Un llamado, $ 600 millones y una visita a la isla en pleno cierre: la secreta donación de un filántropo norteamericano que facilitó la reapertura de Rapa Nui

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Ahu Akivi, centro ceremonial en Rapa Nui: Foto: Municipalidad de Rapa Nui.

Un ciudadano norteamericano, que pidió mantener su identidad en reserva, donó una planta de oxígeno al Hospital Hanga Roa mientras la isla aún permanecía cerrada en resguardo del Covid-19. En julio se materializó el traslado (desde Brasil) y la instalación del dispositivo, que hoy permite el funcionamiento de seis camas críticas. Según el alcalde Pedro Edmunds, el donante sólo pidió una cosa: fotografiarse con su familia en el ahu Akivi, uno de los centros ceremoniales del parque nacional.


Antes de la pandemia, el Hospital Hanga Roa contaba con una planta de oxígeno que permitía el funcionamiento de dos ventiladores mecánicos y abastecía la red central de este recinto médico de baja complejidad, único en Isla de Pascua y a 3.750 km del continente. Este generador de aire medicinal había sido instalado en 2016, cuenta el director del hospital, Juan Pakomio.

“Una planta de 200 litros por minuto daba la solución a lo que nosotros necesitábamos. El tema es que nadie esperó la pandemia” del Covid-19, señala el médico.

Pero como el dispositivo solo les permitía conectar dos camas críticas, “uno de los principales requerimientos para la reapertura de la isla, y para poder dar seguridad y calidad en la atención, tenía que ver precisamente con aumentar la producción de oxígeno a nivel local”, agrega Pakomio.

La capacidad hospitalaria fue uno de los factores que el municipio tuvo a la vista en marzo de 2020, cuando el alcalde Pedro Edmunds solicitó a la aerolínea Latam detener los vuelos comerciales al territorio insular.

Y durante los 686 días que Rapa Nui estuvo cerrada al turismo, mejorar las condiciones del recinto se volvió una demanda clave a resolver para concretar la anhelada reapertura, considerando que al menos el 90% de los rapanuis vive directa o indirectamente de los ingresos que deja el rubro en la isla.

En junio de este año, el alcalde Edmunds advirtió que el hospital aún no contaba con los implementos necesarios para resistir un brote de Covid. Y el Servicio de Salud Metropolitano Oriente -gestores de la red a la cual pertenece el hospital- informó estar trabajando en la puesta en marcha de una nueva planta de oxígeno.

Pero hubo una donación desconocida, que se había comenzado a gestar en enero, y que permitió, en seis meses, poner en funcionamiento el dispositivo.

La donación

A principios de año, un ciudadano norteamericano se puso en contacto con el Hospital Hanga Roa para conocer sus requerimientos, cuando la isla aún permanecía cerrada.

“Tuvimos la oportunidad de conocer a una persona que estaba muy en sintonía con la isla, producto de que parte de su sueño tenía que ver con conocer un lugar como este (...) y a través de un agente, nos llega un llamado telefónico, donde nos pregunta cuál era la necesidad principal de la isla, porque quería entender por qué la isla estaba cerrada y cómo nos había ido con el Covid”, explica el matrón Pakomio, una de las pocas personas que tuvieron contacto con este filántropo de Estados Unidos.

Fue así como Pakomio le explicó que uno de los motivos por los cuales la isla estaba cerrada era la capacidad que tenía el hospital para atender contagios, “y él nos dijo ‘bueno, si nosotros tuviésemos que hacer una donación, ¿qué les gustaría que les donáramos?’. Y nosotros respondimos que nos faltaba el oxígeno para alimentar un ventilador”.

Al poco tiempo, los directivos del hospital le enviaron la cotización que manejaba el Ministerio de Salud y en julio él compró la planta con un valor cercano a los $ 600 millones a una empresa brasileña, gestionó su traslado y concretó su instalación. Así, poco antes de la reapertura de la isla (el jueves pasado) el nuevo dispositivo, con capacidad de producción de 500 litros por minuto, ya estaba funcionando.

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La planta de oxígeno donada por un filántropo para el Hospital Hanga Roa. Foto: Municipalidad de Rapa Nui

Ahora el hospital cuenta con seis camas críticas, cuatro UCI y dos UTI, que pueden funcionar a la par de la máquina de anestesia de pabellones y de la atención de pacientes en la Urgencia, que tengan algún apremio respiratorio y necesiten conectarse a la central de oxígeno.

“Nos da la cobertura suficiente”, dice el director, pero “todo este plan está pensado primariamente para que el paciente que necesite o tenga la necesidad de un ventilador mecánico, igual sea trasladado al continente, a un hospital de mayor complejidad, y por una razón supersimple: porque un paciente que tiene Covid, que está conectado a un ventilador, puede estar perfectamente un mes o tres meses conectado, entonces tampoco está la capacidad para tener una cantidad de pacientes tan grande a nivel local”.

Anonimato

La donación se concretó a través de una fundación de Estados Unidos, de propiedad del ciudadano norteamericano, que se dedica a la donación de equipamiento para hospitales alrededor del mundo.

Pero el donante, que además regaló dos electrocardiogramas -que pueden llegar a costar entre $ 4 y 5 millones cada uno-, pidió explícitamente no hacer eco respecto del gesto, ni dar a conocer su identidad o el nombre de la institución.

“Son realmente personas filántropas que no buscan un interés detrás (...) querían hacer el menor ruido posible”, explica Pakomio.

Según el alcalde Pedro Edmunds, el personaje sólo pidió una cosa: fotografiarse con su familia en el ahu Akivi, uno de los centros ceremoniales del parque nacional, compuesto de siete moáis de 4,5 metros, prácticamente iguales.

Y el momento no tardó en concretarse, a principios de junio, aún cuando la isla estaba cerrada. “Entremedio, aparece este filántropo que viajaba con su familia a Tahití, pero tenía que recargar combustible en punto medio: la isla. Dijo ‘quiero ir y sacarme una foto’, y se comunicó con nosotros (...) y con la venia del parque, se sacó la foto, se subió al avión y se fue”.

Para cumplir el “sueño” se gestionaron ante las autoridades los permisos para que el avión cargara combustible en su camino a la Polinesia Francesa y se adoptaron las medidas sanitarias para que el grupo de entre 10 y 12 personas pudiese descender de la aeronave, se subiese a un vehículo, visitara el ahu y siguiera su rumbo. Fueron sólo un par de horas.

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Hospital Hanga Roa. Foto: Municipalidad de Rapa Nui

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