Si Larraín consigue retomar el control de RN, ¿le conviene o no a Piñera y a Lavín?

Larraín
El exsenador y expresidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín. Foto: Patricio Fuentes Y.

No sólo depende de que su bando imponga este sábado que la interna se haga en diciembre y no el 2021: incluso así hay parlamentarios que prefieren postular a Diego Paulsen a la testera y no a él. Pero puestos a analizar, en el sector algunos aventuran que para el Presidente no sería tan malo tenerlo de vuelta si le ordena a RN, cosa incierta. En el lavinismo lo creen capaz de aliarse con Evelyn Matthei, aunque él tiene sus reparos con ella.


Primero, tiene que lograrlo. Si es que lo logra. Los cálculos, análisis y aprensiones que circulan en la derecha desde que Carlos Larraín ha anunciado megáfono en mano -ya lleva tres entrevistas- que deja su magallánica Estancia Cameron para intervenir en la conflagración intestina de RN e intentar volver a presidirlo no llegarán muy lejos si es que antes no pasan dos cosas. Uno, que sus aliados en el Consejo General telemático de pasado mañana sábado derroten al bando de Mario Desbordes y Cristián Monckeberg, fijen la interna para diciembre y no para el próximo año (ya dijo que de lo contrario, no está disponible).

Dos, que incluso si eso acontece, él consiga recuperar el báculo de un partido doctorado en conflagraciones e intrigas. Tal como le ocurre a Pablo Longueira en la UDI, algunos advierten que también ha pasado el tiempo: Larraín condujo RN entre 2006 y 2014, fase que terminó hace seis años.

En lo primero, los aprontes hasta ahora son inciertos. En el bando de los que apoyan esta operación -digitada en parte, según muchos, por el canciller Andrés Allamand-, compuesto por parlamentarios y dirigentes abanderados con el “Rechazo”, estimaban esta mañana un desenlace muy ajustado. En el de sus adversarios lucen confiados, o al menos eso dicen, en una victoria mirando para atrás, incluso por 2/3 de ventaja de los cerca de 550 consejeros. Los ministros Desbordes (enemigo de Larraín en esto) y Monckeberg están pujando con todo para impedir su regreso. El de Defensa ha opinado abiertamente sobre el proceso, cosa inusual en una cartera como esa. Y el de la Segpres también, además de empeñarse en hacer llamados y reuniones para asegurar votos.

En lo segundo, entre los diputados alineados con que la interna se haga en diciembre ya sinceran, fuera de comillas, que si triunfan ven muy dudoso que le cedan a Larraín el derecho a encabezar una lista y quedarse con el control de RN. Entre ellos prefieren a Diego Paulsen, y admiten que esta “reaparición” del abogado es un vehículo para presionar a sus adversarios, pero que no quieren llegar más allá. Y creen que el dirigente se ha entusiasmado pronto.

Dichas todas estas prevenciones, tener a Carlos Larraín hipotéticamente de vuelta pueden no ser muy buenas noticias para quienes miran esto desde fuera de RN, pensando en qué impacto pueda o no tener sobre La Moneda, sobre una carrera presidencial que parece enredarse más en la derecha, y en la ruta constitucional después del 25/O.

Para el Presidente Piñera la alusión es obvia. Ambos estuvieron en estado de guerra durante su primer gobierno, y mirando hacia atrás en el sector subrayan que bajo su mando RN terminó en la oposición del oficialismo, con la UDI (ironías de la historia) defendiendo al Presidente. La lista de hitos es eterna: la animadversión mutua entre el Segundo Piso y Larraín desde esa vez que su entonces jefa María Luisa Brahm y el exsubsecretario Rodrigo Ubilla asistieron a una asamblea de la disidencia a él, o a aquella ocasión en que Larraín volvió a ir a las reuniones de partidos en Palacio tras meses de marginarse, pero de la que se retiró indignadísimo tras un desaguisado.

Hoy ambos se hablan bien poco, aunque el mandatario lo llamó para darle sus condolencias cuando Larraín perdió a un familiar cercano víctima del coronavirus. El abogado ha transmitido que esta vez viene en paz, que ratifica “el compromiso con el gobierno que ayudamos a elegir”, aunque en su fuero interno es crítico de la capitulación que implicó haberse abierto al proceso constituyente y dejar en puntos suspensivos la actual Constitución. No tiene nexos con el sucesor de Brahm, Cristián Larroulet. Hay ministros con los que conversa, eso sí.

En el sector algunos leen que así y todo, para el Presidente un regreso suyo podría ser algo parecido a una buena noticia si es que Larraín logra ordenar a RN (recordemos que el último cambio de gabinete fue forzado precisamente para alinear a sus partidos después de la derrota del 10%). Eso, en el entendido que las reyertas por el plebiscito se apaguen el 26 de octubre. Otras voces creen que si con él al mando RN se derechiza más, podría ser otro dique que contenga fugas hacia José Antonio Kast. Pero esa es solo una dimensión del asunto.

