¿Simple coincidencia? El fútbol chileno se eleva desde el regreso de los hinchas a los estadios
A mediados de agosto, después de 17 meses, los hinchas volvieron a los partidos del torneo. Incremento en el rendimiento de los locales, mayor promedio de goles, marcadores que se revirtieron y desenlaces más emotivos han sido parte de los fenómenos que se han producido respecto de los encuentros que se disputaron con los estadios vacíos.
“Acá en Chile hay una canción hermosa que dice que ‘cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar’. Nunca lo había escuchado antes. Es particularmente descriptiva de la incondicionalidad”. La frase es de Marcelo Bielsa. El técnico argentino la pronunció antes de un partido entre la Selección, que entonces dirigía, y Brasil, por las Eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica. El cántico surgió en la Garra Blanca, desde donde también han emanado fuertes interpretaciones en reproche al rendimiento de los jugadores de Colo Colo en los momentos más críticos. Probablemente sin pretenderlo, el técnico rosarino instalaba la discusión respecto de la real influencia del público en el rendimiento de los futbolistas. Hoy, ese análisis vuelve a estar en boga.
Diez años más tarde, y, más concretamente, 17 meses después de que la irrupción del coronavirus obligara a cerrar los recintos deportivos antes de permitir un retorno paulatino de los fanáticos a los estadios, la materia vuelve a adquirir relevancia. Desde el punto de vista más subjetivo, es evidente que los partidos con público vuelven a tener elementos que, antes de la pandemia, parecían inherentes. Han vuelto el colorido, los cánticos, también los insultos y, sobre todo, las emociones. También, la intensidad. Se han dado, en tanto, fenómenos raros, como que varios jugadores de los equipos más populares del país recién hayan podido ‘conocer’ a sus respectivos hinchas y recibir, en el mejor de los casos, las primeras ovaciones. Y, ya en el desarrollo del juego, se han registrado desenlaces emotivos que, seguramente, hubiesen sido distintos en un entorno ajeno y apagado como el que obligaba el momento más crítico del Covid-19. “El hincha acá demuestra que se hace sentir, el cariño que demuestra la gente por redes sociales es impresionante. Imagínate en la cancha lo que debe ser cuando llegues a sacar una pelota de la línea o llegues a barrerte”, decía el uruguayo Maximiliano Falcón antes de que los hinchas de Colo Colo retornaran al Monumental. El charrúa, quien ayer anotó ante Everton, ha sido, precisamente, quien más reconocimiento ha recibido de parte de los adeptos del Cacique, junto con Leonardo Gil. La descripción corre para varios de sus colegas más queridos, como Joaquín Larrivey en la U o el cruzado José Pedro Fuenzalida, apenas por citar a algunos.
Más goles
Las cifran respaldan la tesis de que la presencia de los hinchas influye en el rendimiento. Desde que volvió el público, y hasta antes del partido entre Palestino y Melipilla, los locales han salido invictos en 31 de 47 encuentros. Eso sí, los visitantes han elevado su producción goleadora. Mientras los dueños de casa han anotado 71 tantos, los visitantes no se han quedado tan atrás y han marcado 61.
El promedio de gol también ha experimentado un alza. En las primeras 15 jornadas del certamen, sin fanáticos en las gradas, se marcaron 289 goles en 120 duelos, con un promedio de 2,41 por encuentro. Desde que volvió el público a las canchas, se han convertido 132 en 47 compromisos, lo que arroja una media de 2,81.
Otro antecedente decidor respecto del estímulo que representa la presencia de los aficionados es que cuatro de las cinco fechas en que se han convertido más goles en el torneo están dentro de las que se han disputado con adeptos en las gradas. Es más, con el 3-1 de Palestino sobre Melipilla se superó el registro de anotaciones en una jornada (ahora son 31, dos más que los 29 de la decimoquinta fecha) En seis partidos, además, se han revertido desventajas iniciales.
El factor sicológico
Desde el punto de vista científico advierten que, si bien existe algún vínculo entre la presencia de los hinchas y el alza en el rendimiento, tampoco se puede hablar de una relación lineal. “Evidentemente el público, mil, dos mil o más personas, se hacen sentir. Y el deportista los escucha, más allá de que esté focalizado en lo que pase dentro del campo de juego. Eso hace que esté buscando, luchando por el resultado que quieren. Es un factor que hay que mirar con más calma, pero por algo los espectáculos se hacen con público. Un año sin tenerlo produjo cierto acostumbramiento a esa realidad. Hoy se están readaptando. Ahora, decir que el aliento garantiza ganar sería fácil. Si fuera por eso, es cuestión de contratar una barra profesional, con 200 tipos que griten todo el partido. Lo realmente importante para el deportista es que en ningún momento se puede perder el foco de lo que pasa en la cancha. Por más que haya diez mil personas gritando, el balón no se va a mover un centímetro. Desde el juego, no pasa nada”, dice Alexi Ponce, sicólogo deportivo de amplia experiencia en el fútbol profesional y en otras actividades deportivas.
Su colega Enrique Aguayo disiente, en alguna medida. “El público influye de todas maneras en los jugadores. Positiva o negativamente, según si es un público que apoya a su equipo o lo agrede. Hay de los dos tipos. En un partido muy apretado, en que hay cambios en el marcador, la reacción que el público va teniendo frente al juego va a influyendo, de todas maneras. El público que apoya, que celebra, les da una energía adicional y una concentración a sus jugadores”, explica.
Ambos concuerdan en que el estímulo positivo es el que más influye en la resolución de encuentros que parecen desfavorables. “Un equipo que empieza a tener resultados va a potenciando las celebraciones y el juego. Se genera un círculo virtuoso. Ahora, los equipos que van perdiendo, que tienen una hinchada que les empieza a cantar ‘que se vayan todos’, seguramente se van a ver más afectados”, dice Aguayo. “Cualquier estímulo genera una respuesta. Ahí lo que uno intenta hacer es que sea adecuada a lo objetivo. No se trata de demostrarle al público algo distinto, sino de cumplir lo que se ha trabajado. Después viene el complemento”, puntualiza Ponce.
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