Yuval Noah Harari: “Nos enfrentamos a esta crisis desprovista de líderes mundiales”
El célebre autor de 'Sapiens: De animales a dioses' publicó un ensayo en la revista Time donde analiza la epidemia actual con perspectiva histórica, critica a Estados Unidos por su nulo rol en la crisis y aboga por la cooperación y la solidaridad internacional.
Desde su aparición en China, los científicos tardaron dos semanas en identificar y secuenciar el genoma del coronavirus. Si bien la humanidad se enfrenta a una pandemia sin precedentes a nivel global, nunca antes la comunidad científica estuvo mejor preparada para enfrentarla. Y sin embargo, el Covid-19 encuentra un mundo fragmentado y sin liderazgos, piensa el historiador isrealí Yuval Noah Harari (1976).
“En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en la cooperación internacional. Como resultado, ahora nos enfrentamos a esta crisis desprovista de líderes mundiales que puedan inspirar, organizar y financiar una respuesta global coordinada”, escribe el autor de Homo Deus en un ensayo publicado por la revista Time.
Con el título En la crisis del coronavirus, la humanidad carece de liderazgos, el académico de la Universidad Hebrea de Jerusalén analiza las secuelas de pandemia actual, reconoce las lecciones que enseña la historia de las epidemias y critica ásperamente a Estados Unidos por su rol en la crisis.
Harari recuerda el rol protagónico que ejerció Estados Unidos en el quiebre financiero de 2008 y en la epidemia del ébola en 2014. “Pero en los últimos años, Estados Unidos ha renunciado a su papel de líder mundial”, dice. La administración actual ha dejado en claro que su país “ya no tiene amigos reales, solo tiene intereses”. Desde el inicio de la epidemia, el gobierno de Trump se mantuvo al margen y si ahora quisiera asumir el liderazgo, agrega el autor, “la confianza en la administración actual de los EE.UU. se ha erosionado hasta tal punto que pocos países estarían dispuestos a seguirla”.
El vacío de liderazgo que deja Estados Unidos, nadie lo ha ocupado, dice el historiador israelí. De este modo, la “xenofobia, el aislacionismo y la desconfianza” se instalaron en el sistema internacional. “Sin la confianza y la solidaridad mundial, no podremos detener la epidemia de coronavirus, y es probable que veamos más epidemias en el futuro”, añade.
Solidaridad global
En su ensayo, Harari refuta a quienes atribuyen la pandemia a la globalización y promueven cerrar fronteras y restringir viajes. “Si bien la cuarentena a corto plazo es esencial para detener las epidemias, el aislacionismo a largo plazo conducirá al colapso económico sin ofrecer una protección real contra las enfermedades infecciosas”, escribe. “El verdadero antídoto contra la epidemia no es la segregación, sino la cooperación”.
En el siglo XIV, recuerda, no había aviones ni cruceros, y la Peste Negra se extendió por Europa y Asia. En 10 años, mató cerca de 100 millones de personas, llevándose al 60 por ciento de la población europea.
La gripe española, en 1918, cubrió de muerte el planeta, con 40 millones de pérdidas humanas. Desde entonces, la humanidad fue golpeada por numerosas epidemias, pero ninguna causó tantas muertes gracias al desarrollo científico: “Esto se debe a que la mejor defensa que los humanos tienen contra los patógenos no es el aislamiento, sino la información”.
Harari pone como ejemplo la viruela: en la década de 1970 hubo una campaña mundial de vacunación y en 1979 la OMS declaró que la enfermedad había sido erradicada.
“¿Qué nos enseña esta historia para la actual epidemia de coronavirus?”, se pregunta. “Primero, implica que no puede protegerse cerrando permanentemente sus fronteras”, responde.
“En segundo lugar, la historia indica que la protección real proviene del intercambio de información científica confiable y de la solidaridad global”, subraya.
La cooperación internacional es necesaria incluso para cuarentenas efectivas, acaso una de las mayores dificultades actuales: “Quizás lo más importante que la gente debería darse cuenta es que la propagación de la epidemia en cualquier país pone en peligro a toda la especie humana”.
El historiador israelí sostiene que el único muro que tiene sentido en esta batalla es el que separa a la humanidad de los virus. Y esa frontera es necesaria extenderla y reforzarla. “Hay cientos de millones de personas en todo el mundo que carecen incluso de servicios básicos de salud. Esto nos pone en peligro a todos”, insiste.
El autor de 21 lecciones para el siglo XXI culmina su ensayo con una convocatoria a la unidad y la solidaridad en el mundo: “Si esta epidemia resulta en una mayor desunión y desconfianza entre los humanos, será la mayor victoria del virus. Cuando los humanos se pelean, los virus se duplican. Por el contrario, si la epidemia resulta en una cooperación global más estrecha, será una victoria no solo contra el coronavirus, sino también contra todos los patógenos futuros”.
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