Valentí Oviedo, director del Liceu de Barcelona: “Aparte de cualquier normativa, la gente necesita tener la sensación de seguridad, no podemos jugar con su miedo”
El director de uno de los teatros de ópera más influyentes en Europa revela las estrictas medidas de seguridad que se han autoimpuesto y la fortaleza del músculo financiero que representa la confianza de sus abonados, así como el modo en que lograron equilibrar su presupuesto, pese a haber alcanzado una merma en los ingresos de 16 millones de euros. Además, explica por qué ofrecieron en junio un concierto para 2292 plantas y por qué la versión de Don Giovanni que tienen ahora en escena hace referencia al movimiento Me Too. "La ópera tiene que cambiar su rol y hablar de lo que está demandando la sociedad", dice.
Hace tres meses, la imagen del majestuoso Gran Teatro del Liceu de Barcelona habitado solamente por 2292 plantas, una en cada butaca, dio la vuelta al mundo. El Concierto del Bioceno fue ideado por el artista Eugenio Ampudia y el UceLI Quartet interpretó la obra Crisantemi, de Giaccomo Puccini. Fue la primera actividad del Liceu cuando la ciudad se desconfinó. “¿Por qué decidimos empezar así? Porque esto del Covid ha cambiado muchas maneras de pensar, es el momento de pensar que la naturaleza nos ha dicho algo, que el ser humano se consideraba que estaba en el centro del mundo y a lo mejor no lo tenía que estar”, comenta desde Barcelona Valentí Oviedo, director general del Liceu de Barcelona.
“Agarramos al vuelo la propuesta de este artista conceptual porque hace ya un tiempo que pensábamos que los teatros de ópera tienen que regresar a hablar de lo que a la ciudadanía le interesa. Era una manera de ofrecerle a la naturaleza, a esas 2292 plantas, música, que es una de las cosas más maravillosas que sí ha hecho la humanidad: música. Nos sorprendió que se volviera viral, pero eso a veces sucede cuando las cosas se hacen con honestidad”, agrega.
El gestor asumió su cargo en 2018, después de haber sido gerente del Institut de Cultura de Barcelona, entidad clave en la ejecución de las políticas culturales y que cuenta con diez fábricas de creación en todas las disciplinas artísticas.
“Entre las cosas positivas, Cataluña ha considerado la cultura como bien esencial, es decir, está al mismo nivel que un supermercado o que la medicina. La cultura, la creatividad y la innovación son un elemento fundamental para el éxito y el desarrollo de la economía de nuestro país y para el desarrollo de todas las personas. Además, en la época del Big Data, se necesita el humanismo para poder dar sentido común y sentido humano a lo que ahora es todo dato. En Europa, empieza a haber una corriente en la que se entiende que la cultura y la creatividad son fundamentales para poder competir frente a los gigantes chino y americano”, asegura.
El sábado pasado, el Liceu de Barcelona volvió a presentar una ópera escenificada. Eligieron Don Giovanni, de Mozart, porque la orquesta puede trabajar con una distancia de dos metros entre músicos en el foso, y porque el coro tiene una participación menor.
“Toda la orquesta lleva mascarillas, excepto los vientos. Todo el coro lleva mascarilla también durante las representaciones. Todos los figurantes también. A todos se les hace un test antes de empezar la producción, a los vientos se les hace un PCR cada semana, y también al elenco, a los protagonistas, que son los únicos que se quitan la mascarilla en escena”, detalla Valentí Oviedo.
Ante el toque de queda recientemente decretado, hicieron dos cortes a la ópera, de común acuerdo con los directores de escena y musical: la moraleja final de Don Giovanni y un aria que no fue parte del estreno original en Praga de la ópera. “Ya hemos cambiado de butaca a la gente, les hacemos venir una hora y cuarto antes, para que no se generen aglomeraciones. Si les hacemos llegar a una hora en que están trabajando, bueno, es que van a devolver la entrada”, explica.
“No queríamos que fuera una función covid, pero tampoco queríamos que Don Giovanni estuviera magreándose con todas las mujeres, sino que es una versión de Christof Loy, muy interior, muy sicológica, y que pone de manifiesto el Me Too. No hemos renunciado al propósito del director de escena”, explica.
En la crisis global que ha provocado la pandemia, el Liceu de Barcelona se ha adelantado permanentemente a las decisiones de las autoridades. Antes de que se decretara el primer estado de alerta, en marzo, cancelaron la ópera Lohengrin que marcaría el debut de Katharina Wagner en ese escenario, y recién en septiembre volvieron a recibir al público en sala, y con una regla propia del 50% del aforo, a pesar de que entonces la normativa permitía el 70%.
“Aparte de la normativa, la gente necesita tener la sensación de seguridad, y ese intangible no está escrito en ninguna ley ni en ninguna norma, es una percepción personal, y una de las cosas que sí que da seguridad es el orden. La norma permitía que las personas que conviven se pueden sentar juntas, pero cuando tú ves en un teatro que hay tres allí sentados, o cuatro, o cinco, aquello puede ser muy legal, pero te da una sensación de inseguridad que, tal como estamos, no nos la podíamos jugar. Por lo mismo es que si la persona no se siente confortable les dejamos que devuelva la entrada, porque no podemos jugar con el miedo de la gente. Este teatro tiene 175 años de historia y ha caminado tanto porque no ha ido de prisa, sino que ha ido con paso firme. Entonces decidimos no tirarnos más el brazo que la manga. La principal acción de marketing es que la gente se sienta segura para que vuelva, así funciona el boca-oreja”, argumenta Valentí Oviedo.
