A dos años del primer contagio de Covid: Cómo cambió el mundo en 730 días
En estos dos últimos años se modificó la relación entre la ciudadanía y sus respectivas autoridades. Y no solo producto de las cuarentenas, sino que también por un cambio en las percepciones sobre el futuro inmediato.
Desde el 1 de diciembre de 2019, cuando ya se habían detectado dos contagios de Covid-19 en China y en solo cuestión de meses, el mundo pasó del pánico por lo desconocido de la enfermedad a estrictas cuarentenas. El virus con origen en Wuhan se expandió literalmente por todo el orbe, salvo territorios diminutos y alejados como Nauru y Tuvalu, en el Pacífico. A causa del Sars-CoV-2 la población debió recluirse en sus hogares para trabajar y estudiar, se cerró el comercio, se suspendieron los viajes y también comenzó a cambiar la forma en que la ciudadanía se relaciona con sus respectivas autoridades. De hecho, hay quienes piensan que la pandemia fue una tormenta perfecta para la derrota de Donald Trump en las elecciones de noviembre de 2020 en Estados Unidos. Otros advirtieron que a causa del Covid surgirían nuevos paradigmas sociales, científicos, políticos y en la forma en que se ordena la vida.
El coronavirus redefinió a la población, modificando la forma de vincularse entre las personas ante el distanciamiento social y el temor a enfermar a sus familiares, y también transformando los hábitos de los individuos: los días se volvieron más largos por el encierro y la incertidumbre se instaló como convidada de piedra.
Al mismo tiempo cambiaron las confianzas ciudadanas. Según el Índice de Confiabilidad Global de Ipsos 2021, los médicos aparecieron en el primer lugar, con un 64% de confianza, y en segundo lugar los científicos, con un 61%, mientras que los índices de mayor desconfianza viraron hacia los políticos en general (63%) y los ministros de gobierno (54%).
El sociólogo neozelandés Steve Matthewman señaló a La Tercera en abril que “una lección de la pandemia es que la gente no quiere volver a la normalidad, sino que busca alcanzar cambios profundos”.
Para algunos, la crisis sanitaria ha tenido un impacto similar a una guerra, una crisis financiera o los ataques del 11 de septiembre de 2001, debido a que reformaron la sociedad, instalando nuevas concepciones. Tal como ocurrió tras los ataques contra las Torres Gemelas, cuando cambiaron radicalmente los instructivos de seguridad, las mascarillas y el alcohol gel se transformaron en “omnipresentes” de esta pandemia.
Diferencias abismales
Por primera vez desde 1997, el número de individuos en situación de extrema pobreza creció a nivel global. Según el diario británico The Guardian, en los países ricos el Covid-19 mató a adultos mayores, pero en naciones en desarrollo las consecuencias económicas mataron a los más pobres. En total, de acuerdo con Worldometers, el Covid les ha costado la vida a 5,2 millones de personas, mientras que más de 260 millones se han contagiado, desde Alaska a Tierra del Fuego, y desde Ciudad de México a Tokio.
Mientras en el continente americano y Europa se avanza en la vacunación de refuerzo para sus habitantes, las naciones más empobrecidas -en especial en África- concentran los números más bajos de inoculación. En países como Níger, Burkina Faso o Camerún no superan el 3% de la población cubierta con al menos una dosis.
Pero también el caso de Estados Unidos, el país con más muertos y contagios totales, ilustra cómo los gobiernos se vieron desbordados por la pandemia y cómo la ciudadanía se vio influida y se expresó a través de las urnas.
Astra Taylor, cineasta y autora de Democracy May Not Exist, but We’ll Miss It When It’s Gone (2019), señaló a Politico que durante años todas las políticas públicas que algunos sectores políticos rechazaron por ser “imposibles”, con la pandemia fueron viables en Estados Unidos y están logrando avanzar a un paso nunca antes visto. “Los desalojos fueron evitables; las personas sin hogar podrían haber recibido refugio en edificios gubernamentales, no era necesario cortar el agua y la electricidad a las personas atrasadas en sus facturas, se podían congelar los préstamos estudiantiles federales y las deudas médicas, la licencia por enfermedades podría ser un derecho para todos los trabajadores”, señaló.
Las cuarentenas y el manejo de la pandemia generaron división entre las personas. De esta manera, en algunos casos aumentó el respaldo a los Ejecutivos, mientras que en varios países el apoyo al gobierno se desplomó. Dos casos que ilustran ambos polos son los de Estados Unidos y Nueva Zelandia: el demócrata Joe Biden arrasó en las urnas (306 votos electorales y 81,2 millones de sufragios) e impidió así la reelección de Trump, mientras que Jacinda Ardern obtuvo un segundo mandato en octubre de 2020, por una diferencia abrumadora (49% contra 17%) gracias al buen manejo de la pandemia.
Producto de la pandemia, varias elecciones debieron ser pospuestas, mientras que en algunos países donde sí se llevaron a cabo, hubo importantes cambios en el nivel de participación, como también giros ideológicos, como el caso de las presidenciales en Ecuador en la segunda vuelta de abril, y las legislativas en Argentina del pasado 14 de noviembre. A su vez, el caso de Corea del Sur ilustra las paradojas de la pandemia: las elecciones de abril de 2020 fueron el evento electoral con la mayor participación en 28 años: 66,2%.
