Soldado chileno en Ucrania se encuentra desaparecido durante combate en Kursk
Se trata de Bryan Jara, de 28 años, perteneciente a la destacada brigada 47 Magura Pуг Hispano Argo. Estuvo desplegado en regiones del Donbas como Donetsk y también en Kharkiv.
El chileno Bryan Jara, perteneciente a la destacada Brigada 47 Magura Pуг Hispano Argo que combate en Ucrania, se encuentra desaparecido desde la madrugada del sábado de Chile luego de ataques en la región rusa de Kursk donde se encontraba combatiendo. “Él estaba en una misión de asalto y desde entonces fue declarado como desaparecido”, dijeron desde su unidad.
Durante una entrevista en septiembre con La Tercera en Kiev, Jara -cuyo nombre de combate era Joker- formaba parte de un grupo de 13 chilenos que llegó hasta Ucrania para combatir. Este grupo ha tenido bajas, el infante de marina conocido como Bad Boy falleció en una operación el año pasado, según contó Jara en esa oportunidad.
Joker llegó hasta Ucrania a través de un amigo que le dio una carta de recomendación para ser parte de los combatientes extranjeros que pelean en la guerra de Rusia en Ucrania. Y estuvo desplegado en regiones del Donbas como Donetsk y también en Kharkiv.
“Mi experiencia en el Ejército fue fundamental para venir, porque me sentía preparado mental y físicamente para poder prestar mi servicio. Cuando veía en las noticias a un niño corriendo por un atentado que hacían aquí, pensaba que los niños deberían ser libres, disfrutar y vivir en un país sin terror. Entonces me dije: ‘Voy a ir a ayudar a Ucrania’”, indicó.
Cuando su familia supo de sus intenciones de ir a la guerra, ellos no estuvieron de acuerdo. “Me dijeron que estoy loco. Pero yo les dije que era mi decisión, que soy un adulto, que voy por tal motivo. Pero al final me apoyaron, no están de acuerdo y yo lo respeto, pero me apoyan totalmente”, aseguró.
La pareja de Jara vive en un país europeo que no reveló por motivos de seguridad, debido a que se han ofrecido recompensas por ellos en redes sociales. De hecho, indicó que por estas mismas razones la comunicación era complicada con su familia, ya que tenía que “hablar lo justo y necesario”.
Para el soldado de 28 años era muy importante mantener el humor, porque “no puedes pasar todo el día con la moral baja, pensando en nuestras familias”. “Nosotros estamos solos aquí, para mí los compañeros de la unidad son mis hermanos. En la noche, en la soledad nocturna, cuando está la alarma (de ataque ) y todo eso, igual piensas: ‘¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy metido? Me voy a matar’. Pero también nos reímos y decimos ¿por qué no hacemos un completo? ¿Un italiano? Nos acordamos de cómo vivíamos. Me acuerdo que iba a comprar a la feria cerca de mi casa en La Granja y hablamos de eso. También pienso en comer un pescado frito con papas mayo”, sostuvo riendo en esa oportunidad.
Sobre la situación en el campo de batalla, Jara destacó la importancia de conocer el equipo con quien trabajaba. “Tenemos que conocer a nuestro compañero que está al lado, porque solamente con el hecho de mirarlo, él tiene que saber qué es lo que yo necesito”, comentó.
“Tenemos camaradas que hablan inglés y otros idiomas, pero básicamente tenemos que entenderlo con nuestros gestos, con nuestra mirada. Tenemos que crear esa conexión entre soldados y camaradas. Saber expresar gestos y movimientos, porque no se puede hablar, no se puede hacer mucho ruido y tenemos que protegernos, tener una comunicación natural. Eso es clave”, añadió.
Jara destacó el peligro que suponen las bombas inteligentes lanzadas desde vehículos aéreos no tripulados y esta “guerra invisible”: “Yo les tengo terror a los drones. Este conflicto es peor que la Segunda Guerra Mundial, porque ahora peleamos contra la tecnología. Los drones están a kilómetros de distancia y uno no los alcanza a visualizar. Pero el dron sí te ve y tiene una cámara con un zoom espectacular. Entonces, uno va caminando y el aparato va avanzando con una bomba que puede caer directamente sobre ti. También está el ‘kamikaze’ (desarrollado por Rusia y que se le conoce como Garpiya-A1), que viaja a una velocidad de 120 kilómetros por hora y explota sobre ti”.
“El miedo existe. Tener miedo es lo que a uno lo mantiene vivo. Porque escuchas al dron a un kilómetro de distancia. Nosotros hemos pasado tantas cosas aquí, ahora ya estamos acostumbrados. Hemos tenido alarmas de bombardeo toda la noche y hemos estado despiertos toda la noche. A veces escuchamos el dron que viene cerca, la artillería atacando. Lo tenemos superinternalizado”, indicó.
“Al momento de dormir, lo hacemos con la bota al costado, el chaleco y el casco también al costado de donde dormimos, porque nuestro equipo tiene que estar siempre listo”, relató. Asimismo, señaló que generalmente los ataques son nocturnos. “Cuando el soldado está cansado, cuando ha estado toda la noche despierto, al otro día tiene que seguir combatiendo. Y en la noche tiene que descansar, pero no puede descansar”, concluyó.
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