Sebastián Bowen y sus últimos días en Techo: “Chile enfrenta una emergencia habitacional, pero no actúa como si la viviera”
La cara detrás de la icónica organización que promueve soluciones para los problemas de vivienda vive sus últimos días como director ejecutivo de ella. Déficit Cero, una propuesta que reúne a distintos líderes del escenario público y privado, lo reclutó para dirigir sus primeros pasos, con un ambicioso objetivo: cerrar la brecha durante 2030.
Mientras se realiza esta entrevista, el teléfono de Sebastián Bowen (40), director ejecutivo de Techo, no deja de sonar. Es lunes en la tarde, y en el Campamento Laguna Verde de Iquique un voraz incendio consume decenas de viviendas. En el intertanto, el sociólogo recibe información y entrega instrucciones para ir en ayuda de las familias que perdieron sus hogares. Una historia que por estas fechas se repite cada año, en distintos puntos del país, pero que ahora, ante la desatada crisis habitacional, la crisis hídrica y el aumento de los incendios forestales, parece aún más expresiva.
Estas son las últimas semanas de Bowen a la cabeza de la organización. No porque quiera cambiar de escenario o buscar nuevos desafíos lejos del sector. Ahora, a su currículum -que lo consigna como exvocero en la campaña a la presidencia de Eduardo Frei en 2009 y exdirector de planificación para América Solidaria en Haití- añadirá la dirección ejecutiva de Déficit Cero, un proyecto que nace de Techo y está próximo a debutar, que reúne a distintos actores del mundo privado, público y la academia, para impulsar políticas públicas que aborden la falta de viviendas en el país.
¿Por qué se va de Techo?
Después de cuatro años y medio, creo que es bueno que los liderazgos se vayan cambiando. Le hace bien a la organización y le permite innovar, inclusive construir nuevas ideas. La gente que queda al mando es un orgullo y está capacitada para los desafíos que vienen.
¿En qué consistirá su trabajo en Déficit Cero?
En generar propuestas concretas y factibles para enfrentar el déficit habitacional. Segundo, trabajar con municipios y gobernaciones regionales para generar planes que lo combatan. Trabajaremos en 50 comunas para desarrollar planes específicos y fomentar la inversión. También queremos desarrollar modelos nuevos de soluciones habitacionales, de financiamiento y tenencia de hogares, que permitan agilizar, diversificar y mejorar las soluciones para la creación de viviendas sociales. Buscamos instalar este debate en la agenda ciudadana y pública y acabar con la brecha habitacional que existe en el país durante 2030.
¿Cómo resume los cuatro años a la cabeza de Techo?
Nos enfrentamos a un tremendo desafío, con una orientación a construir una ciudad más justa. Y eso nos amplió la mirada, nos permitió meternos en el tema y en temáticas de políticas públicas. El rol que tuvimos durante la pandemia, acompañando a las familias en los campamentos, es lo que mejor sabemos hacer. También hemos articulado con otros actores, con el mismo gobierno, con el sector privado, con la construcción, en la formación de dirigentes, lo valoro tremendamente.
¿Cómo cambió el problema habitacional desde la creación de Techo hasta ahora?
En 1997, Chile era un país bien distinto, con un Estado cuatro veces más chico, en un momento en que los temas de pobreza eran, por decirlo así, más patentes. El Chile del 97 tenía un desafío más claro, más identificable, que en ese entonces era la pobreza por ingresos, asociada a un espacio físico concreto y formas de solucionar ese problema. Hoy, Chile tiene múltiples desafíos, porque, además, es un país donde la ciudadanía ha cambiado muchísimo. Entonces, de alguna manera las propuestas se desactualizaron.
Aunque para muchas familias la solución parece ser la misma que hace 20 años: vivir en campamentos...
Esto algo mucho más difícil de identificar que esa sola realidad. Hay distintos tipos de campamentos y hay familias que ven en ellos la solución, y esa es gran parte del problema, porque no hemos sido capaces de organizar las políticas públicas que entreguen respuesta a esas familias. Entonces, comienzan a buscar soluciones, muchas de emergencia, que a veces pueden incluso pasar a llevar sus propios derechos. Todos sabemos que un país donde el campamento es la solución es un país donde la injusticia y la inequidad urbana están ganando la pelea.
¿Realmente se estaba solucionando esta crisis? En los últimos años la situación se hizo más compleja...
