Uruguay, la excepción en América: Logra frenar el virus sin cuarentena obligatoria y ya camina a una reapertura total

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Foto: AP

Expertos atribuyen el éxito a la rapidez de la respuesta del gobierno, que optó por apelar a la responsabilidad de los uruguayos en lugar de imponer un confinamiento obligatorio como lo hicieron sus vecinos.


En una región que se acerca al peak de la pandemia, Uruguay es la excepción a la regla. Su curva de contagios está aplanada, la tasa de letalidad es baja y las personas contagiadas son cada vez menos.

Desde el principio de la pandemia, Uruguay decidió tomar un camino distinto al del resto de los países de América Latina, buscando una estrategia que resolviera el cuidado de la salud y el de la economía. De esta manera, el gobierno de Luis Lacalle Pou evitó la cuarentena obligatoria y apeló en su lugar a la responsabilidad de la población.

La estrategia parece haber dado buenos resultados. Con 749 casos confirmados y 20 muertes, los contagios han podido contenerse –la tasa de reproducción del virus en Uruguay era de 0,74 el martes- y la economía está sufriendo caídas menos severas que en los países vecinos.

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Una mujer y sus mascotas cruzan la calle el martes en Montevideo. Foto: AP

Los expertos apuntan a la rapidez en la reacción para contener el virus como una de las principales razones de su éxito. Los primeros casos en el país se confirmaron el 13 de marzo. El mismo día, el gobierno declaró emergencia sanitaria y anunció las primeras medidas. No solo se cerraron las fronteras y se suspendieron clases, eventos masivos y actividades no esenciales, sino que además se lanzó la “Operación Todos en Casa”, para repatriar a los uruguayos que habían quedado varados en el extranjero.

A pesar de la petición de una cuarentena obligatoria por parte del opositor Frente Amplio, el gobierno optó en su lugar por recomendar a la población limitar sus salidas a la calle, en un esfuerzo porque la actividad laboral continuara con relativa normalidad.

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Un hombre con mascarilla camina por la orilla de la playa el miércoles en Montevideo. Foto: AP

Los uruguayos acataron. El 29 de marzo, la actividad en cafés, teatros y centros comerciales se había reducido en un 75%, mientras que en parques, plazas y playas disminuyó en un 79%, según un reporte de Google Mobility, una plataforma que informa sobre los desplazamientos en distintas comunidades.

“Es fácil decir que no trabajen, pero hay que estar ahí. Estamos tratando de que los motores de la economía anden para que los uruguayos puedan salir adelante”, señaló Lacalle Pou a principios de mayo.

El país incluso está innovando en el enfoque para recaudar fondos dedicados a enfrentar el brote. Uruguay aprovechó su relación con los bancos de desarrollo regionales, pidiendo préstamos de US$ 1.400 millones en líneas de crédito de bajo costo, para financiar sus medidas sin depender de los impredecibles mercados de bonos.

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Jóvenes pasean por la orilla de la playa el martes en Montevideo. Foto: AP

En paralelo, el gobierno creó un “Fondo Coronavirus”, que implicaba que ministros, parlamentarios y otros funcionarios públicos rebajaran su sueldo en un 20%. La medida –que fue aprobada de manera unánime en la Cámara de Diputados- ha recaudado más de US$ 12 millones.

Los privados también hicieron su aporte. El sector agrícola donó US$100 millones y las compañías de alimentos donaron comida para hacer canastas, que fueron distribuidas por miles de voluntarios.

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Mujeres con mascarilla caminan por la calle el martes en Montevideo. Foto: AP

Además, el Ejecutivo tiene considerado gastar US$ 400 millones y canalizar más de US$ 2.600 millones en préstamos a empresas uruguayas para paliar las consecuencias de la pandemia. Lacalle Pou, que empezó su mandato el pasado 1 de marzo, ha tenido que lidiar con la mayor desaceleración en Uruguay desde que una crisis financiera regional hizo que la economía se desplomara en 2002. Además, el mandatario heredó un alto déficit fiscal y altos gastos públicos de la administración anterior.

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El Presidente Luis Lacalle Pou en marzo. Foto: Presidencia de Uruguay

En mayo, el país comenzó gradualmente a volver a la normalidad. A principios de mes se reabrieron las oficinas de la administración pública para atender a los ciudadanos. También se abrieron las escuelas rurales y ayer Lacalle Pou autorizó un regreso voluntario y gradual a clases en todo Uruguay a partir del 1 de junio. También se reanudaron algunas actividades comerciales –que se dejó a criterio de los propietarios- y 400 obreros volvieron a trabajar para probar cómo reacciona el sector de la construcción.

Aunque el retorno puede parecer apresurado dada la situación regional, el mandatario uruguayo ha defendido sus medidas señalando que “cuando pasa el tiempo, la gente empieza a sufrir las consecuencias del aislamiento”. “Si se toman los recaudos, si se aplica el distanciamiento social y se usa tapaboca, salir no está desaconsejado”, dijo Lacalle Pou.

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