Un manejo de academia: los secretos detrás del retorno de Magallanes a Primera División después de 35 años
Los carabeleros están de fiesta. En el partido ante Recoleta pusieron fin a una larga espera. El primer campeón del fútbol chileno, en 1933, se rejuvenece para volver a la categoría de honor, después de un proceso que parte hace cuatro años, con la compra del club por parte del agente Cristián Ogalde, representante de Claudio Bravo. Además, es uno de los finalistas de la Copa Chile.
Magallanes está de fiesta y, a decir verdad, buena parte de los hinchas del fútbol chileno, también. El Manojito de Claveles es, sin dudas, uno de los clubes más queridos del balompié nacional. Uno de esos equipos que encarnan la transversalidad y que incluso generan una doble militancia que nadie se atrevería a discutir. No hay fanático del fútbol de los que se precien de esa condición que, al menos, no conozca las primeras frases del himno albiceleste, ese que hoy resuena más fuerte que nunca: después de 35 años, el club de San Bernardo, la comuna a la que volvió hace un tiempo, después de moverse por toda la capital, está de vuelta en la Primera División, la categoría que fundó y en la que obtuvo el primer tricampeonato, entre 1933 y 1935. Luego la ganaría en una ocasión más, en 1938.
Este Magallanes, eso sí, tiene características diferentes a su versión más romántica. De partida, es una sociedad anónima, controlada por un representante de futbolistas, el modelo que en los últimos meses ha sido puesto en entredicho. Fue a fines de 2017 cuando el grupo económico que encabeza Cristián Ogalde, agente de Claudio Bravo, entre otros jugadores, adquirió el 70 por ciento de las acciones de la sociedad que estaba en poder de Anselmo Palma, en una operación que bordeó los US$ 4,2 millones. Partía, de esa forma, la refundación de la Vieja Academia.
“Todavía cuesta un poco asimilar el momento. Fueron muchos días de espera. Al final, ver a la gente celebrando en el camarín es la consagración de un largo proceso. Estamos felices porque esto es un paso grande hacia el futuro”, expresó Ogalde una vez conseguido el título.
Luego explicó la estructura del plantel y la filosofía del club. “Obedece más que a una persona a un proyecto que está fundando, en creer en que los jóvenes son el futuro del club. Cuando conversamos con Nico, en la antesala al torneo, nos dimos cuenta de que necesitábamos un perfil de jugadores. Por eso nos apoyamos con jugadores grandes como César Cortés. Después se sumaron Villanueva, Acevedo, y Jiménez”, recordó.
Finalmente, dejó abierto un sueño. “La temporada 2023 es todo un desafío. Pero todavía no termina la 2022. Somos finalistas de la Copa Chile y tenemos el legítimo derecho a pensar que la podemos ganar. Ahora uno piensa cómo sigue construyendo un proyecto de club. No somos un plantel, somos un club”, planteó, con indisimulado orgullo.
También abordó su rol como agente. “Yo cuando entré al fútbol lo hice como dirigente de la UC en el fútbol formativo. Me aconsejaron que por mi trabajo podía asesorar a los más chicos. Terminé muy feliz por lo que hice en carreras como con Claudio. Y los compromisos que adquirí con él y más gente no los voy a deshonrar. Yo no tomo jugadores nuevos, pero sí tengo compromisos con gente cuando no tenía a Magallanes. Quiero honrar mi compromiso con ellos. Pero mi foco ahora es Magallanes”, sentenció. “Hay que transparentar todo, decir que estoy en Magallanes. Que estoy feliz acá. Esto requiere mucho trabajo y cariño por el fútbol”, añadió.
Orden y gestión
El Magallanes que recibió Ogalde era, según quienes participaron en el proceso de reconstrucción institucional, absolutamente distinto a la pujante institución que hoy celebra su retorno a la categoría más importante del fútbol chileno. Por esos días, aunque el club ya era una sociedad anónima deportiva, había apreturas económicas. “Estaba en otra posición, con números negativos, no tenía desarrollo comercial, sponsors, nada. En ese momento no estaba ni cerca de pensar en lo que vive hoy”, recuerda el ex gerente general, Alfonso Gómez.
La reestructuración fue a todo nivel. “Se empezó a crecer en lo comercial, a ordenar, bajar gastos, a trabajar en detalles. Esto fue hace cinco años”, explica Gómez. La otra mirada fue estrictamente deportiva. “Se invirtió, pero con cautela, en forma inteligente. Se trabajó en la infraestructura para el fútbol joven, en los cuidados de los jugadores, se establecieron convenios para sus tratamientos médicos”, añade.
Hay más. “Buscamos que la ropa fuera buena, que tuvieran buena alimentación, que comieran en el club, antes de la pandemia. Todos esos detalles fueron marcando las diferencias que este año dieron resultados”, insiste Gómez, quien hace unos meses dejó la gestión del club. Un aspecto llamativo: la casaquilla es elaborada por la empresa Siker, que ocupa una tela basada en desechos reciclados desde el mar para su fabricación, otra señal del nuevo enfoque institucional.
En octubre de 2021, Ogalde se había referido a su vínculo con el club. “Tengo la propiedad de Magallanes. Me parece valioso transparentarlo. Había tenido Santa Cruz y se presentó la oportunidad de gestionar un club con mucha tradición y en Santiago. Quise el desafío de gestionar mejor un club”, explicaba a radio ADN. También divulgaba la compra de un predio de seis hectáreas en las cercanías de Paine, con el objeto de construir ahí la nueva Ciudad Deportiva institucional, un espacio en que las categorías inferiores tendrían una presencia clave. Por esos días, el intermediario admitía que el ascenso era una parte clave en el proyecto. “Los clubes muchas veces no consideramos que las divisiones menores son una inversión y no un gasto (…) Me encantaría ascender, le conviene al club. En la mayoría de los clubes he visto que se tiene que poner más dinero que el que se recibe por TV”, establecía.
Hoy, la proyección incluso puede ser mejor: Magallanes jugará la final de la Copa Chile. Si la gana, para lo que debe doblegar al ganador de la llave entre Unión Española y Universidad de Chile, obtendrá un cupo en la próxima Copa Libertadores.
Un festejo que terminó costando
El dominio de Magallanes en 2022 fue, por momentos arrollador. El equipo de Nicolás Núñez, que se fortaleció con figuras de la talla de Luis Jiménez, quien incluso interrumpió su retiro, Carlos Villanueva y Felipe Flores, sumados a una estructura que tiene otros nombres destacables, como el portero uruguayo Gastón Rodríguez, los defensores Albert Acevedo y Nicolás Crovetto, los volantes Iván Vásquez y César Cortés y el delantero colombiano Yorman Zapata, una de las sensaciones de la categoría, ejerció una supremacía que parecía total. Llegó a estar a 16 puntos de distancia respecto de su perseguidor. Sin embargo, sobre el final, la distancia se fue acortando. Eso sí, justo en el momento en que más se necesitaba, la experiencia de sus principales figuras terminó siendo clave para conseguir el objetivo.
Sobre el proceso de Núñez, prácticamente no hay dudas. En una decisión cuando menos inusual, en junio el club anunció la extensión del vínculo, que vencía a fines de año, hasta fines de 2024, una muestra inequívoca de la satisfacción con su trabajo. Por esos días, el club carabelero lucía una ventaja de 16 unidades sobre su escolta más próximo.
Núñez es un hombre de la casa. Se había retirado del fútbol en 2019, precisamente con la camiseta albiceleste. La intención es proyectarlo como uno de los técnicos que encarnarán la renovación en el fútbol chileno. Va, indudablemente, por buen camino.
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