“Si mañana me dicen que Carlos Larraín sí fue capaz de ordenar a RN, como Mario Desbordes no fue capaz de hacerlo durante el asunto del 10% -aunque no creo hoy que nadie pueda-, o que él efectivamente pueda armar plantillas de candidatos competitivos para todas la elecciones que vienen, entonces uno tendría que reconocerle que tiene ciertas virtudes. Pero no me parece tan claro que él por si mismo pueda alinear al partido automáticamente”, apunta el académico y columnista Cristóbal Bellolio.

Y cree que para el Presidente podría “ser una mala noticia porque le privaría a su coalición tener un partido ‘plebeyo’, como el que impulsaba Desbordes. No me cuadra que RN quiera volver a que lo presida un ‘patricio’. Eso le impediría a Piñera ampliar su base de apoyo. No veo cuál es la ganancia, más allá que Larraín quiera virar a la derecha por lo de Kast”.

Otra arista ve en esto Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca, porque "Larraín se está postulando a la presidencia de RN porque sabe que el próximo año se juega el ‘poder total’. Se eligen todos los cargos y, además, en caso de ganar el apruebo, los convencionales. Larraín no tendrá ningún incentivo para arrimarse a un gobierno que tiene el 20% de apoyo. Será más rentable para él y para su partido revivir el conflicto pero desde el otro lado. Mientras Desbordes empujaba al gobierno hacia una agenda más progresista, Larraín hará lo contrario”.

Y también visualiza que como “Larraín es un fuerte financista del partido y de las campañas, su incidencia en la nómina de candidatos de RN será muy relevante. En consecuencia, él puede ordenar esa lista de candidatos, apoyando a aquellos que defienden la Constitución actual (para el caso de los convencionales), pero el conflicto dentro de RN será mayor, lo que impactará en el gobierno”.

Con Lavín el asunto es otro. Es su rival casi por antonomasia, y en esta vuelta no parece que eso vaya a cambiar: Larraín ya ha declarado apoyo a Gonzalo de la Carrera, el retador que instaló José Antonio Kast en Las Condes. Con este último el RN no se lleva nada de mal y hace un par de meses participó en una de sus programas por Youtube.

En el lavinismo dicen que esta reaparición de la némesis política del alcalde no les alarma, creen que no llegará muy lejos, y que el dato de su apoyo a De la Carrera les indica que el abogado podría terminar custodiando la frontera con el Partido Republicano, lo que beneficiaría al edil UDI. Pero tampoco se atreven a calificar de irrelevante este eventual retorno.

Tomando en cuenta el calendario electoral, el laberinto constituyente y la reticencia del ala derecha de Chile Vamos a la agenda del edil UDI, los cercanos a Lavín creen que su rival hará lo que tenga a mano para ponerle problemas en la presidencial. Como RN tiene un pie y medio fuera de la primaria (Ossandón depende de su caso judicial, Allamand no saldría de la Cancillería y las pretensiones de Desbordes serían imposibles en este supuesto escenario), Larraín tendría que buscar otro candidato. O candidata.

“Él es capaz de hacer una alianza con Evelyn Matthei. Es capaz de eso y de mucho más” advierten en ese grupo. Pero Larraín tiene reparos de fondo con aspectos valóricos de la alcaldesa, como cuando ella unió fuerzas en el Senado con el PS Fulvio Rossi tras un proyecto pro aborto terapéutico (2010). Y además sigue pensando que la derecha perdió demasiado cuando el 2013 Piñera le cortó la carrera presidencial a Allamand ungiendo a la entonces ministra. ¿Sebastián Sichel? Larraín no lo conoce y los suyos dudan si aprobaría el ADN político del exDC.

Morales: “Es mala noticia para Lavín”

Morales piensa que “es una mala noticia para Lavín, pues Larraín levantará prontamente una candidatura desde RN para enfrentarlo. Si Lavín ya recibió competencia desde la propia derecha con Kast y Matthei, ahora sucederá lo propio con una candidatura de RN. El gran problema para Larraín es que preferirá una candidatura más genuina de derecha, en circunstancias de que el trabajo de Desbordes fue avanzar hacia electores de centro”.

Y cree que “si Larraín es un buen estratega, entonces debiese incentivar y promover una primaria interna de RN para conseguir la figuración pública de sus candidatos teniendo en mente la primaria de la coalición. Lo peor que puede hacer Larraín es jugársela tempranamente por un candidato, pues eso implica una derrota segura. Para un partido como RN- que tiene dos almas- lo más aconsejable es resolver ese conflicto mediante el voto popular. Es eso lo que alzará al candidato presidencial del partido, estando en mejores condiciones para enfrentar a Lavín”.

Pero Bellolio dice otra cosa. Que para Lavín “es un poco irrelevante porque él está más preocupado del ascenso de Matthei. Ahora, quien sea que esté al mando de RN es un problema para Lavín, porque creo que no tiene los mismos vínculos en RN ni ha tejido las mismas complicidades. Si es por eso, Matthei mal que mal fue RN, pero la dificultad de Lavín para entrar en ese mundo no aumenta ni disminuye con Larraín al mando”.

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