. A ese paciente lo enviamos a neurocirugía del Barros Luco".
El médico cuenta que los pacientes llegan con mucho dolor y sangrando, por lo que rápidamente hay que atenderlos y aliviarles el dolor. "Tenemos que pasar a los heridos de cualquier arma primero", dice.
En circunstancias extremas, llevar un registro no se hace fácil. Una enfermera cuenta "Hoy llegó un herido a bala por ajuste de cuentas, no tenía que ver con las protestas y estaba con riesgo vital. Como en su ficha dirá que es herido a bala, las personas que hacen estas listas lo meterán al mismo saco de los manifestantes".
Sótero del Río
El hospital Sótero del Río es el complejo asistencial más importante en Puente Alto. Durante la cuarta noche de toque la realidad del día ha sido variada: están los heridos a perdigones que llegaron antes de las 20 horas y algunos casos excepcionales, entre estos, siete personas con apendicitis que debieron pasar por quirófano durante la tarde.
Julián Varas, médico a cargo del turno nocturno, cuenta que de los pacientes heridos en manifestaciones que han llegado desde la jornada del viernes, ninguno ha presentado riesgos vitales."Creo que todos los días han estado así y no todo tiene que ver con lo que está pasando porque Puente Alto es bien movido, pero los perdigones son más notorios en estas fechas", explica Varas.
Durante el estado de emergencia el hospital ha contado con equipo completo en todos sus turnos, incluso con médicos cirujanos y anestesistas para cualquier requerimiento quirúrgico. El contexto de la situación, dice Varas, hace que el personal del hospital se sienta saturado en ocasiones: "En este turno llegó todo el equipo médico, son cinco cirujanos, dos anestesistas, etcétera, eso nos ayuda, pero también hemos tenido suerte. Nos han llegado dos heridos graves al mismo tiempo y eso se puede resolver, pero si nos llegan cuatro al mismo tiempo: jodimos".
Son las 11 de la noche y la sala de espera se ve semi vacía: unas diez personas esperan por atención en calma.
Víctor Álvarez, un puentealtino de 26 años, se encontraba ahí con un perdigón de plomo en la parte superior de la espalda. "He perdido harta sangre, pero démosle" afirma cuando, pese al cansancio, da el pase para poder dar click a la grabadora.
El hombre repasa que se vio atrapado en la estación Las Mercedes mientras iba como copiloto en una moto cerca de las 17 horas. "Yo no estaba haciendo nada malo, pero llegaron los militares y empezaron a tirar bombas lacrimógenas", describe.
Le gritaron que se parara. "Le respondí que no estaba haciendo nada, me dí vuelta y sentí el disparo", dice mientras espera ser llevado a escaner, procedimiento que buscaba identificar algún daño neurológico. Tras recibir el impacto, cayó al piso golpeándose fuertemente el lado derecho de su rostro. "Luego me apoyaron en un muro, me sacaron los cordones y me amarraron para empezar a pegarme. Me sacaron la cresta".
En medio de su relato la conversación se interrumpe, la enfermera mueve la camilla de Álvarez hacía rayos X. Hasta ahí llega su testimonio.
El doctor Varas explica el procedimiento de entrega de información de los heridos en las marchas. "Se está reportando en las entregas de turno la cantidad de pacientes que llegaron y el motivo, lo que debiese ocurrir por norma en los hospitales. El nombre y rut no se entregan", afirma Varas.
Esa lista no quiso ser entregada por la administración del hospital, que derivó al Minsal. El Minsal a su vez, aun no saca un registro público detallado sobre heridos y fallecidos en su red de hospitales. Solo está el gran registro recopilado por el ministerio de Salud: 1511 personas heridas en protestas en la RM. 2518 personas heridas en las otras regiones. También queda la información general del ministro de Salud, Jaime Mañalich, de que el Sótero del Río es uno de los cinco hospitales que más pacientes ha recibido estos días junto al San José, Barros Luco, la Asistencia Pública y El Carmen, de Maipú.
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