Zarko Luksic (Amarillos): “Es un texto un poquito identitario, pero en su totalidad es mucho mejor que la Constitución del 80″
El doctor en derecho entrega su visión sobre la propuesta de nueva Carta Magna despachada por el Consejo Constitucional. Dice que aún no define su postura y que esperará a que su partido finalice su debate interno para oficializarla. En esta entrevista, aunque valora la consagración de un Estado social con un componente de solidaridad, también critica que sea un borrador extenso y repetitivo.
El abogado y académico de la Universidad de los Andes Zarko Luksic ha sido un actor relevante en el proceso constitucional. Como dirigente del partido Amarillos se transformó en un agente externo al Consejo que influyó en la redacción de las normas. Estuvo negociando artículos con Chile Vamos y republicanos sobre todo en la parte final de las observaciones de la Comisión Experta.
En esta entrevista entrega su opinión sobre el texto que se va a plebiscitar. Luksic se cuida de no adelantar su postura para el plebiscito ya que, dice, primero quiere respetar el proceso de debate interno que empezará este lunes su colectividad. Amarillos estará analizando el texto durante estos días para que luego de toda esa discusión el partido pueda tomar su postura.
¿Cuál es su opinión sobre la propuesta de nueva Constitución?
En primer lugar creo que es importante aclarar que no hay Constitución perfecta y todas son susceptibles de ser modificadas. Dicho eso, en materia de derechos sociales el texto mantiene la provisión mixta de los servicios y no inhibe en ningún momento el rol del Estado. Más bien abre un camino ancho en dicha provisión al definirse al Estado como un Estado social.
¿Pero quedó bien configurado ese Estado social? La izquierda dice que no.
Lo indica el mismo capítulo de los principios cuando dice que el Estado deberá promover condiciones de justicia y solidaridad, removiendo obstáculos que impidan o dificulten derechos de igualdad material. Decir que la definición de un Estado social y democrático de derecho es una cuestión baladí, sin importancia, no es así. La misma Carta Fundamental en su artículo primero dice que deberá remover obstáculos para lograr una mayor igualdad, y esa igualdad la entendemos como una igualdad material.
El consejero Luis Silva admitió públicamente que es un texto que es cómodo desde la centroderecha hacia la derecha. ¿Qué le parece que él reconozca eso?
Lo encuentro desafortunado. Claramente este no es un texto de la centroderecha y la derecha, este es un texto que manifiesta un apoyo bastante más amplio que esos sectores. Yo me siento una persona de centroizquierda y sí considero que tiene aportes importantes en materia de Estado social y en materia de solidaridad.
¿El texto permite que haya solidaridad con cargo a cotizaciones o ahorros o solo lo restringe a que sea con cargo a las arcas fiscales?
En materia de seguridad social, el texto dice que si hay una capitalización individual es un derecho de propiedad de la persona, pero de ninguna manera inhibe a que haya un fondo solidario, ya sea con el aporte de la misma cotización individual o a través de un aporte del Estado. Tampoco está inhibiendo a que el Estado participe en la provisión de la salud. Eso se deja a la ley, es la ley la que va a determinar cuál va a ser el aporte que va a tener el Estado en esa materia.
¿Cómo ve que la propuesta finalmente haya quedado con un derecho a huelga circunscrito exclusivamente a los períodos de negociación colectiva?
Lamento que no haya quedado para que se resuelva en la ley. Respecto al derecho a la huelga me habría gustado que hubiera quedado solamente a la ley. Nosotros hicimos una propuesta a la derecha, donde lo dejamos abierto a la ley, y fue la misma izquierda la que no votó esa propuesta. Me llama la atención que ciertos sectores oficialistas estén alegando que esos derechos no quedaron para ser tratados por la ley, porque cuando hubo una propuesta de la centroderecha que iba en esa línea fueron ellos quienes no lo votaron, y eso fue público.
¿Le gusta cómo quedó el sistema político?
El sistema político en Chile está muy atomizado, hay cerca de 22 partidos políticos y la verdad es que la representación de muchos de los parlamentarios es una representación misérrima, lo que atenta contra el principio de representación democrática. Por lo tanto, las dos correcciones que se han hecho, el redistritaje y el umbral de 5%, son instrumentos que ayudan a darle mayor estabilidad y gobernabilidad a nuestro sistema político.
¿Ustedes fueron los que empujaron para que existiera un transitorio que plantea una excepción para que los partidos puedan fusionarse?