Las familias en campamentos venían disminuyendo desde la década de los 90 hasta 2011. De ahí comenzaron a aumentar y en el último catastro que lanzamos como Techo y la Fundación Vivienda, en marzo del año pasado, vimos una cifra abrumadora: tenemos más de 80 mil familias viviendo en situación de campamento. Es decir, en 10 años se triplicaron las familias en esta situación. Y las familias que hoy están en campamentos, hace seis meses o tres años vivían otras formas de exclusión habitacional, en lo que llamamos un ‘campamento oculto’.
Según datos de Techo, comparado a 2012, una vivienda básica ahora cuesta tres veces más. ¿Cómo ocurrió esto?
Eso está asociado a cómo ha cambiado Chile. En 2012, efectivamente, una familia del primer quintil, gastando todos sus ingresos para acceder a una vivienda media, demoraba 20 años en conseguirlo, pero solo en 10 años esa misma familia demorará casi 50. Hubo un encarecimiento de la vivienda, sin políticas públicas que frenaran la altísima demanda en la oferta habitacional.
¿Entonces, el problema se acrecienta por el mercado y la falta de políticas públicas?
En los últimos 20 años hubo un aumento demográfico de familias, formadas por aquellos niños que nacieron hace 25 o 30 años y que hoy formaron familias. También por el flujo migratorio. Y, al mismo tiempo, hay aumento de la inversión sobre la vivienda y el suelo. Esas tres cosas generan mayor demanda. Pero también hay un problema de fondo, que lo hemos llamado “segregación institucional”, donde básicamente los campamentos, las familias que viven en hacinamiento o las familias que viven en zonas segregadas de la ciudad, están fuera de la visión de ciudad de aquellos que están constantemente tomando las decisiones. Por lo tanto, no son prioridades.
Y el efecto es lo que se está viendo...
El suelo se encareció, pero las políticas públicas habitacionales que debían mediar ese aumento en la demanda y aprovecharlo como una oportunidad no fueron adaptadas. Y seguimos con una política habitacional anclada en un pilar principal que es el subsidio a la demanda, un bono para canjearlo por una vivienda nueva y en propiedad. Prácticamente, no tenemos pilares importantes de otro tipo de políticas habitacionales.
¿Cuántas familias están afectadas por el déficit?
No hablamos solo de las 81 mil que informó nuestro reporte, esa es solo la punta del iceberg. Hay otras 600 mil familias que hoy viven en allegamiento, hacinamiento o arrendando; el 10% de los hogares del país no está viviendo de forma digna y adecuada. Chile enfrenta una emergencia habitacional, pero no ha actuado como si la viviera. Si seguimos haciendo las cosas de esta manera, no vamos a resolver esto ni en 30 años.
¿Qué tan grave es esta emergencia?
Lo más probable es que desde marzo vivamos un nuevo estallido habitacional. Hay altas probabilidades de un éxodo masivo de familias que hoy están en situación de allegamiento, hacinamiento o campamentos. Esto, porque el aumento del precio de la vivienda y el acceso al crédito se hace cada vez más inasequible, pudiendo generar un aumento en el precio de los arriendos en un contexto de desaceleración económica que se espera para el primer semestre, y con un Estado sin tantas ayudas sociales como las que se generaron en los últimos años. En ese contexto, Déficit Cero tiene más sentido que nunca, porque significa la construcción de una plataforma colaborativa entre distintos actores para enfrentar la emergencia social.
¿Cómo evalúa la gestión de este gobierno frente al tema?
El Estado está muy poco presente en esta materia. Para ser justos, ha sido algo paradigmático de nuestra política habitacional como país. Algo que valoro es la intención que ha tenido este gobierno, sobre todo después del estallido social, por buscar formas de innovar en la materia, como la vivienda evolutiva (casas prefabricadas, ampliadas por las propias familias), o la promoción de iniciativas de arriendo.
¿Y qué opina de la creación del banco de suelos?
Es importante, porque se ha buscado disponer de suelo público para soluciones habitacionales, generando una presión que se debe mantener. Creo que se puede hacer más desde el punto de vista de una mirada estratégica del Estado frente al suelo, que tiene que ver con cómo desarrollar la ciudad, cómo se va a acercar el transporte o si se va a focalizar la inversión pública en ciertos lugares para producir ahí una mayor oferta habitacional. Si nos tomamos en serio la idea de un banco de suelos y se crea una agencia estatal priorizándolo para las familias más vulnerables, me parecería mucho más potente.
¿Qué le parece la postura del próximo gobierno frente a esta materia?
Es súper importante que el gobierno electo no deseche lo ya construido, y que rescate los elementos que han tenido buenos puntos y los profundice; que construya sobre lo que ya se ha hecho. Luego, hay un planteamiento del presidente electo bastante claro, que es que hoy estamos viviendo una emergencia habitacional y ese planteamiento nosotros lo compartimos.
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