Solo quedan la presidenta y un funcionario: Arturo Vidal pone fin a su sueño en el Rodelindo Román
El descenso desde la Segunda División abortó uno de los principales sueños que tenía el Rey: elevar a club que surgió en su barrio, en San Joaquín, al primer nivel. Ni siquiera se inscribió en Tercera División, donde debía competir en 2023.
La del 2 de octubre de 2022 fue una jornada negra para Arturo Vidal. Ese día, el volante del Flamengo abrió la jornada con una preocupación adicional y, probablemente, más fuerte que la que tenía entonces por el club brasileño: el Rodelindo, la escuadra de San Joaquín de la que es el principal accionista, se jugaba, literalmente, la vida: debía vencer a Deportes Concepción, en Collao, para quedarse en Segunda División, la tercera categoría del fútbol profesional chileno. Como no lo consiguió (los penquistas se impusieron por 2-1), el club quedó en el aire. Agonizando.
Hoy, de hecho, no le queda prácticamente nada: en rigor, solo la presidenta, Francisca Araya, y un funcionario. Ni siquiera tiene sede. La que ocupaban pertenece al Rodelindo Román, la entidad de la que surgió el Rey, que siempre siguió un camino paralelo en los torneos aficionados. El club de Vidal, de hecho, lleva como apellido la sigla SADP, que la señala como una sociedad anónima deportiva profesional, la figura administrativa que se le exigió para competir en la última de las categorías que funcionan al alero de la ANFP.
Cartas sin respuestas
Mario Cáceres, quien acompañó como ayudante técnico el proceso que encabezó Rodolfo Madrid desde que Vidal comenzó a controlar el club, describió la situación institucional. “Rodelindo volvió al barrio. Fue una tristeza enorme. Y, después, Arturo tomó la decisión de no inscribirnos en Tercera, porque era mucho desgaste”, declaró en Directv quien fuera compañero del Rey en sus inicios en Colo Colo.
De hecho, el Petrolero fue uno de los finiquitados después de que finalizó la competencia. En rigor, todos lo fueron. Y tenían que serlo, pues en Tercera División no están permitidos los contratos laborales, por tratarse de una competencia aficionada, al menos, en la teoría.
En las oficinas de la primera categoría del fútbol amateur aún esperan una respuesta formal a los oficios que enviaron a Rodelindo SADP respecto de su participación en la temporada. “No se presentó. No hay ninguna explicación. Nada. No han llamado. No mandaron correos, no vinieron. Les mandamos como tres oficios, que no respondieron, ninguno. El que baja es el Rodelindo SADP y nosotros nos intentamos comunicar con ellos. Creo que la hermana de Arturo Vidal era la que abría el correo. Como no se presentaron a las postulaciones, lo dimos por cerrado. Les dimos como un mes más y no llegaron. No tengo idea por qué”, sentencia Antonio Medina, presidente del directorio de la Tercera División, a El Deportivo.
Si el camino para acceder a las grandes ligas ya se hacía agreste con el descenso, ahora lo es mucho más. “Tendrían que empezar desde la Tercera B, como le pasó a Concepción, Naval o Lota”, explica Medina. Vale decir, desde la quinta categoría del balompié nacional.
Un gastadero
Vidal se había aferrado a un rumor que hablaba del congelamiento de los descensos en la Segunda División, que también iba a beneficiar a Independiente de Cauquenes, al menos, según la creencia.
Sin embargo, por reglamento esa opción era prácticamente imposible, pues habría sido vetada por la ANFA. Como esa situación no se concretó y su decepción era amplia, optó por congelar al club. Se había interrumpido una seguidilla virtuosa, considerando que, en 2019, Rodelindo SADP había pasado desde la Tercera B a la A y que en 2021 ya competía en la puerta de entrada al profesionalismo.
Íntimamente, el Rey se veía en 2023 en Primera B. Había invertido en función de eso. En rigor, como en todos los años anteriores. En su entorno establecen que solo en 2022 Vidal desembolsó unos $ 600 millones en planillas y gastos operacionales. Entre los últimos hay que situar viajes y concentraciones. Varios de los desplazamientos se realizaron en avión y los jugadores solían dormir en buenos hoteles, precisamente, por encargo del seleccionado nacional, quien les exigía a sus colaboradores dotarlos de las mejores comodidades posibles. La decepción fue, entonces, directamente proporcional a la inversión que realizó, que estaba muy por encima de la del resto de los competidores.
Una crisis fulminante
El Rode no solo sufrió en la cancha. Su administración fue duramente golpeada por una situación extradeportiva: la profunda crisis que enfrentó a Vidal con sus primos y hombres de confianza, Carlos Albornoz y Víctor Hugo Albornoz. Ambos desempeñaban roles fundamentales en la conducción del club. El primero alcanzó protagonismo como vicepresidente y era quien, habitualmente, ofrecía declaraciones en aspectos de interés general relacionados con la institución. El segundo ocupaba la gerencia. Con el quiebre en la relación, necesariamente debieron desaparecer de la institución. Con el tiempo, en todo caso, el vínculo familiar logró restablecerse. Al menos en alguna medida.
Vidal encontró el relevo en gente perteneciente al equipo que participaba en su otro negocio deportivo: el Club Chicureo. Sin embargo, en San Joaquín no vacilan en marcar diferencias, a las que atribuyen responsabilidad en el actual momento institucional. “Es gente que conoce poco de fútbol, que no se maneja mucho en esto. Al final, costó caro”, explican.
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