Comidas solo en base a pan y arroz, largas horas de espera para ir al baño y noches durmiendo en sillas de plástico. A medida que los rehenes de Hamas han vuelto a Israel después de siete semanas de cautiverio, lentamente han comenzado a conocerse detalles sobre las condiciones de su confinamiento en Gaza.
La mayoría salió del enclave palestino en vehículos de la Cruz Roja, que cruzaron brevemente la frontera rumbo a Egipto, a través del paso de Rafah, antes de entrar a Israel por otro punto, algunos kilómetros más al sur. Luego, resguardados por el Ejército israelí, fueron trasladados directamente a un hospital antes de reunirse con sus familiares. De todos modos, la mayoría de los rehenes parece estar en una condición física estable. Algunos, sin embargo, llegaron a perder hasta 7 kilos durante los 50 días de cautiverio.
Israel dijo ayer que había reanudado los combates en la Franja de Gaza poco después de que expirara una tregua de siete días, en la que fueron liberados 113 rehenes retenidos en Gaza por Hamas a cambio del regreso de 240 prisioneros palestinos a Cisjordania y Jerusalén Este.
Mientras ambas partes en Gaza toman las armas nuevamente, la cuestión del destino de los 136 cautivos restantes ha quedado en el aire, mientras la comunidad internacional se pregunta si es posible otro alto el fuego entre las partes en conflicto.
Merav Raviv, familiar de tres personas que fueron liberadas por Hamas, comentó que habían sido alimentadas de manera irregular, además de haber comido principalmente arroz y pan. Asimismo, su prima y su tía, Keren y Ruti Munder, perdieron cada una siete kilos.
También aseguró que, según el relato de sus familiares liberados, habían dormido en filas de sillas de plástico en una sala que parecía un área de recepción. Para peor, a veces tenían que esperar horas antes de usar un baño.
Frío e incomodidades
Ruti Munder, de 78 años, fue una de las liberadas en los primeros días, y en una entrevista con la televisión local contó cómo fue su día a día como rehén. Según su testimonio, si bien en un principio la alimentación era buena, a medida que las condiciones en Gaza empeoraban, empezaron a pasar hambre.
La habitación, según ella, era “sofocante”, y en todo ese tiempo durmió en sillas de plástico, con una sábana encima. Al principio había “pollo con arroz, todo tipo de alimentos enlatados y queso”, indicó. De hecho, les daban té por la mañana y por la noche, y los niños incluso recibieron caramelos. Sin embargo, cuando la situación empeoró en medio de los devastadores ataques de Israel -que han dejado más de 15 palestinos muertos en el enclave-, el menú cambió “y la gente pasó hambre”.
Cuando la metieron en una camioneta para cruzar la frontera a Gaza, Ruti fue tapada con una manta, para que no pudiera ver a ninguno de los milicianos que la tenían. En entrevistas ella misma afirmó que se enteró en ese vehículo, mientras escuchaba la radio, que su hijo Roy había sido asesinado en el ataque al kibutz de Nir Oz.
Munder asegura haber tenido suerte en el cautiverio, porque al menos recibió una sábana. Muchos otros de los rehenes, sobre todo los niños y niñas, no tuvieron nada para protegerse del frío. “Nos cubrimos con una sábana. Los niños dormían debajo de los bancos, en el suelo, porque los queríamos junto a nosotros”, aseguró a la televisión israelí.
Choque psicológico
No fue él, sino su tía, quien contó al mundo las cosas que había pasado Eitan Yahalomi, de 12 años, cuando estuvo secuestrado. “Eitan vivió horrores allá. Unos civiles lo golpearon cuando llegó a Gaza”, relató Deborah Cohen, que habló con la madre del niño.
Según la tía, “Hamas lo obligó a mirar” los crímenes que sus combatientes cometieron y filmaron el 7 de octubre cuando entraron en Israel. “Cada vez que un niño lloraba, lo amenazaban con un arma para que se callara. Esperaba que lo trataran bien. Pero al parecer no fue así. Son unos monstruos”, dijo Cohen a la prensa.
“Estábamos muy contentos (de su liberación). Pero ahora estoy preocupada. Su padre sigue allá. ¿Cómo puede uno estar bien después de haber vivido una experiencia de ese tipo? Tendrá mucho trabajo por delante”, indicó.
De origen franco-israelí, Yahalomi fue liberado el 27 de noviembre junto con los hermanos Erez y Sahar Calderon, de 12 y 16 años. Refiriéndose a tal momento, la ministra de Relaciones Exteriores de Francia, Catherine Colonna, aseguró a RTL que, aun cuando están físicamente bien, hay un “choque psicológico” después de dos meses de cautiverio.
Familias enteras en cautiverio
Algunos de los rehenes que tomó Hamas eran de origen argentino. Ese es el caso de Karina Engelbert, de 51 años, que pasó el cautiverio con sus hijas Mika y Yuval Engel, de 18 y 11 años, respectivamente. Junto con Ronen Engelbert, de 54, aparecieron como desaparecidos durante el ataque de Hamas al kibutz de Nir Oz.
Durante la invasión del grupo islamista, la familia se escondió en una habitación segura, contaron a La Nación. En un momento, mientras hablaba por teléfono con su hermana Paula, Karina mencionó la presencia de los terroristas y la llamada se cortó. Esa fue su última comunicación.
Después se pudo saber de ellos gracias a que los teléfonos de la familia habían sido rastreados entrando a Gaza. Hoy, de los cuatro miembros de la familia, solo Ronen Engelbert no ha sido liberado.