Así, no se permite que dos personas se sienten juntas: “Hemos reubicado a los abonados en un 50% de aforo; diciendo, uno sí, uno no, uno sí, uno no, y detrás, uno no, uno sí, uno no. De este modo todo el público tiene vacías las butacas de delante, detrás, izquierda y derecha”.
Y si antes se mantuvieron en contacto con su público a través del programa Liceu en casa, con videos grabados a distancia por la orquesta, la cual además participó en varios festivales al aire libre de la ciudad, con su director, Josep Pons, desde fines de septiembre retornaron a las actividades presenciales en el teatro, consiguiendo a varias estrellas: la soprano canadiense Sondra Radvanovsky y el tenor polaco Piotr Beczala dieron un recital y luego el conductor venezolano Gustavo Dudamel dirigió Il Trovatore en versión de concierto, claro que sin la gran soprano rusa Anna Netrebko como estaba presupuestado, pues se contagió de Covid 19. Y la semana pasada, el tenor peruanoJuan Diego Flórez dio dos recitales.
“A raíz del Covid-19, en septiembre aprendimos cuatro cosas que son nuevas reglas. Primero, no tenemos que escatimar en seguridad, porque la seguridad de hoy va a ser la reincidencia por parte del público de mañana; segundo, tenemos que preservar el proyecto artístico; tercero, debemos pedir generosidad a todos los stakeholders y cuarto, tenemos que ser muy flexibles y muy generosos con todos. Hemos aprendido que no podemos luchar contra lo que hay, tenemos que ir con la ola, intentar adelantarnos y ver todas las alternativas que hay y ser flexibles. Esto es lo que nos aplica a decir que, hasta el 31 de diciembre, pase lo que pase con el coronavirus, nosotros vamos a tener el 50% del aforo, porque tenemos que caminar mínimamente con algo, aunque sea más restrictivo que lo que nos han puesto”, comenta el director general del Liceu de Barcelona.
Entiendo que, debido a la pandemia, cerraron la temporada 2019-20 con una caída de 10,2 millones de euros de los ingresos, es decir, entradas, mecenazgos y auspicios. ¿Cómo está su equilibrio presupuestario?
Se redujeron nuestros ingresos en 16 millones de euros y logramos reducir los gastos en casi 12 millones de euros.
¿Cómo lograron esa reducción tan grande?
Pues, cerramos el teatro a cal y canto, entonces ni gastos de mantenimiento, ni de limpieza. Cancelamos todos los contratos por fuerza mayor, no contratamos a nadie, no gastamos nada de publicidad, logramos hacer un esfuerzo enorme. Mantuvimos los salarios de la plantilla 100%. Eso sí tuvimos un vacío de 5 millones de euros. Hemos solicitado apoyo a las administraciones públicas, ministerios, Generalitat, Diputación de Barcelona y Ayuntamiento de Barcelona, para que nos ayuden en esto. Hemos salido mínimamente correctos de la temporada 2019-2020. Habíamos estimado un 50% de ocupación hasta el 31 de diciembre, pero a partir de enero, nosotros estimábamos que la cosa mejoraba y ya después de Semana Santa habíamos estimado que volvíamos a una cierta normalidad. Si esto no se da, efectivamente tenemos un problema, que habrá que ver. Ya estamos haciendo contención de gasto, previendo que el 50% se puede prolongar en el tiempo, pero vaya, si la realidad se impone, pues tendremos que ver qué medidas se toman para paliar la situación.
“La ópera tiene que cambiar su rol, y hablar de lo que está demandando la sociedad para no quedar anacrónicos”.
En el Liceu, además, cuentan con la confianza de los abonados. Cuando les ofrecieron la devolución del dinero, la donación o hacer válidas sus butacas para el futuro, cuenta Valentí Oviedo, "el 80% de la gente dijo ‘Oye guárdame el dinero para el próximo’, y lo que ha sucedido es que tenemos un músculo financiero que nos permitía abordar esta nueva temporada”.
En su programación cercana se destaca, desde el 15 de noviembre el Ballet de Biarritz en Marie-Antoinette, coreografía de Thierry Malandain sobre la vida de la reina en Versalles, con música de Joseph Haydn. “Todos actuarán con mascarilla, y tienen que venir con el PCR puesto. Esperemos que funcionen todos los visados”, aclara el gestor. A fines de ese mes, se iniciarán las funciones de la ópera de Mozart Mitrídates, Rey del Ponto en versión de concierto.
Pero antes, este domingo, estrenarán en tres funciones Seis Solos Solas, que consiste en seis monodramas para intérprete femenina e instrumentista y que fueron encargados a seis equipos diferentes de libretista y compositor. Estas nuevas creaciones operáticas fueron comisionadas.
¿Cuán importante es que hoy, en pandemia, se comisionen obras musicales que queden como testimonio de este tiempo, y que se estrenen?
La Intendencia de Barcelona está dando apoyo a instituciones para financiar a creadores y compositores, para fomentar la creatividad, de cara al año 2022 seguramente veremos determinadas obras de cámara. Esto es fundamental; la ópera tiene que cambiar su rol, si no vamos a quedar anacrónicos y vamos a estar lejos de lo que está demandando la sociedad. Por eso hicimos el concierto de las plantas, y otro en las montañas de Montserrat, con el Réquiem de Mozart. La sociedad está demandando que se hable de ecología, de diversidad, de las migraciones, de feminismos, esto lo podemos hacer repensando las obras, por ejemplo, este Don Giovanni pone de manifiesto el Me Too. Si queremos conectar con nuevo público lo tenemos que hacer a partir de nuevos encargos. Esto forma parte de una misión, que ya iniciamos, pero como las óperas son lentas no se va a ver el resultado hasta el 2022 aproximadamente.
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