A los 86 años de edad, la muerte de Silvio Berlusconi coincidió también con los 30 años desde que, en 1993, el magnate de los medios italianos decidió entrar en política. En ese tiempo, ocupó el cargo de primer ministro en tres períodos, para tener una caída en desgracia, inhabilitación parlamentaria incluida, en 2013, e incluso alcanzar una especie de “redención”, volviendo al Senado y al gobierno italiano en 2022.
En la biografía “A su manera”, el periodista norteamericano Alan Friedman hizo un retrato íntimo del hombre que, a fuerza de escándalos, cambió Italia. En conversación con La Tercera, comenta la posible huella que deje Berlusconi en su país.
En 2015, escribió una biografía, la primera autorizada, de Silvio Berlusconi. ¿Qué es lo que más recuerda de él, respecto a las entrevistas que tuvieron?
Lo que recuerdo muy bien es el haber pasado más de 100 horas con Silvio Berlusconi entre 2014 y 2015, visitándolo casi cada sábado en sus mansiones lujosas. Lo recuerdo siempre siendo muy carismático, encantador, siempre contando chistes, y esos chistes siempre eran divertidos la primera vez que los escuchabas, menos divertidos la segunda vez, aún menos la tercera, cuarta, quinta y así. Repetía esas anécdotas a todo el que lo oyese, todo el tiempo. Era ese tipo de persona: más que nada un entretenedor.
Recuerdo que una vez le pregunté por Donald Trump, y le consulté si veía una similitud entre él mismo y Donald Trump, y él respondió con un gran “no”, haciendo una cara como de disgusto. Para él, Trump era vulgar. Seis meses más tarde, entrevisté a Trump en Texas, y le pregunté si él encontraba una similitud con Berlusconi, y Trump respondió: “sí, ambos somos tipos ricos entrando en política, y los dos sabemos cómo se hacen los negocios”.
Otra similitud entre los dos es que Berlusconi fue el populista original. El primer demagogo en la política europea de este siglo: prometió todo y no entregó nada. Fue un hombre controversial, muy controversial.
A pesar de lo mucho que se conoce la personalidad de Silvio Berlusconi, no se puede hablar de una “política estrella” o logro específico de los gobiernos Berlusconi, o alguna manera de gobernar en específico. ¿Qué puede decirnos de eso?
La historia lo va a ver así: Berlusconi se presentó a sí mismo al público italiano como el hombre que “modernizaría la economía”. Prometió hacer importantes reformas en el mercado laboral, impuestos, ese tipo de cosas. Pero en vez de eso, pasó más tiempo en sus escándalos de corrupción y juicios personales, en las leyes especiales que hizo para escapar de la convicción criminal.
Entonces, en lo que es la economía italiana, Berlusconi no hizo absolutamente nada. De hecho, su manejo económico no era bueno, era muy malo: Italia cayó en una crisis muy grave, a finales de la primera década de los 2000, bajo Berlusconi.
Pero existe una mitología, una narrativa sobre Berlusconi que sus seguidores han creado, que es que Berlusconi era un gran “estadista”, un gran gobernante, ignorando lo malo de él. En mi biografía, “A su manera”, lo que intenté fue dar una respuesta justa: fue un hombre de negocios brillante, pero también fue condenado por evasión de impuestos.
¿Por qué Berlusconi entró en la política? ¿Qué quería lograr desde ahí?
Él dijo que entró a la política para luchar contra los comunistas, para salvar a Italia de los comunistas. Pero para 1994, ya no había comunistas en Italia. Pero él siguió diciéndolo, de todos modos.
Él prometió modernizar la economía, hizo un montón de promesas: crear un millón de empleos, por ejemplo. Pero nunca entregó nada de lo que propuso, y ese es el problema.
Sus críticos dirán que Berlusconi entró en política para evitar la persecución criminal en las cortes por sus escándalos. Eso es lo que dirán sus enemigos. Él dijo que entró en política a salvar al país de los comunistas. Y ninguna de estas dos versiones es la cierta: con Berlusconi, no hay verdad, no hay blanco ni negro, solo hay gris.
Y a pesar de todo esto, se dice que “cambió Italia”, sea a través del poder o de los medios de comunicación. ¿Cómo es eso?
Berlusconi reconfiguró la sociedad italiana entre los 80 y los 90, con su televisión comercial. Fue el primero en traer las telenovelas a Italia, al modo de las telenovelas brasileñas. Trajo dramas norteamericanos, y puso mujeres en televisión los sábados por la noche, vistiendo bikinis. De hecho, su televisión era abiertamente machista, sexista, para los estándares de hoy. E incluso había gente que jugaba strip poker en la pantalla.