Según el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (Idea Internacional), entre febrero de 2020 y noviembre de 2021, 146 países o territorios han realizado elecciones, mientras que al menos 79 naciones o territorios debieron suspenderlas. En el caso de Chile, el país acudió a las urnas para el plebiscito para una nueva Constitución; elección de constituyentes, alcaldes y gobernadores; primarias presidenciales, y las elecciones generales del domingo pasado. Pero también hubo eventos de alcance global que debieron suspenderse, como el caso de Chile y las cumbres de la Apec y la COP25.
De acuerdo con un informe de Idea conocido esta semana, “muchos gobiernos democráticos están adoptando cada vez más tácticas autoritarias, acentuadas por la pandemia de Covid-19, mientras que los regímenes autocráticos están consolidando su poder”. También señaló que “los movimientos a favor de la democracia se han enfrentado a la represión en lugares como Bielorrusia, Cuba, Swazilandia, Myanmar y Sudán, y los movimientos sociales globales para abordar el cambio climático y luchar contra la injusticia racial han prosperado. Más de 80 países han experimentado protestas y acciones cívicas de diferentes tipos durante la pandemia a pesar de las severas restricciones gubernamentales”.
La pandemia obligó a distintos gobiernos a repensar sus políticas sociales y poner la urgencia en lograr pactos transversales para el futuro. El sitio web Politico encuestó a más de 30 pensadores sobre lo que está por venir tras el coronavirus y entre las predicciones aparece que la enfermedad resultará en un declive de la polarización, menos individualismo, un regreso a la fe en expertos, el auge de la telemedicina, una confianza renovada en las instituciones, un nuevo tipo de patriotismo, nuevas formas de reforma y una reactivación de los gobiernos.
Crisis de apoyos
Ante la inestabilidad mundial, los líderes se volcaron a intentar controlar la enfermedad. Algunos, como el Presidente de China, Xi Jinping, no han salido de las fronteras en 21 meses, mientras que otros, como el mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, ocuparon la pandemia como una herramienta política. Otros, aún mantienen sus fronteras con duras restricciones, como el caso de Nueva Zelandia. Recién a partir del próximo 13 de febrero el país recibirá a personas de todo el mundo.
Según The New York Times, otro caso a considerar es el de Dinamarca, ya que entrega duras lecciones sobre la confianza y la pandemia. De hecho, ante la cercanía del invierno, la mayoría de los países europeos ven un repunte de casos y a diferencia de hace un año, los daneses están en una mejor posición gracias a los altos niveles de confianza social e institucional, que superan el 90%, en un país con un bajo grado de polarización política y desinformación y que tiene un fuerte espíritu comunitario. Esto posibilitó que Dinamarca nunca impusiera toques de queda o restricciones sanitarias mediante una ley, sino que se cumplieron las recomendaciones debido a la transparencia estatal y por la conciencia ciudadana.
En otro extremo figura el Brasil de Bolsonaro, a quien el Senado investiga por ser el “responsable principal por los errores cometidos por el gobierno federal durante la pandemia”, que le han costado la vida a más de 600 mil personas. A un año de las elecciones en las que Bolsonaro buscará la reelección, el mandatario de ultraderecha tiene un 65% de desaprobación.
“Las personas no están contentas, sienten que el mundo no funciona bien y no les está funcionando bien. Quieren que las cosas cambien, (pero) no saben exactamente cómo quieren que cambien”, comentó el escritor estadounidense Paul Auster en una reciente entrevista con este diario.
El profesor de psicología de la Universidad de Columbia Peter T. Coleman sostuvo a Politico que el coronavirus tiene el potencial de sacar a países como Estados Unidos del patrón de más de 50 años de polarización política y cultural. Primero, porque el escenario del “enemigo común” queda atrás cuando se enfrenta a una amenaza externa compartida. Segundo, porque los choques sociales pueden romperse de diferentes maneras, mejorando o empeorando las cosas, pero dado los niveles actuales de tensión, este escenario sugiere que es el momento de patrones más constructivos.
Nuevas armas contra el virus
Un estudio de la Universidad de Oxford en 29 países, incluido Chile, reveló que la pandemia causó la mayor caída en la esperanza de vida desde la Segunda Guerra Mundial. Con el Covid-19 aún expandiéndose por el mundo -el jueves, Sudáfrica detectó una nueva variante de las ocho identificadas por la OMS-, la comunidad médica avanza día a día en mejorar los tratamientos para salvar más vidas.
El 4 de noviembre, Reino Unido fue nuevamente pionero -el primer país del mundo en comenzar a inocular a su población contra el coronavirus en diciembre de 2020- al aprobar el uso del Molnupiravir, un medicamento antiviral suministrado por vía oral que podría reducir a la mitad las posibilidades de que un infectado con Covid-19 deba ser hospitalizado.
Según dijo a La Tercera el sociólogo uruguayo Felipe Arocena, “hay impactos de la pandemia que van a tener efectos más duraderos y son variados, pero se pueden resumir en cuatro aspectos centrales: el mundo se paró y el sistema se frenó; la aceleración tecnológica continuó su tendencia exponencial con el aumento de la virtualidad y en el valor de la ciencia; hubo una reorientación del capitalismo; y la más importante es que a dos años de lo que pasó hay un reconocimiento de la vulnerabilidad del hombre en la Tierra”. “Por más que existan movimientos antivacunas, críticos y desconfianza, hay una revalorización de la ciencia y se ha fortalecido. Hay un enorme temor e incertidumbre de lo que pueda venir”, concluye.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.