Nosotros estuvimos de acuerdo con el umbral de 5%. Al aceptarlo muchos nos preguntaron cómo aceptamos eso si no íbamos a tener ninguna posibilidad de tener representación porque no vamos a obtener el 5%. Ante eso dijimos, bueno, a nosotros nos interesa el principio de la estabilidad y la gobernabilidad del país. Posteriormente surgió esta idea de que a través de los partidos que integran un pacto, por lo tanto, en donde ya hay una comunidad de ideas de parte de quienes integran ese pacto, pudieran fusionarse y obtener este porcentaje del 5%. Yo no me echaría a decir que es exclusivamente para la mantención o la supervivencia de Demócratas y Amarillos, sino que yo me echaría a decir que es para la supervivencia de todos los partidos chicos y que están en formación. Yo no quiero ser pitoniso, pero le aseguro que vamos a terminar con una federación de partidos de centroizquierda y centro. Ese es nuestro norte.
El oficialismo acusa errores y deficiencias técnicas, ¿comparte ese diagnóstico?
Yo creo que sí, yo creo que es verdad y que es un texto para mí extraordinariamente extenso. Cualquier texto que supera los 200 artículos claramente hay una deficiencia, es un exceso. También se repiten muchas ideas, muchos principios. Yo lo encuentro un poquitito exagerado. No sé si alcanzamos a establecer una suerte de revisión técnica, una comisión de estilo que pudiera mejorarlo, pero en ese sentido comparto que es extenso y en algunos casos repetitivo.
Pero usted lo dice como deficiencias de forma. La izquierda lo dice por temas de fondo.
Absolutamente de forma, eso de ninguna manera inhibe a que es un buen texto en el fondo.
¿Ya tomó una postura personal de cara al plebiscito?
Yo soy parte de un colectivo que es el Partido Amarillos. Estamos en un proceso de debate y reflexión. Creo que no es necesario apurarse, hay que mirarlo desde el punto de vista de su sistematicidad, de su coherencia, y en base a eso tomar una decisión. Porque esto tiene cosas buenas y malas. En defectos hay muchas materias que se deberían haber dejado a la ley, que deberían haber sido más neutras; en ese sentido a veces es un texto un poquito identitario y por lo tanto requiere una reflexión y un debate. En eso estamos y no apuraría ese proceso.
¿En qué nota que esto es un texto identitario?
A mí me habría gustado un texto más simple, de no tanta protección. Encuentro que es un texto que se protege mucho en algunos aspectos, en materia del derecho a la vida, en materia del deber preferente a los padres sobre los hijos, sobre la educación, sobre la libertad, en materia de objeción de conciencia. Debería haber sido mucho más simple y que la ley fuera quien lo desarrollara. Ese es mi principal reproche, pero de ninguna manera eso desmerece que este es un texto, desde mi punto de vista personal, superior a la Constitución del 80, porque avanza en protección de derechos sociales, sin lugar a dudas, y también avanza en mayor descentralización y discusión del poder del gobierno central a las entidades territoriales, avanza en un buen sistema de nombramiento del Tribunal Constitucional y en sus competencias, y avanza en modernización del Estado. Por lo tanto, ahí es donde uno tiene que hacer un discernimiento y resolver qué es lo que es mejor para Chile.
En los temas que usted dice que le hubiera gustado que quedaran más abiertos, ¿cree que detrás de eso está la presencia notoria de valores conservadores?
Sin lugar a dudas, hay presencia de ciertos valores y principios más conservadores. Dicho eso, es cierto también que no cancela el debate futuro. Igual la ley va a tener que decidir sobre el tema del derecho a la vida. Igual la ley va a tener que decidir sobre la objeción de conciencia. Igual la ley va a tener que establecer los límites de este derecho que tienen los padres sobre los hijos frente a un Estado que tiene todo el derecho de educarlo y de protegerlo respecto del interés superior del niño. Por lo tanto, igual va a haber debate legislativo e igual va a haber un Tribunal Constitucional que va a ser el intérprete supremo. No es un texto que, desde mi punto de vista, cancele debates.
En este discernimiento que usted comenta, ¿cómo va la balanza, inclinada hacia los aspectos positivos o hacia los negativos?
Vuelvo a repetir que no quiero adelantar una decisión colectiva. Yo he hecho una definición de lo que es bueno, de lo que es malo. Es un texto un poquito identitario, pero ciertamente en su totalidad es un texto mucho mejor que la Constitución del 80.
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