Trinidad Lopetegui, directora de galería CIMA: "La entrada al metro Baquedano se ha convertido en un verdadero memorial de la represión"
"El hecho que se haya rebautizado como Plaza de la Dignidad habla del contenido social y simbólico de este lugar. Es raro pensar que hubiese sido en otra parte porque este siempre ha sido el punto espontáneo de celebración popular", dice la artista, quien ha estado en primera fila del estallido social desde el 18 de octubre.
"Chile no volverá a la normalidad. Y en cuanto a la plaza, ya está funcionando de otra forma. Antes estaba completamente enrejada y con un retén de policía fijo".
Trinidad Lopetegui, directora de galería CIMA, ha estado en primera fila. Desde ahí ha mirado en detalle los efectos de las manifestaciones en Plaza Baquedano, también conocida por estos días de convulsión como "Plaza de la Dignidad".
Hoy, día en que el Consejo de Monumentos se pronunciará sobre el futuro de la estatua del General Manuel Baquedano, que preside la plaza, la artista cree que su significado ha ido quedando atrás debido al dinamismo de la ciudad de Santiago. Ejemplo de ello es que el espacio es conocido como Plaza Italia y no por su nombre oficial.
"Antes de tomar cualquier decisión sobre la estatua, lo importante y sensible ahora es entender cuál es la nueva historia de la Plaza de la Dignidad, porque se está ocupando de otra forma, hay sectores definidos que sólo lo recordaremos los que hemos estado ahí, como la primera línea o los puestos de primeros auxilios o las zonas comerciales. Incluso la entrada al metro Baquedano se ha convertido en un verdadero memorial de la represión", acota la licenciada en artes visuales de la Universidad Andrés Bello.
"Algo hermoso que ha pasado es la apropiación de los monumentos, resignificándolos. Tanto las intervenciones como el que sean habitados por los manifestantes le ha dado un carácter a la plaza, porque ahí agitan la bandera mapuche, o de alguna barra, o algún lienzo", dice.
De igual manera valora la instauración de nuevos "monumentos" como el memorial a Mauricio Fredes en la esquina de Irene Morales con la Alameda, y el Rehue junto a otras esculturas de pueblos originarios en el bandejón central.
¿Cómo ves que han ido mutando las manifestaciones que se han dado en la plaza Italia desde el 18 de octubre?
Llevamos casi tres meses observando todos los días las manifestaciones desde las alturas, creemos ser capaces de sentir el pulso y distinguir ciertas dinámicas que dependen de distintos factores como la convocatoria, los manifestantes, la represión policial y la contingencia. Hace varias semanas que los viernes son el día más fuerte, y siempre se ha mantenido con la misma energía, convirtiéndose en el termómetro del movimiento. La represión sigue aumentando, a pesar de haberse restringido el uso de balines y perdigones, el contingente policial es cada vez mayor y el aire se mantiene irrespirable.
Lo esperanzador ha sido el despertar de un alma colectiva solidaria y empática.
¿Han ido cambiando también los mensajes?
No. Algunos ya no son tan reiterados como las demandas por la nueva Constitución, pero en general se han mantenido. Las exigencias por el SENAME, nos más AFP, respeto a nuestros pueblos originarios y justicia social se mantienen, y lo interesante es la creatividad en ellos. Se han ido puliendo las frases hasta llegar a mensajes muy profundos, poéticos, con muy buen diseño y nuevas performances. Sin embargo, los cantos se mantienen sagradamente.
¿Cómo describirías lo que pasó el 31 de diciembre en la noche?
Esa noche quedó demostrado que cuando el sentimiento de unidad es transversal, cada uno aporta desde sus recursos por una causa colectiva. Todxs estábamos ahí por lo mismo, sabíamos que no era una celebración, pero si era una manifestación especial, una instancia para encontrarnos ya con otra mirada, una mirada que florece desde la colaboración recuperando nuestras expresiones más innatas. Eso explica que hayan aparecido iniciativas como la cena para la primera línea, o que se hayan presentado Anata Tijoux y Natalia Valdebenito desde un departamento, todo de manera desinteresada.
En particular, galería CIMA emitió luces y realizó –como siempre- su transmisión en vivo. ¿Crees que están jugando un rol desde el 18 de octubre? Se ha convertido en una vitrina relevante para el movimiento.
Nosotros quisimos aportar desde nuestro lenguaje, que es el Arte, por lo que invitamos a los artistas lumínicos Delight Lab y Daniela Valenzuela y su equipo (con ambos hemos trabajado anteriormente), para aportar ese día. La incertidumbre era enorme, pero quisimos estar presentes con mensajes que recordaban el espíritu de la manifestación, con luces de alegría que además sirvieron para iluminar la Plaza, ya que la municipalidad de Providencia no las proporcionó.
Al comienzo, instalamos la cámara y empezamos a transmitir por streaming como un acto reflejo, sentíamos que había que compartir la imagen que estábamos viendo. Pero jamás medimos el impacto que podría tener, y nos hemos dado cuenta principalmente por redes sociales, por los mensajes que nos envían, de la importancia que ha adquirido este hecho, tanto por ser una herramienta de utilidad pública como el valor documental histórico de las imágenes.
Más que un rol, estamos haciendo lo que creemos que tenemos que hacer, por nuestras convicciones y capacidades. No somos de la élite del poder y queremos un país más justo al igual que todos los que de alguna forma se manifiestan, y si nos tocó recibir este estallido social desde esta ubicación, desde ahí nos hacemos cargo.
¿Qué contenido simbólico tiene hoy la Plaza Italia para las demandas sociales? ¿Se podrían describir o sostener estas demandas sin la Plaza Italia?
El hecho que se haya rebautizado como Plaza de la Dignidad habla del contenido social y simbólico de este lugar. Es raro pensar que hubiese sido en otra parte porque este siempre ha sido el punto espontáneo de celebración popular, desde antes del estallido nos ha tocado ver varias protestas, como la de Camilo Catrillanca el año pasado donde también realizamos una intervención lumínica junto a Delight Lab.
¿Crees que la Plaza podrá retornar a la "normalidad" en algún momento?
Chile no volverá a la normalidad. Y en cuanto a la plaza, ya está funcionando de otra forma. Antes estaba completamente enrejada y con un retén de policía fijo. Hoy los restaurantes habilitaron mesas afuera, algo que tampoco existía. Cuando esto acabe, este sector de la ciudad no podrá tener la misma configuración, volver a lo mismo sería olvidar lo que está pasando.
En particular, ¿cómo ha afectado la crisis a la Galería Cima? ¿Han podido realizar muestras, exposiciones?
La crisis cambió completamente nuestra actividad. Tuvimos que cancelar nuestra agenda indefinidamente. Pasamos de ser una galería de Arte a un medio de comunicación. Más del doble de nuestros nuevos seguidores nos conocen por el streaming, por lo que el desafío ahora es cómo aprovechar esta oportunidad para recuperar nuestra actividad artística. Ha sido muy complejo, somos una pyme, y al igual que muchos otros negocios del sector nos ha afectado económicamente de manera grave, pero por lo mismo es la oportunidad para replantearnos. Pero parte de ese cambio y que nos ha traído una gran sorpresa, es la retribución en las donaciones. Armamos una campaña para pedir apoyo económico para poder mantener la cámara, y la recepción ha sido increíble, lo que nos motiva a seguir y acercar el vínculo con esta nueva comunidad que se está armando en torno a la transmisión.
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