En entrevista con Arriba Córdoba, Romina, la hermana de Karina Engelbert, comentó las condiciones del cautiverio: “Les daban de comer una vez por día, se bañaban cada 10 días y cuando tenían que ir al baño debían pedir permiso”. Por esto mismo, Romina asegura que tanto Karina como sus hijas bajaron de peso y están muy pálidas.
En el mismo programa, Romina confesó que su “corazón no está lleno”: desconocen aún qué ha pasado con Ronen, y además hay familias de su kibutz, que conoce por el jardín infantil en que enseña, donde aún hay secuestrados. “Espero y creo que sigan luchando para traer a todos los rehenes”, indicó.
También de origen argentino y del kibutz de Nir Oz, estuvieron secuestradas las mellizas Cunio, de tres años, hijas de Sharon (33) y David (34) Cunio. Además, con ellos estaba la hermana mayor de Sharon, Danielle Aloni, de 44. En ese grupo había tres menores de edad, Emma y Yuli, las mellizas, y Emilia, su prima de cinco años.
Si en un principio los miembros del grupo les habían dicho a sus familiares que estaban a salvo, y que se habían encerrado en un cuarto seguro desde el momento que sonaron las sirenas, también alcanzaron a decirles que los militantes de Hamas habían ingresado a su casa. De momento, todo el grupo excepto David ha sido liberado.
Desde una pijamada
Emily Hand (9) había desaparecido: estaba en un pijamada en casa de una amiga, cuando los militantes de Hamas entraron en el kibutz de Be’eri. Su padre, Thomas, se quedó atrapado en su casa, sin poder salir a buscar a su hija, en una comunidad donde 130 residentes fueron asesinados.
A los dos días, los líderes del kibutz le dijeron que habían visto el cuerpo de Emily. “Dijeron eso, ‘encontramos a Emily, está muerta’. Y lo que pensé fue ‘bien’, y sonreí, porque era la mejor de las noticias dentro de las posibilidades que conocía: la muerte era una bendición, una bendición absoluta”, declaró a CNN el padre.
Un mes más tarde, sin embargo, el Ejército israelí lo llamó para avisarle que “era altamente probable” que Emily estuviera viva y capturada por Hamas. Esto luego de un análisis de distintas piezas de información obtenidas por la inteligencia militar. Además, ninguno de los cuerpos de Be’eri había sido identificado como Emily, y no había rastros de sangre en la casa donde ella había dormido. Además, los teléfonos celulares de la familia donde se hizo la pijamada habían sido rastreados y estaban en Gaza.
Emily fue finalmente liberada el sábado pasado, y de a poco ha ido compartiendo información con sus familiares: a medida que el Ejército israelí entraba en Gaza, fue trasladada con otros rehenes de una casa a otra. “Es aterrador, ser empujado, tomado, trasladado... probablemente bajo fuego de armas”, comentó Thomas.
Emily cumplió sus 9 años en cautiverio, y estaba como rehén junto a su amiga Hila Rotem-Shoshani (13), y la madre de la amiga, Raaya. Según Thomas, Raaya se preocupó por Hila y Emily como si ambas fueran sus hijas. Dos noches antes de la liberación, Hila fue separada de su madre, en contravención con los acuerdos hechos entre Hamas e Israel: “Eso fue otro paso hacia la crueldad”, aseguró Thomas.
Desde la familia de Hila aseguran que cuando la capturaron junto a Emily, les pidieron que mantuvieran sus voces bajas cuando hablaran. Aun días después de ser liberadas, Hila seguía hablándole a su amiga en susurros, contó su tío Yair Rotem. Encargándose ahora de la niña, Yair cuenta que su sobrina no ha mostrado emociones cuando se refiere a su tiempo en cautiverio, a pesar de estar en la oscuridad durante 50 días, sin duchas y con poca comida. “Probablemente está en shock. Ella siempre quiere hacer que la gente se sienta bien, así que quizás no quiere ponernos tristes”, comentó.
Hermanos rehenes
En el mismo kibutz de Be’eri fueron secuestrados Noam Or y Alma Or, dos hermanos de 17 y 13 años, respectivamente. Cercano a la frontera con la Franja de Gaza, en el lugar residían 1.100 personas, y fue uno de los objetivos principales de Hamas en su ataque del 7 de octubre. Además de asesinatos, los atacantes prendieron fuego en algunas casas, saquearon y destruyeron lo que pudieron.
Cuando Noam y Alma fueron liberados el sábado pasado, se enteraron de lo peor: su madre había sido asesinada durante el ataque, dos meses atrás. En entrevista con CNN, el tío de los niños, Ahal Besorai, comentó: “Los chicos no lo sabían. Pensamos que habían estado juntos durante el secuestro, pero fueron separados en la liberación”.
“Cuando cruzaron la frontera por primera vez y se reunieron con su abuela y hermano mayor, la primera noticia que tuvieron que confrontar fue el hecho de que su madre ya no estaba viva. Y todo esto fue un momento terriblemente emocional y traumático para ellos”, agregó Besorai. El padre de los hermanos, Dror, sigue desaparecido, y se cree que está como rehén en Gaza.
Entre lo revelado a la prensa por Besorai está el hecho de que Noam, Alma y una tercera mujer compartieron un diario en la pieza donde estuvieron recluidos. Sin embargo, no se les permitió a los hermanos traerlo con ellos cuando fueron liberados. De hecho, no sabían que estaban siendo liberados hasta muy tarde, ya que sus captores estaban intentando que la tercera mujer no se enterara.