Era algo muy crudo y vulgar, pero después de décadas de televisión en blanco y negro, solo con canales estatales, los italianos estaban emocionados, respondieron bien a esto. En muchos sentidos, la televisión de Berlusconi dio forma a la cultura y sociedad italiana actual: modeló el país a su imagen y semejanza, una invasión cultural de consumidor loco estilo americano. Y eso, no para ayudar a la sociedad, sino solo para ayudarle a hacer dinero. Berlusconi hizo un montón de dinero importando en Italia la televisión americana barata, y haciéndola popular. Y eso cambió a los italianos.
Por otro lado, su legado político es que será recordado como el hombre que permitió la entrada de los neofascistas al gobierno en 1994, y eso era algo de lo que se vanagloriaba. Realmente, su legado será ese: el hombre que le abrió la puerta a la extrema derecha, que ayudó a la extrema derecha a ganar el poder en Italia.
Durante mucho tiempo, Berlusconi era visto desde fuera como un “bufón de la escena internacional”, al menos por sus pares de entonces: su relación no fue fácil, ni con Angela Merkel ni con Sarkozy, por dar un ejemplo. ¿Cómo se ve esto dentro y fuera de Italia?
A Berlusconi hay que entenderlo en dos distintos modos: el modo en que los italianos lo ven y lo veían, y el modo en que el resto del mundo lo veía. Los italianos están muy divididos sobre lo que es Berlusconi, desde los 90 hasta su muerte. Desde la izquierda política, anti-Berlusconi, lo acusan de corrupción, conflicto de interés y de poner sus intereses por encima de los de la nación. Hoy, Berlusconi tiene un partido muy pequeño, Forza Italia, y que está en peligro de desaparecer después de su muerte, porque se trata de un partido muy personal, y no apuntó a ningún sucesor.
Al mismo tiempo, Berlusconi recibió honores y un funeral de Estado, un evento muy solemne en la catedral en Milán, y esto pasa porque el gobierno italiano es hoy uno de derecha.
Pero, visto desde Washington o Londres o París o Berlín, en los 90 y 2.000, cuando Berlusconi estaba en el poder, todos pensaban de él que era un bufón, sí, un hombre controversial que estaba huyendo de sus juicios por corrupción, un hombre que tenía tras de sí “escándalos sexuales”. Su aprobación es, desde luego, más alta dentro que fuera de Italia.
Cuando la prensa italiana habla, entonces, de su muerte, es con muchísimo respeto. Cuando la prensa británica lo hace, es de una manera más negativa, y he notado esa diferencia. En Italia es muy estimado; afuera de Italia, se habla sobre todo de los escándalos.
Volviendo un poco a Donald Trump y a las comparaciones obvias, en 2023, el republicano ya fue presidente, ya está fuera de la Casa Blanca, y está enfrentando juicios tanto en Miami como en Nueva York. ¿Qué podemos ver, en ambos, en la manera que han enfrentado la justicia?
La similitud está ahí: hoy Donald Trump dice que está siendo la víctima de una “caza de brujas” política, contra él. Que lo persiguen. Está usando una “táctica paranoica” para hacer política, hablando de conspiraciones imaginarias contra él.
Eso fue lo mismo que Berlusconi hizo durante décadas, exactamente lo mismo. Negar todo y decir que es una caza de brujas. Es la misma táctica. Siempre me dijo que era un ataque político e injusto que sus enemigos habían preparado, es lo que esperabas que dijera. Siempre me dijo “es una caza de brujas, me están tratando de manera injusta”, a pesar de sus 65 juicios.
Los hombres como Trump y Berlusconi siempre dirán que no es su culpa, siempre dirán que no cometieron ningún error.
¿Cómo fue para Berlusconi esta última etapa “en el poder”, en el gobierno de coalición con Hermanos de Italia y la Liga? Tengo entendido que incluso, a modo de redención, Berlusconi pretendía hacerse elegir “Presidente de Italia”, el cargo protocolar que tiene hoy Sergio Mattarella.
Berlusconi siempre soñó con ser Presidente de Italia. Llegó a declararse a sí mismo candidato a la presidencia de Italia, lo que es inusual desde luego. Volvió al Senado en los últimos días de su vida, en 2022, luego de una prohibición de cinco años a causa de sus causas criminales en fraude. Y quería ser presidente, pero no muchos italianos se tomaron eso en serio. Incluso en Italia, eso habría sido demasiado.